30 abril 2013

En el teatro


Antes de se estrenara "Smash", cuando sólo se había visto su piloto a través de Internet y prometía todo lo que luego no ha sido, no era raro que muchas publicaciones la utilizaran de excusa para hacer una pequeña radiografía del estado del teatro en Estados Unidos. Sobre todo, empleaban de punto de partida algo que Julia dice en ese capítulo, sobre que sólo se estrenan musicales basados en películas, o en el repertorio de cantantes y grupos famosos, y que casi no hay ninguno con libreto y canciones totalmente originales. Algunos de los miembros del reparto de la serie lo saben muy bien; Christian Borle estuvo en el de "Una rubia muy legal", y Megan Hilty, en el de "Cómo eliminar a su jefe", y ella misma explicaba que, aparte de esta tendencia, estaba la otra de que los productores buscaban alguna estrella, preferiblemente de Hollywood, que protagonizara el montaje, para asegurarse que tendría algún tirón entre el público una vez se estrenara.

Esa tendencia lleva dejando, desde hace bastantes años, imágenes interesantes, y también ha provocado que los Tony, los premios que reconocen lo mejor de Broadway, muchas veces opten por ignorar a esas estrellas cinematográficas ante la sensación de que "invaden" los teatros. La polémica que hubo hace ya un par de años, cuando Daniel Radcliffe no fue nominado por su trabajo en "How to success in business (without really trying)", es representativa de ello, y que luego fuera reemplazado, sucesivamente, por Nick Jonas y Darren Criss también ejemplifica ese esfuerzo por tener un nombre fácilmente reconocible al frente del cartel. Esta temporada, sin ir más lejos, hemos visto esa tendencia reflejada en "The heiress", con Jessica Chastain y Dan Stevens (que atraía más fans, y los aplausos más fuertes), en "La gata sobre el tejado del zinc", con Scarlett Johansson (que tiene un Tony a la mejor secundaria por "Panorama desde el puente"), en "Lucky guy", la última obra de Nora Ephron, con Tom Hanks, y en "Desayuno con diamantes", con Emilia Clarke, y estrenada muy poco antes de que la tercera temporada de "Juego de tronos" llegara a HBO.

En España, con toda la popularidad que los musicales tienen desde hace unos años en Madrid (donde, sin embargo, "Rent" duró un suspiro), no es nada extraño ver obras basadas en números 1 de Los 40 Principales, en canciones de Alaska, de Joaquín Sabina o de Mecano. Nuestro mercado es mucho más pequeño, así que no es raro que se opte por estos cancioneros tan conocidos para atraer a la audiencia. Pero lo más divertido es ver cómo, después, el musical de "A por todas" acaba nominado este año a los Tony, y cómo igual no conocemos a ningún candidato, pero no nos perderemos ni locos el número de apertura de la ceremonia de entrega de los premios, especialmente si Neil Patrick Harris vuelve a presentarla.

29 abril 2013

Una atmósfera enfermiza

Enfermiza y malsana son dos adjetivos que, habitualmente, no suelen ir acompañados de elogios. Se utilizan más como malas cualidades, como defectos, que como algo por lo que una serie destaca para mal. Sin embargo, en el caso de "Hannibal", enfermiza y malsana describe a la perfección la atmósfera que se crea en cada capítulo y, para ella, son todo un triunfo, una nota muy característica que la diferencia de las "Bates Motel" y "Mentes criminales" sueltas por ahí. El diseño de producción, la fotografía, la dirección y elección de los encuadres, hasta el paisaje otoñal en el que se ambientan las escenas en el exterior están encaminados a crear una burbuja, un mundo particular con ambiente de película de terror, como salido de una de las pesadillas que atormentan a Will Graham. La construcción de esta atmósfera, muy influenciada por Kubrick (como Bryan Fuller ha reconocido más de una vez), permite que cualquier gesto prosaico adquiera de repente unas connotaciones siniestras sólo porque estamos sumergidos en el mundo enfermizo de "Hannibal", y también permite que funcionen pequeños chistes de humor negro siempre que el doctor Lecter cocina.

Los críticos estadounidenses destacan que la serie es más sobre las consecuencias que las investigaciones de los asesinatos seriales tienen en los agentes del FBI que sobre los asesinos, aunque Hannibal Lecter tenga un papel prominente, y lo cierto es que llevan bastante razón. La completa destrucción mental de Will no llega porque algún asesino lo ataque directamente, sino porque "entrar" en sus cabezas y ver el mundo con sus ojos es una carga demasiado pesada para su salud mental. En ese aspecto, creo que la última serie que recuerdo que lograba una atmósfera tan inquietante y un protagonista tan atormentado, y que funcionaba bastante bien, era "Millennium". Ésta, no obstante, iba de modo más decidido por el camino del terror, y "Hannibal" todavía se mueve en los confines del thriller psicológico muy perturbador. La sombra de "El silencio de los corderos" es alargada sobre ella, para bien, y resulta también interesante ver cómo, en medio de todas estas historias de muerte y locura, se permite pequeños dramas humanos (la conversación entre Jack Crawford y su mujer en el quinto capítulo es muy intensa, y no sólo porque Laurence Fishburne y Gina Torres estén casados en la vida real).

Lecter, por ahora, es un secundario que se mantiene durante gran parte de los capítulos en segundo plano, pero esa interpretación tan "quieta" de Mads Mikkelsen, y ese trabajo previo de construcción de la atmósfera, nos hace siempre pensar que sus motivos no son tan inocentes como podría parecer. ¿Quiere de verdad ayudar a Will? ¿O sólo le interesa como mero caso de estudio de una mente enferma que, en otra situación, habría producido un asesino en serie en lugar de un experto en atraparlos? ¿Cuál es su juego en todo lo relacionado con Jack Crawford? Por las películas posteriores, y los libros de Thomas Harris, sabemos que a Lecter le interesan los psicópatas no tanto porque él es uno, sino porque busca alguno realmente original, un "genio" que trascienda la definición de psicópata. Observa a las personas como si fueran puzzles o meros objetos, y dependiendo de si las encuentra interesantes o no, las trata en consecuencia (por ejemplo, está claro que la mujer de Jack le interesa más que él, aunque sea a él al que está "trabajándose").

"Hannibal" está cuidada hasta el detalle más nimio, y no es extraño que lo desagradable de algunos de sus asesinatos (las setas aún están por superar) haya echado para atrás a buena parte del público. Aunque la emita NBC, es una serie que no va dirigida a una mayoría del público, sobre todo porque no trata las acciones de los asesinos en serie como la excusa para montar una serie de policías trepidante. Su énfasis en las consecuencias de esos actos es lo que le da su toque diferenciador, eso y tener quizás el aspecto visual más pensado y cuidado de la parrilla actual.

P.D.: Seguramente ya sabéis que NBC retiró el cuarto capítulo de la programación porque pensó que podía herir sensibilidades después de los atentados en el maratón de Boston. Ese capítulo, sin embargo, sí se verá fuera de Estados Unidos (AXN lo emite en España en dos semanas, creo), y en la web de la NBC han colgado, en formato de webisodios, la subtrama de Lecter y Abigail Hobbs que aparecía en él, y que es parte del arco serializado que lleva "Hannibal" desde el principio.

28 abril 2013

Casi famosos (L)

Hace tanto que esta sección no aparecía por aquí, que ya estaba echándola de menos. Y la culpa de su regreso la tiene, en parte, esta entrada que recuerda una aparición de Julianna Margulies en "Ley y orden", en 1993, cuando Chris Noth era uno de sus policías titulares. Hay mucho donde rascar, así que vamos a ello.

Qué mejor modo de empezar que recordando "Los Vengadores", la serie británica que lanzó a la fama a Diana Rigg, nombrada Dame por la reina, y cuya Emma Peel se convirtió en un icono de los 60 gracias a sus ajustados trajes de cuero. Rigg también fue la esposa de James Bond en "Al servicio secreto de su Majestad", un Bond que los fans no siempre cuentan como "canon" y que interpretó el muy fugaz George Lazenby, y ahora la conocen muchos nuevos espectadores jóvenes gracias a su genial y maquiavélica Lady Olenna Tyrell, alias la Reina de las Espinas, en esta tercera temporada de "Juego de tronos". Donde ha logrado sus mayores reconocimientos es en el teatro, eso sí.

Martha Plimpton, hija de Keith Carradine, empezó a actuar siendo una niña. Tenía 14 años en su segunda película, "La barca del infierno", con Tommy Lee Jones, pero es que antes había debutado en el cine en "Una mujer de negocios", junto a Jane Fonda y Kris Kristofferson. Su tercera cinta fue "Los Goonies", que fue la que la hizo famosa, y Plimpton estuvo en bastantes sitios durante los 80 y los 90, pero sin volver a alcanzar el mismo éxito. Sí que ha estado bastante activa sobre las tablas de Broadway, hasta apareciendo hace unos años en un revival de "Pal Joey" junto con Stockard Channing (aquí tenéis a Channing cantando en los Tonys de 2009, junto a Aaron Tveit, al que igual visteis el año pasado en "Los miserables").

 En junio (creo) volverá a HBO "The Newsroom", la serie de Aaron Sorkin sobre un canal de noticias 24 horas que tiene tantos fans como detractores. Uno de sus actores es John Galllagher Jr., el joven productor que llega al informativo junto con el personaje de Emily Mortimer, que en la primera temporada era más conocido todavía por su trabajo sobre las tablas de Broadway. Ganó un Tony al mejor secundario por "Spring awakening", en la que también empezaron a hacerse conocidos Jonathan Groff y Lea Michele, y a la que pertenece la foto de arriba. Después, asumió el papel protagonista en "American idiot", un musical con canciones de ese disco de Green Day (también interpretaron parte en los Tony de 2010, claro). ¿Será su personaje en "The Newsroom" menos torpe esta temporada?

Ay, las telenovelas británicas. Esa iluminación tan extraña, que intenta ser realista siendo al mismo tiempo barata las delata rápidamente. En ellas empezó a foguearse Jenna-Louise Coleman, actual acompañante del Undécimo Doctor en "Doctor Who", y en concreto fue en "Emmerdale", que lleva en antena en ITV desde 1972, y que empezó centrado en una familia que tenía una granja. Después pasó por "Waterloo Road", que sigue las vidas de los profesores y estudiantes de un instituto escocés, y luego encadenó unas cuantas miniseries de época, incluyendo "Titanic" y la reciente "Dancing in the edge", sobre varios músicos negros de jazz en el Londres de los años 30. Como Clara Oswin, desde luego, puede dar el gran salto al estrellato.

Música de la semana: Hace ya bastante que no sigo "Glee", pero a veces voy leyendo aquí y allá qué canciones han versionado en algunos de sus capítulos. Como parece de una de ellas en las últimas semanas ha sido "Creep", de Radiohead, pues es la que vamos a elegir.

26 abril 2013

Viernes musical (28): "Perdidos"



Grandes momentos con canciones en "Perdidos" hubo varios, sobre todo en los inicios de la segunda temporada (con "Make your own kind of music") y la tercera (con "Downtown"), pero no hubo tantos en los que algún actor se encargara de cantar. Charlie, el personaje que interpretaba Dominic Monaghan, los protagonizó casi todos porque era un rockero caído en desgracia después de que su banda, Driveshaft, hubiera tenido un enorme éxito con "You all everybody" (canción que, por cierto, compuso el californiano Jude). El grupo tenía un rollo muy Oasis, así que no es raro que, justo en la tercera temporada, viéramos a Charlie cantar el mayor éxito de la banda, "Wonderwall", en la calle. Lo hace, además, dos veces, primero en un capítulo de Desmond (en el que él empieza a comprobar su "separación" del continuo espacio-temporal normal) y después en uno dedicado al propio Charlie.

25 abril 2013

Los tabloides en "Broadchurch"

Sobre "Broadchurch", el nuevo fenómeno en audiencia en el Reino Unido, ya se ha escrito bastante en los últimos días. Con el final de su primera temporada, en el que se resuelve el asesinato del pequeño Danny Lattimer, han ido apareciendo comentarios y análisis diversos sobre el desarrollo del misterio, la relación entre los policías Alec Hardy y Ellie Miller o el efecto que todo esto tiene en el pueblo, pero lo que nos interesa aquí no es tanto decidir si la trama estaba bien llevada, o sobre si los personajes eran interesantes (en ¡Vaya Tele! ya he hecho algo de ese estilo). Al final, una de las cosas que podría haber resultado más curiosa y diferente en la serie era su tratamiento del papel que juegan los periodistas en estos casos tan llamativos para el gran público, un tratamiento que no ha terminado de quedarles tan bien como pretendían.

En cualquier serie inglesa con un toque criminal, es inevitable que la prensa y, en concreto, los tabloides tipo "The Sun" adquieran cierta presencia. Muchas veces están ahí, al fondo, como una entidad nebulosa y maligna que se dedica a obstaculizar el trabajo de los policías al airear las vidas de las víctimas y de los sospechosos, cuando no se dedica activamente a publicar aspectos confidenciales o a "juzgar" en sus páginas a supuestos culpables mucho antes de que hayan sido detenidos. El gran escándalo de las escuchas del "News of the World" destapó algunas de las peores prácticas puestas en marcha cuando saltaban noticias de este tipo, y si recordais la desaparición de Maddie McCain, os haréis una idea del material de partida con el que contaba Chris Chibnall para desarrollar su trama periodística en "Broadchurch". Y es un material de partida que puede degenerar con mucha rapidez al tratamiento maniqueo de que la prensa es venenosa (algo que es cierto en bastantes ocasiones).

En la serie tenemos tres periodistas; dos de ellos trabajan en el Echo, el periódico local, y la tercera lo hace en un periódico de tirada nacional (el ficticio The Daily Herald). En los dos primeros nos encontramos a Maggie, la directora del Echo, que representa el periodismo de la vieja escuela, y a Olly, el joven reportero con ganas de probarse y dar el salto a un escaparate mayor. En cuanto a la tercera, Karen, era una cronista de sucesos que alcanzó cierta repercusión cubriendo los asesinatos de Sandbrook cuyo recuerdo atormenta al detective Alec Hardy, pero la situación económica la ha llevado a quedarse encadenada en su mesa regurgitando notas de prensa. Para ella, el caso de Danny Lattimer es su oportunidad de recuperar el periodismo de calle, y ella y Olly son justo los dos personajes en los que se intenta retratar la fina línea moral en la que se mueven, una línea que alterna el derecho a la información, la necesidad de no inmiscuirse en la investigación de la policía y la precaución de no acusar a nadie de nada sin pruebas.

Es un malabarismo muy interesante que, por ejemplo, en la trama del quiosquero se desmorona, y con la familia Lattimer siempre está a punto de caer en el cliché, como Olly. Al final, sin embargo, Karen resulta ser bastante curiosa porque está llena de contradicciones. El marcaje que le hace a Hardy está motivado realmente por su preocupación por que los Lattimer no tengan que pasar por lo mismo que pasaron las familias de las víctimas de Sandbrook, e incluso cuando persigue a la madre para que dé la exclusiva sobre cómo era su hijo, lo hace advirtiéndole primero de que no debería hablar con nadie y que tiene que pensarse mucho si quiere dar ese paso o no. Nunca estás muy seguro de si las intenciones de la periodista son sinceras o no, pero al final se echa de menos un poco más de profundidad en ella, porque apuntaba a salirse del maniqueísmo inicial. El retrato de sus tres periodistas ejemplifica un poco cómo ha sido esta primera temporada de "Broadchurch"; un poco más convencional de lo que parecía, pero entretenida de seguir y con algún detalle interesante.

24 abril 2013

Condenado a vivir

"Sentenciado a muerte. Condenado a vivir". El eslógan con el que se promociona "Rectify" encapsula a la perfección no sólo la trama, sino hasta el tono que preside esta serie de Sundance Channel, creada por el actor Ray McKinnon, y que llega a la filial española del canal el próximo 2 de mayo. Su protagonista, Daniel Holden, es excarcelado después de pasar 19 años en el corredor de la muerte por la violación y asesinato de la que era su novia en el instituto. Su ejecución se ha aplazado cinco veces en todo ese tiempo, y al final sale de prisión porque aparecen unas muestras de ADN que lo exculpan, aunque el veredicto de culpable no se revoca y sigue quedando ahí la confesión que le arrancó la policía.

Daniel regresa así al calor de su familia y a su casa en un pequeño pueblo de Georgia en el que todos se conocen, en el que el asesinato de la chica fue un trauma, y en el que hay bastante gente que, como mínimo, tiene sus dudas de que Daniel no lo hiciera y, por tanto, de que deba estar libre. Pero aunque hay en el primer capítulo una subtrama sobre el sheriff y el antiguo fiscal del distrito, ahora senador, planteándose si deben reabrir el caso y buscar nuevas pruebas que demuestren, sin género de dudas, la culpabilidad de Daniel, el centro de "Rectify" es Holden y sus esfuerzos por reintegrarse a una vida que hace años que se preparó para abandonar definitivamente. Da la sensación de estar desconectado de todo, de vivir en un mundo interior personal impermeable, por ahora, al exterior, y que aunque la situación es difícil para él, aún puede serlo más para su familia.

De repente, la vida que han llevado durante 19 años, con una hermana peleando sin cesar por sacar a su hermano de la cárcel y otros miembros de la familia asumiendo que, más pronto que tarde, Daniel será ejecutado, salta por los aires y ellos también tienen que ajustarse al giro que da la situación. Todo esto se cuenta a través de una atmósfera y un ritmo muy de cine independiente de festival (muy de Sundance, vamos), creando una sensación de pequeña comunidad sureña muy efectiva, y mostrando siempre esa desconexión que Daniel siente del resto de su antigua vida. "Rectify" tendrá, por ahora, seis capítulos, que van a contar la primera semana de su protagonista fuera de la cárcel, y no sólo se nota su ADN indie, sino también que AMC es la propietaria de Sundance Channel, porque es una serie que tampoco habría desentonado en su hermana mayor. Con ésta y con "Top of the lake", la cadena se apunta a esta burbuja seriéfila, como dicen en "En terra de series", y lo hace apostando por unas señas de identidad muy claras y muy en consonancia con el festival de cine que le da nombre. la experiencia de "Rectify" es más bien inmersiva y de dejarse llevar. James Poniewozik la comparaba un poco con "El árbol de la vida", y no va tan desencaminado. Aquí no hay dinosaurios, eso sí.

23 abril 2013

La paciencia de la venganza

ALERTA SPOILERS: "Dracarys". Si esta palabra no os dice nada, mejor no sigáis leyendo e id a poneros al día con la tercera temporada de "Juego de tronos", antes de que vuestra guardia termine.

Hace algunas semanas, hablábamos de cómo la segunda temporada de "Smash" había terminado convirtiendo la subtrama relacionada con "Bombshell", el musical sobre Marilyn Monroe que llevan preparando desde el piloto, en un metacomentario sorprendentemente acertado sobre las cuitas que la serie ha pasado detrás de las cámaras. No es que "Juego de tronos" se haya visto en una situación parecida, pero resulta curioso darse cuenta de que bastantes de los aspectos que vemos en el cuarto episodio de su tercera entrega, "And now his watch is ended", están también haciendo un metacomentario, seguramente inadvertido, sobre buena parte de las idiosincrasias de la serie. En concreto, toda la charla de Varys a Tyrion sobre cómo hay que tener paciencia (y estómago) para la venganza nos muestra que el eunuco está preparando una trama muy larga y jugando a un juego cuyo fin no está cerca, algo que es muy parecido a lo que está haciendo la serie, y George R.R. Martin con sus libros.

Dejando de lado los problemas que podamos tener como fans desesperados por saber el final ante la enorme capacidad de expansión del mundo de Poniente que despliega Martin (aunque yo no me encuadro del todo en esa categoría), es evidente que el tipo de historia-río que nos están contando en serie y libros necesita de paciencia, de ir plantando las semillas y dejando que las tramas crezcan a su ritmo para que, al final, su resolución y los clímax sean mucho más satisfactorios. Los que han leído "Tormenta de espadas" bien pueden admirarse de cómo se está manejando ciertas líneas argumentales con Sansa y Lady Olenna, por un lado, y Tyrion en su intento por recuperar la influencia que tenía antes por otro, porque estamos viendo justo eso, cómo se está preparando el terreno para que lo que pase después tenga mucho más sentido y, sobre todo, más gancho. Los críticos estadounidenses se quejaron mucho en la segunda temporada de la deriva que Daenerys tomaba en Qarth (su "¿dónde están mis dragones?" casi se convirtió en un chiste), pero ahora reconocen que, por mucho que aquella trama no terminara de salir del todo bien, ayuda a que la conversión de Daenerys en libertadora de esclavos sea todavía más impresionante.

La asunción definitiva de Daenerys de su condición de heredera del Trono de Hierro (no hagas enfadar al dragón) también trae de nuevo a la palestra algo que ya comentamos cuando se estrenó la nueva temporada, y es cómo la serie ha potenciado los roles de las mujeres, convirtiéndolas en, quizás, los personajes más interesantes de "Juego de tronos" (sin desmerecer a Tyrion o a esos dos grandes sufridores, Jaime y Theon). "BuzzFeed" tenía hace poco una de sus famosas listas, en este caso de nueve modos en los que la serie es realmente feminista (y lo es más que los libros), y aunque podríamos discutir ad nauseam sobre si eso es cierto o no, hay que reconocer que bastantes de esos puntos ponen el acento en algunos de los fuertes de "Juego de tronos". Los cambios a mejor de Shae, Margaery y hasta la misma Cersei, y la evolución que ha ido viviendo Ros (culpable en parte de que se acuñara el término "sexposition") ilustran el esfuerzo que se está haciendo por presentar a las mujeres de Poniente como personajes que pueden ser tan tridimensionales, tan peligrosos y tan complejos como los hombres, y eso que aún nos falta por conocer a las Serpientes de Arena de Dorne, que son capaces de dejar a los moteros de "Sons of Anarchy" en mantillas como se descuiden.

Los guionistas de la serie y los espectadores vamos a tener que ser como Varys y tener paciencia mientras unos tejen la madeja y otros la desenredamos. Por muy frustrante que "Juego de tronos" pueda ser justo por eso, luego la satisfacción será mayor.

P.D.: Sólo tres cosas relacionadas con la serie que últimamente me han divertido mucho. La primera es oír a Lady Olenna decirle a Varys "walk with me" en un capítulo dirigido por Alex Graves, director habitual de las series de Aaron Sorkin. La segunda fue escuchar una mención al "nudo meereeno" en el capítulo de la semana pasada, cuando Tyrion lleva a Podrick al burdel (además de que la subtrama de las hazañas de Pod con las prostitutas me parece un chiste recurrente muy cachondo); ese nudo se refiere, en palabras del propio Martin, a cierto confluir de tramas en "Danza de dragones" que estaba dándole muchos quebraderos de cabeza. Y la tercera es el apodo de la Gira del Dragón que le dan en "Nunca seré Clint Eastwood" a las peripecias de Daenerys por la Bahía de los Esclavos. Desde luego, con este gif, Dany parece estar recordando un poco a los Blues Brothers. Y su repertorio es incendiario.

22 abril 2013

El club de los clones

El año pasado, la BBC emitió una serie de espías llamada "Hunted" en la que su protagonista, interpretada por Melissa George, es una agente dada por muerta que tiene que averiguar quién la traicionó (Cinemax la ha repescado por una segunda temporada). A lo largo de los episodios, veíamos a Sam Hunter ganarse de nuevo la confianza de sus ex compañeros mientras trabajaba en un nuevo caso y, al mismo tiempo, intentaba encontrar a ese traidor, y la serie prometía una trama complicada llena de giros y acción a raudales. Aunque la acción estaba bien, la historia era demasiado rocambolesca, como si su creador, Frank Spotnitz, reprodujera los defectos de las peores tramas sobre la Conspiración de "Expediente X". Sin embargo, BBC America tiene ahora en antena otra serie que intenta algo similar (con una protagonista, Tatiana Maslany, peor que Melissa George, pero que aquí es bastante efectiva), también con las mismas (escasas) pretensiones de simplemente entretener y funciona bastante mejor; "Orphan Black".

Creada por Graeme Manson (guionista de "Cube") y John Fawcett, dos veteranos de la televisión, la serie sigue a Sarah, una joven envuelta en muchos problemas que, una noche, ve a una mujer suicidarse delante de ella. Por si eso no fuera suficientemente traumático (se tira delante de un tren), Sarah se da cuenta de que la difunta es físicamente idéntica a ella, así que, para huir de su vida anterior, decider suplantar su identidad. Y aquí llegan los problemas, porque ésa no es la única "copia" de Sarah que hay pululando por ahí. Aunque tarda en desvelarse, en todas partes se adelanta que lo que Sarah se encuentra son una serie de clones de ella, y que hay alguien "cazándolas". Así que Sarah tendrá que intentar salir con vida de todo ese berenjenal, a la vez que intenta averiguar quién es ella en realidad y de dónde proviene. Las apariciones de las distintas versiones de Sarah son muy efectivas, diferenciándolas principalmente a través de su vestuario, y aunque Tatiana Maslany no es Anna Torv o Grace Park (o Tricia Helfer, otra experta en interpretar convincentemente a diferentes versiones del mismo personaje), es más que competente con todo ese trabajo extra.

"Orphan Black" es una historia de serie B que, por ahora, resulta muy entretenida y en la que la trama no deja nunca de avanzar. En ese aspecto, puede recordar un poco a la diversión que puede alcanzar "Nikita". En cada capítulo (de momento lleva cuatro) se suceden las revelaciones y Sarah se enfrenta a otro dilema en el que debe decidir si seguir adelante con esa charada que puede costarle la vida o escapar a la clandestinidad, como quien dice. El misterio sobre su origen bien puede apuntar a una enorme conspiración o acabar siendo más prosaico, pero ese "club de los clones", como dice su versión empollona, sabe siempre lo que está haciendo y en qué liga está jugando. Podría meterse en asuntos filosóficos como la vieja discusión entre la naturaleza y lo aprendido, pero aunque se insinúa, no es lo que más le interesa. Eso es ver a Sarah recomponiendo una vida que no es como pensaba, incluso aunque, de buena gana, se convertiría en otra persona para escapar de su pasado. Irónico, ¿no?

P.D. podcastero: La ciencia ficción es uno de nuestros intereses en esta nueva entrega de "Yo disparé a JR", que será la última hasta dentro de dos semanas. Los temas que tratamos son estos:

Ir a descargar

- 0': "Defiance"
- 16': "Nurse Jackie"
- 26': "Awkward"
- 38': "Bates Motel"
- 50': "Top of the lake" (con spoilers)

21 abril 2013

En el fondo del lago

Para los japoneses, el agua estancada es un símbolo de cosas malvadas, así que la quietud de la superficie del lago de "Top of the lake" no puede presagiar nada bueno.  Y, por supuesto, no lo hace. Nada de lo que ocurre en esa comunidad de Laketop, ese pueblo enroscado en la ladera de una montaña, es "bueno"; todo está viciado por años y años de comportamientos que en ese lugar tan aislado y cerrado en sí mismo pueden parecer "normales", pero que dan pie a que se produzcan las perversiones que terminan cambiando la vida de la pequeña Tui, del mismo modo que cambiaron, y se puede decir que destrozaron, la de Robin Griffin. Al final, y como se veía venir, el verdadero caso que Robin debe resolver es ella misma y sus demonios del pasado, todo lo que dejó atrás cuando se marchó a Australia siendo una adolescente, pero que permanecía sumergido en el fondo del lago, esperando el momento para volver a resurgir.

Robin (y Elisabeth Moss, que podría llevarse aquí el Emmy que por "Mad Men" se le resiste) es el centro de todo, el enigma que el espectador debe intentar solucionar, pero no es fácil porque la miniserie no da respuestas; propone situaciones, preguntas, y deja que seamos nosotros los que atemos cabos por nuestra cuenta. La resolución de todo el misterio no es tal sorpresa (hay pistas aquí y allá de quién puede estar detrás de todo casi desde el principio), pero resulta interesante que Robin no sea capaz de verlo hasta que no está más capacitada para aceptarse a sí misma, para dejar que su cuerpo y su naturaleza le hablen, como le dice GJ. GJ, por cierto, ha aportado el toque un poco excéntrico y hasta humorístico a "Top of the lake"; de hecho, hay un par de toques de humor negro y sutil bastante curioso en el último episodio (uno de ellos concierne a Tui y al borracho del lugar), y el grupo de mujeres que se refugia en Paradise siempre ha tenido detalles bastante divertidos.

Pero una cosa es segura, y es que "Top of the lake" se aprecia mejor si se ve de seguido, como si fuera una película de seis horas, que con el esquema semanal de una serie (o miniserie) normal.Las críticas que aparecieron después de su pase en el festival de Sundance se beneficiaban de haberla visto así, del tirón, con lo que a lo mejor los cortes extraños de episodio a episodio (y en los pasos a publicidad) no se notaban tanto. Y probablemente se notará también menos la sensación de bajón que dan un par de capítulos en medio en los que nos centramos en el pasado y en la historia familiar de Robin, una historia de la que sabe menos de lo que cree y que es más importante de lo que piensa en un principio. Es interesante algo que apunta "Salon" sobre la serie, y es que es muy consciente de que en los policiacos siempre está presente la idea de la tardanza, de que cuando los detectives se involucran en algo siempre es tarde, el daño ya está hecho. Sí, la historia de Tui se resuelve, ¿pero qué más da? No se puede dar marcha atrás.

No es extraño que haya habido división de opiniones sobre la obra de Jane Campion. Es contemplativa, muy atmosférica, no juega siguiendo casi ninguna de las normas de las historias de detectives, el "caso" acaba resolviéndose según sus cauces naturales, como quien dice, y Robin, al final, nos deja con más preguntas que respuestas. Tampoco parecía plegarse a los ritmos televisivos, lo que dejaba bastante confuso, y se resiste a explicarnos nada ni a mostrarnos nada que nos ayude a buscar una explicación. Me vais a permitir un pequeño "sacrilegio" y que traiga aquí a colación el último capítulo de "Smash" y "That's life", una canción de Frank Sinatra que versionan en él. Porque parece que eso es lo que "Top of the lake" acaba diciéndonos; así es la vida en Laketop, y nada de lo que hagas por controlarla dará resultado.

Música de la semana: "Awkward" ha vuelto a la parrilla de MTV con su humor ácido y ritmo veloz intactos, y entre las muchas canciones que sonaban en su estreno doble de la tercera temporada figuraba este "Lo-fi" de la cantante australiana Sophie Koh.

19 abril 2013

Viernes musical (27): "Doctor Who"



Desde que Russell T. Davies "resucitó" "Doctor Who", en 2005, la serie ha tenido bastantes momentos musicales, desde aquel inicial de utilizar a Britney Spears como banda sonora del fin de la Tierra hasta uno de los últimos, con un oficial científico de un submarino nuclear ruso que es fan de Duran Duran. Sin embargo, escenas musicales como las que se incluyen en esta sección, en las que uno de sus actores tiene que cantar o bailar, no ha habido tantas. La de arriba corresponde a "Daleks in Manhattan", un capítulo de la tercera temporada en el que el Doctor y Martha, su acompañante entonces, viajan hasta el Nueva York de la Gran Depresión. Entre los diferentes personajes que se encuentran figura esta cantante de music hall y su novio, un jovencito Andrew Garfield, y la presentación de ella llega a través de esta canción, "My angel put the devil in me", que Murray Gold, compositor de la banda sonora, escribió especialmente para ese episodio. En el disco la canta Yamit Mamo, pero quien la interpreta en el capítulo es Miranda Raison, la actriz que daba vida a Tallulah, la cantante.

18 abril 2013

Da Vinci, el héroe romántico

A veces, hay que enfrentarse a determinadas series sin ideas preconcebidas. En realidad, habría que hacerlo con todas las series, pero es algo que resulta muy difícil de controlar. Por ejemplo, si uno decide ver "Da Vinci's Demons", tiene que apartar de su mente toda la información que conjura el mero nombre de Leonardo Da Vinci. Quien espere ver una traslación más o menos rigurosa históricamente de la vida del pintor e inventor en la Florencia renacentista, mejor que busque un documental sobre el tema, porque lo que David S. Goyer ha hecho para Starz va por un lado completamente distinto (y no, tampoco es el de "Las Tortugas Ninja"). Su Leonardo es una mezcla entre el William Shakespeare de "Shakespeare in love" (sobre todo por el vestuario) y cualquier héroe de capa y espada que se os pase por la cabeza (hasta el Jack Harkness de "Torchwood"). Sus inventos van a ser importantes, sí, pero este Da Vinci destaca más por su ingenio, su destreza con la espada, sus extrañas visiones sobre un pasado que no logra recordar, su gran éxito entre las mujeres y su misión para desentrañar una complicada conspiración esotérica y política entre Florencia y Roma.

Todo esto se presenta en un primer capítulo que, aunque traza las líneas maestras de esa conspiración, está más preocupado por dibujar de la manera más atractiva posible a su héroe, obsesionado por desentrañar los secretos del vuelo, y por conseguir que el espectador se enganche a la serie a través de él. También se ve que el CGI canta demasiado en la reconstrucción de Florencia en el siglo XV, pero hay que reconocer que hay algunos planos muy logrados, como el de cierta piscina interior del Papa. Por supuesto, todos los personajes ocultan secretos y perversiones diversas, y Da Vinci va a tener que maniobrar en un ambiente en el que cualquiera puede apuñalarte por la espalda mientras te sonríe beatíficamente. Como decimos, aunque el nombre del pintor se mencione cada dos por tres, y pululen por ahí los Médici, los Pozzi y la amenaza de una invasión turca de la ciudad, hay que olvidarse de cualquier atisbo histórico si se quiere disfrutar de "Da Vinci's Demons".

Lo que ofrece son aventuras y misterios, además de los ya clásicos desnudos y escenas de sexo gratuito de Starz (aunque hay bastantes más desnudos masculinos que femeninos), y poco más. Puede resultar entretenida si se sabe lo que está viendo, pero es también muy comprensible que haya quien no quiera saber nada de ella. Tiene, eso sí, unos títulos de crédito muy resultones (con música de Bear McCreary, que está últimamente por todas partes), y al menos Tom Riley, que interpreta a Leonardo, tiene cierto carisma y es "agradable a la vista". Y, por cierto, fue el señor Wickham en "Lost in Austen", aquella miniserie sobre una chica que, de repente, se encontraba dentro de "Orgullo y prejuicio".

P.D.: Fox España estrena la serie el 9 de mayo, y preestrenó el piloto en colaboración con BirraSeries.

17 abril 2013

"The Good Wife" y el mundo moderno

Que vivimos sumergidos en un mundo en el que la interconectividad total, las aplicaciones de segunda pantalla, los grupos de WhatsApp, los trending topics de Twitter, los vídeos virales en YouTube y la publicación masiva de fotos en Facebook son tan normales como mirar la hora en un reloj de pulsera (quien lo lleve) lo sabemos todos. No hace falta que Charlie Brooker nos lo cuente a través de "Black Mirror". También sabemos todos que, en cuanto una serie decide hacer un capítulo que gire alrededor de alguna de esas redes sociales y las interacciones en ellas, lo más habitual es que se quede en lo superficial o que lo presente como algo potencialmente peligroso, un lugar donde siempre hay al acecho acosadores, asesinos y violadores de niños. Suele venderse como "el episodio de Twitter", por ejemplo, porque es el único en el que cualquier aspecto de nuestra vida virtual (ya tan importante como la normal) se ve reflejado en dicha serie, más todavía si es de policías.

La tendencia está mejorando, pero ni siquiera las series más juveniles pueden alcanzar la maestría que ha logrado en este campo "The Good Wife", emitida en una cadena tan viejuna como CBS. Sus guionistas se preocupan por mostrar cómo nuestras vidas virtual y real son inseparables, como una se extiende a la otra y como no son impermeables a la que ocurra fuera del círculo virtual, por ejemplo. No es nada extraño que conozcas en persona a tus amigos de Twitter, o que tengas conversaciones dominadas por los últimos memes de moda, y como el principio de las redes sociales es compartir tu día a día y tus pensamientos con el resto de Internet, tu persona real se filtra en la virtual, por mucho que la modifiques y la ocultes. "The Good Wife" se aprovecha de todo esto para mostrar cómo la tecnología ha cambiado por completo el modo en el que se dirigen y diseñan campañas políticas. Ahí están aquellas advertencias de Eli Gold a Becca, la amiga del hijo de Alicia en la segunda temporada, sobre lo que iba tuiteando de su relación con él. Y siempre recordamos cómo Kalinda atrapó a un tipo simplemente siguiendo sus actualizaciones en Foursquare.

La serie ha hecho tramas sobre Bitcoin, los algoritmos de búsqueda de un buscador similar a Google (ese ChumHum de cachondo nombre), y en los casos en los que trabaja Lockhart & Gardner siempre acaban teniendo mucha importancia los vídeos que se filtran a YouTube, o lo que alguno de los implicados en el juicio tuitea, y que puede llevarlos a la cárcel por desacato por saltarse el secreto de sumario decretado por el juez. Algo así ocurre en el último episodio, "Rape: a modern perspective", en el que además tocan otro asunto que, hasta ahora, no habían tratado; Anonymous. El caso de violación que centra el capítulo se complica por los tuits de la víctima y las actividades de los hacktivistas, que detectan que la situación es injusta y que hay que hacer algo para evitar que el acusado se vaya de rositas. Se presenta una situación compleja en la que Alicia se siente asaltada por los métodos diferentes (e invasivos) que utiliza el grupo, pero para otros personajes, sus acciones no se ven de un modo tan negativo. Es cierto que, al final, no parece que "The Good Wife" haya sido muy benévola con su retrato de Anonymous, pero tampoco queda tan clara su postura moral al respecto. Fijaos en Kalinda al final, si no.

Es sólo un ejemplo más de cómo la serie está muy enraizada en la actualidad, en el mundo en el que vivimos, en el que cualquier aspecto muy privado puede compartirse y convertirse en viral, y muy público, en un parpadeo. Muestra la dificultad que esas nuevas tecnologías presentan a las personas acostumbradas a hacer las cosas de otra manera, a la vieja usanza, ya que resulta más complicado controlar la información que sale a la luz. Cualquiera con un teléfono móvil puede desvelar los mayores secretos de la campaña de Peter Florrick, por ejemplo. Para Eli Gold puede ser una pesadilla; para los espectadores resulta mucho más divertido.

P.D.: Si queréis saber más sobre qué es Anonymous, el documental "Somos legión" presenta un punto de vista muy interesante.

16 abril 2013

Marilyn, Lannisters y New New St. Louis

A estas alturas, todos sabéis que soy de los pocos espectadores que sigue viendo "Smash" (aunque por Twitter siempre surgen más, de modo inesperado, cuando esa serie se menciona), y no sólo la veo, sino que me entretiene y hasta tiene momentos en los que puede ser divertida. Sin haber mejorado con respecto a su primera temporada, a veces tiene destellos del potencial que atesoraba, y que rara vez aprovecha, como se ve en la trama relacionada con "Bombshell" de "The dress rehearsal" (del que tienen un recap en "Vulture" para llorar de la risa). La creciente inseguridad de Tom, las dudas de Ivy sobre hacer determinadas cosas en el escenario o no, la sensación de salto sin red de los preestrenos y de que cualquier cosa puede salir mal... Esa subtrama (más otro detalle de Derek añadiendo un nuevo principio a "Hit List", el "Rent" de baratillo que quieren colarnos como el musical moderno definitivo) ha sido de las más logradas y disfrutables de toda la serie, sobre todo porque utiliza bien los dúos que Tom forma con Julia y con Ivy, y la relación que ésta tiene con Derek siempre fue curiosa porque se negaba a discurrir por los caminos presupuestos, lo que es un triunfo en una serie tan predecible como "Smash". Si sigo viendo esta serie, es porque encuentro cosas que la redimen (hasta cierto punto), y a veces merece la pena sólo por ver cameos como el de Liza Minnelli.

Las escenas entre los Lannister en Desembarco del Rey son una mina en los tres capítulos que llevamos de la tercera temporada de "Juego de tronos". Y lo son no sólo por toda esa historia llena de envidias, rencillas y odios varios que hay entre Tywin, Cersei y Tyrion, sino por el humor que despliegan a través sólo de las miradas que cruzan los tres personajes, o de los movimientos para sentarse a la mesa del Consejo lo más cerca posible de la Mano del Rey. Entre ellos y la irrupción por todo alto de Margaery y su abuela, Lady Olenna, cada vez que la trama se desplaza a la capital de los Siete Reinos entramos en un muy disfrutable festival de diálogos cortantes y expresiones faciales que valen su peso en oro. Y en esas caras que no tienen precio habría que añadir a Daenerys en sus tratos con el amo de esclavos en Astapor. Además, su frase de que "todos los hombres deben morir, pero nosotras no somos hombres" no sólo la afianza más como khaleesi indiscutible, sino que recuerda un poco, como apuntaba Adri por Twitter, a la profecía del Rey Brujo de "El Señor de los Anillos", que afirmaba que ningún hombre nacido de mujer podía matarlo. No contaba con que sería Eowyn, hija de Theoden, la que se encargaría de hacerlo (Tolkien afirmaba que era su manera de "corregir" una profecía similar que se hace en "Macbeth"). Ya que estamos con Dany, esta recopilación de todas las visiones que tiene en la Casa de los Eternos en "Choque de reyes" es muy interesante y muy útil.

Syfy estrenó ayer "Defiance" (esta noche llega a Syfy España), y por todas partes se recuerda que es el tipo de serie de aventuras de ciencia ficción que el canal descartó hace años por los procedimentales ligeros con toques fantásticos que han poblado su parrilla hasta hace muy poco. También se ha comentado mucho su naturaleza de experimento multimedia gracias a su sinergia con un videojuego online multijugador que complementa a la serie. Pero lo que interesa es ver si esta historia de una Tierra colonizada por los alienígenas, y arrasada por la antigua guerra contra ellos, es entretenida, algo a lo que apunta en su primer capítulo. Es un piloto clásico de presentación y construcción del mundo, con muchos toques del western y una pareja protagonista (el humano Nolan y la alien Irisa) que promete desde el primer momento. Syfy tuvo en su momento space operas tan sumamente entretenidas, y que le funcionaban muy bien en audiencia, como "Stargate Atlantis", así que las expectativas sobre "Defiance" van más por ese camino que por el de "Battlestar Galactica", que ya hemos visto que es una sombra demasiado alargada y hasta intimidatoria. Pero Ron Moore va a tener nueva serie en el canal el próximo otoño, "Helix", sobre científicos enfrentados a una gran amenaza en una base del Ártico, así que mejor nos reservamos las comparaciones con los cylones para cuando la veamos, aunque probablemente no tendrán nada que ver una con la otra.

15 abril 2013

Una toma de contacto con el Doctor

Una serie que cumpla 50 años desde su estreno emitiendo capítulos nuevos todas las semanas no es algo habitual. Pero es que "Doctor Who" no es una serie convencional. Ya simplemente tener un protagonista que puede regenerarse, con lo que se puede cambiar de actor sin demasiadas complicaciones, le otorga su particularidad, y el hecho de que ese protagonista tenga la capacidad de viajar a cualquier punto del tiempo y del espacio amplía el mundo de la serie hasta unas dimensiones difíciles de igualar por cualquier otro título actual. El fandom whovian ha ido ampliándose desde que Russell T. Davies recuperó la serie en 2005 (se había pasado casi veinte años fuera de la BBC, porque muchos fans aplican fanesia con aquella tv movie de 1996), atravesando por diversas etapas de mayor interés cuando cambiaba el actor que interpretaba al Doctor o cuando Steven Moffat tomó las riendas como nuevo productor ejecutivo, en la quinta entrega.

En todas esas ocasiones, siempre se ha intentado ofrecer a los néofitos una guía de visionado de "Doctor Who" (de la nueva encarnación; como siempre, para saber más de la clásica, mejor pasaos por aquí), para que decidan si quieren empezar por la primera temporada, la de Christopher Eccleston como el Noveno Doctor, o si prefieren iniciarse con David Tennant (en la segunda) o con Matt Smith (en la quinta), pero a veces, lo que esos neófitos quieren no es tanto una guía como un aperitivo, una colección de episodios que les ayuden a hacerse una idea de qué es eso de "Doctor Who", y que les permitan saber a partir de ahí si le darán una oportunidad a la serie con un visionado como los Señores del Tiempo mandan. Esta mañana, por ejemplo, había una conversación por Twitter sobre qué capítulos podía ver alguien que jamás hubiera visto a la TARDIS en acción como toma de contacto, y salieron tantas ideas, que casi lo mejor es recopilar unos cuantos en una entrada. Esto no es una recomendación (bueno, sí) ni una guía de visionado, ni una lista de los mejores capítulos, sino una recopilación de diez episodios que pueden ayudar a los novatos a hacerse una idea de lo que es "Doctor Who".

1. "The empty child"+"The Doctor dances" (1x09+1x10): Niños que dan mal rollo en la Segunda Guerra Mundial. Es doble, así que cuenta como uno.
2. "The Christmas invasion" (especial de Navidad 2x00): Tenemos regeneración del Doctor e invasión extraterrestre.
3. "The girl in the fireplace" (2x04): En la sección "El Doctor se cruza con personajes históricos", éste con Madame de Pompadour es de los mejores.
4. "The Shakespeare Code" (3x02): Brujas alienígenas, Shakespeare, Harry Potter y tontunas varias realmente divertidas.
5. "Blink" (3x10): Los monstruos son una parte muy importante de la serie, y pocos dan más miedo que los Ángeles Llorones.
6. "Planet of the Ood (4x03): Un clásico, las historias sobre alienígenas que no son lo que parecen.
7. "Midnight" (4x10): Tensión en un recinto cerrado.
8. "Vincent and the Doctor" (5x10): El Doctor se cruza con Van Gogh, y deja un episodio muy emotivo.
9. "The impossible astronaut"+"Day of the Moon" (6x01+6x02): Es uno de los ejemplos más depurados y alambicados de los puzzles y misterios que construye Moffat. Y está el Silencio.
10. "The Snowmen" (especial de Navidad 7x06): Los especiales navideños no siempre funcionan, pero éste es muy efectivo.

La lista puede ampliarse todo lo que queráis, pero diez es un buen número para echar un vistazo panorámico a la versión moderna de "Doctor Who". Se han quedado fuera grandes capítulos como el doble "Human nature"+"Family of blood", de la tercera temporada, o el especial "The waters of Mars", emitido entre la cuarta y la quinta entrega, pero ya pueden verse cuando los neófitos se pongan manos a la obra con toda la serie. Como decía el Décimo Doctor, "allons-y".

P.D. podcastero: Ya está aquí el nuevo "Yo disparé a JR", con el recordatorio mensual a una serie "vieja" incluido.

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- 0':"How to live with your parents".
- 16': "Broadchurch".
- 32': "Mad Men" (spoilers hasta 6x02).
- 53': La cuarta temporada de "Cougar Town".
- 65': "The OC".

14 abril 2013

La joven Carrie

Cuando The CW estrenó "The Carrie diaries", prácticamente todas las opiniones se dividían en dos lados: "quién pensó que era necesario hacer una precuela de 'Sexo en Nueva York'" y "esto no coincide con lo que la serie de HBO nos contó sobre la familia y la adolescencia de Carrie" (esto es muy interesante, porque es una discrepancia que viene del libro de Candace Bushnell en el que se basa la serie de The CW, escrito tras el final de "Sexo en Nueva York"). Trece capítulos más tarde, después de concluir una primera temporada que no está claro que vaya a tener continuación, "The Carrie diaries" ha resultado tener un "alma", como decían en "Las ruinas de Invernalia", y un encanto muy particular, bastante retro y anclado en su actriz protagonista, AnnaSophia Robb, que es la verdadera revelación de la serie (y a la que veremos próximamente en "The way, way back", el debut en la dirección de Nat Faxon y Jim Rash). Robb lleva el peso del 80% de las historias que se cuentan en cada episodio, y lo hace con energía y encanto, si me permitís la repetición de la palabra, transmitiendo la sensación de que la Carrie Bradshaw treintañera que todos conocemos pudo realmente ser así cuando tenía 17 años.

"The Carrie diaries" tiene dos partes bastante diferenciadas; el instituto en Castlebury, y el trabajo de Carrie en Manhattan, en la revista "Interview". Tiene también esa ambientación en unos 80 que son más una construcción de los recuerdos de los guionistas, y de las películas de John Hughes, que una ambientación realista como la de "The Americans", y sobre todo tiene cierta preocupación por desarrollar a sus personajes femeninos adolescentes, a Carrie, Maggie, Mouse y Dorrit, la hermana pequeña de Carrie. La trama de Castlebury funciona sorprendentemente muy bien. Es una historia de instituto de las de siempre, pero que tiene cierta chispa y vida, y el grupo de amigos de la joven Bradshaw, que incluye a Walt y el descubrimiento de su sexualidad, tiene una buena dinámica. Hasta Sebastian, la versión de Mr. Big de la serie, termina resultando mejor de lo que debería. Es la subtrama en Nueva York lo que queda a veces extraño, como si fuera sólo una excusa para lanzarnos todas las referencias ochenteras que puedan. Ahí, Larissa funciona como toque excéntrico y, en ocasiones, muy pasado de rosca, y como acicate para que Carrie persiga sus sueños y salga adelante por sí misma, sin depender de ningún novio. Porque resulta curioso como, muchas veces, Carrie tiene que elegir entre Sebastian y su trabajo, y casi siempre se decanta por lo segundo.

Es muy probable que "The Carrie diaries" no debería haber cuajado, a priori, en una serie teen tan digna como lo ha hecho, porque tenía todos los ingredientes para ser un desastre y no servir para nada más que para inspirar parodias como aquel "The Sopranos Diaries" de "Saturday Night Live", o para buscar todas las referencias que ha terminado haciendo a "Sexo en Nueva York". Pero ha terminado demostrando que el encanto de su piloto no era casual, y que aunque no deja de ser una serie de The CW, tenía cosas interesantes que decir. Quizás parte de la escasa recepción que ha tenido se debe al perverso efecto que causaron las dos películas de "Sexo en Nueva York", en especial la segunda, que algunos críticos creen que estropearon retroactivamente el legado de la comedia de la HBO. En este caso, hay mucho bagaje asociado a Carrie Bradshaw que "The Carrie diaries" tiene que superar para llegar a su público. Pero, de un modo inesperado, lo consigue.

Música de la semana: Lógicamente, la banda sonora de la serie es gloriosamente ochentera, con Madonna, Cyndi Lauper, A-Ha, Duran Duran, Bryan Adams, Donna Summer, New Order y hasta Stevie Nicks y ese "Edge of Seventeen" que probablemente muchos conozcáis más por haber prestado un sampler a "Bootylicious", de Destiny's Child. De todas esas canciones, la elegida va a ser "Brass in pocket", de Pretenders.

12 abril 2013

Viernes musical (26): "Buffy, la cazavampiros"



Cada vez que se habla de que una serie quiere hacer un capítulo musical, siempre acaba mencionándose el mismo referente, "Once more, with feeling", el episodio de ese estilo que "Buffy, la cazavampiros" hizo en la sexta temporada. La excusa para que todos los personajes cantaran era la acción de un demonio, y el propio Joss Whedon se encargó de componer todas las canciones y de escribir el capítulo como si fuera un musical clásico de Hollywood, en el que la música sirve para mostrarnos las emociones reales de los personajes.Whedon repetiría después experiencia en "Dr. Horrible's Sing Along Blog", aquella mini webserie que hizo durante la huelga de guionistas de 2007/08 de la que los fans no dejan de soñar con que habrá o una segunda parte, o un musical de Off Broadway (casi me lo imagino como subtrama en una tercera temporada de "Smash" que no veremos). Todos los actores de "Buffy" cantaron sus canciones en mayor o menor medida y con mayor o menor acierto. Algunos, como James Marsden Marsters y Amber Benson, podían cantar bastante bien, y otros, como la propia Sarah Michelle Gellar, tuvieron que ensayar de modo riguroso. Al fin y al cabo, ese "Walk through the fire" del vídeo es uno de los momentos importantes de Buffy. La banda sonora del capítulo, por cierto, está editada de forma independiente.

11 abril 2013

Cuando los éxitos se acaban

Siempre resulta muy interesante ver qué hacen las cadenas cuando se acaban sus mayores éxitos. En concreto, lo fascinante es ver cómo manejan ese momento los canales por cable, para los que una única serie puede significar entrar de repente en los radares de todo el mundo, empezar a crearse una imagen de marca y, con suerte, triunfar en audiencia y en los premios, y para los que el final de esa serie puede acarrear una travesía por el desierto que, en témirnos deportivos, diríamos que es un proceso de reconstrucción hasta que encuentren a su nuevo "jugador franquicia". A veces, la reconstrucción deriva en un cambio de la imagen que se habían creado con anterioridad, o puede consistir, precisamente, en volver a sus viejas señas de identidad. Syfy atravesó su momento de mayor "crisis", en cuanto a cambio, en 2009, cuando terminó "Battlestar Galactica" y acometió lo que ahora se denomina un rebranding, una reforma total de su imagen, empezando por su nombre (que pasó de Sci Fi a Syfy) y siguiendo por las series que emitía, que intentaban llegar a un público algo más amplio (y más femenino) que las aventuras espaciales con la que había nacido.

El debut de "Warehouse 13" marcó esa nueva época en el canal, una época que empezó a insinuarse en cuanto "Eureka" tomó el sitio de "Stargate SG-1" como la serie más vista, pero cinco años más tarde, el modelo de copiar las series de "cielos azules" de USA, con toques fantásticos, parece haberse agotado, y Syfy ha decidido mirar otra vez al espacio. Los nuevos proyectos que presentó en su upfront parecen ser un regreso a sus orígenes, un regreso cuyo adelanto llegará el próximo lunes con "Defiance", y que puede aprovechar el enorme tirón que está teniendo la ciencia ficción en el cine en los últimos tiempos. Pero Syfy no es la única cadena que ha tenido que buscar un nuevo camino para sobreponerse a la pérdida de la que había sido su faro y guía durante años. El caso de HBO y sus intentos por desarrollar nuevos éxitos (especialmente en los premios) desde el final de "Los Soprano" ha sido bien documentado y seguido por los críticos de ambos lados del charco, y no deja de ser curioso que, desarrollando "Boardwalk Empire" específicamente para ello, haya terminado siendo "Juego de tronos" su nuevo buque insignia (y que "True Blood" los sacara de la "depresión" post-Tony Soprano).

Y AMC podría haberse visto en una situación parecida el año que viene, cuando "Breaking Bad" ya no estará en antena y "Mad Men" emitirá su último capítulo, pero el fenómeno que tiene entre manos con "The Walking Dead" le ha ganado algo de tiempo y le ha permitido ir variando lentamente su programación, que ahora está compuesta por realities con algún nexo de unión temático con sus series y policíacos atmosféricos. Va a ser digno de estudio seguir el camino que está emprendiendo A&E, canal conocido hasta hace muy poco por sus realities realmente chungos tipo "Intervention", que ha ido adentrándose cada vez un poco más en la arena de la ficción de producción propia. "Bates Motel" no es su primera serie (ahí está "The Glades", y el verano pasado tuvo un buen éxito con "Longmire"), pero sí puede ser la que le ha otorgado más visbilidad, y ahora tienen que afianzar esa nueva posición. Es más o menos lo mismo que History está haciendo con "Vikings", que debe confirmar que lo que comenzaron con "Hatfields & McCoys" no era flor de un día.

Las networks son harina de otro costal. Las normas que las rigen no son exactamente iguales que las del cable y, para ellas, tener un éxito de nicho no sirve prácticamente para nada. La reconstrucción de NBC es, por supuesto, la que atrae más atención porque no parece haber una línea muy concreta sobre la imagen que la cadena quiere proyectar de ella misma. Su única certeza es que, de momento, "The Voice" es su pasaporte hacia la salida del pozo, ¿pero por cuánto tiempo?

10 abril 2013

La píldora amarga

Originalmente, "Efectos secundarios", la última (en teoría, literalmente última) película de Steven Soderbergh, iba a llamarse como el título de esta entrada, "The bitter pill", una expresión que hace referencia explícitamente al tema sobre el que gira la historia pero que, además, puede entenderse como un mal trago por el que tiene que pasar alguien. Ambas acepciones casan bien con lo que cuenta esta cinta, descrita como thriller psicológico y que funciona con gran precisión en todas las cosas que nos muestra y en los giros propios del género. Es complicado hablar de ella (y recomendarla, porque merece la pena) sin adelantar prácticamente nada de su trama, en el mejor estilo de Matthew Weiner, pero es así, sabiendo lo mínimo imprescindible, como mejor se puede disfrutar. Soderbergh aseguraba en una entrevista en Total Film, el pasado verano, que para mantener en lo posible el secretismo alrededor de "Efectos secundarios" habían llegado a preguntarse "¿deberíamos no preestrenar la película? Es una discusión constante entre nosotros sobre cómo debemos mantener estos puntos de la historia en secreto", y añadía sobre los giros en la trama que "son cosas que esperas en este género. Pero hoy en día es muy complicado mantener el silencio".

Se puede contar que el punto de partida es una joven que atraviesa circunstancias difíciles en su vida y acude a un psiquiatra para tratarse de la depresión que sufre. Con eso basta para que nos dejemos llevar por una historia a la que es muy tentador acusar de tramposa cuando, en realidad, no lo es (sólo hay que prestar un poco de atención), y que está dirigida con sobriedad y con firmeza. Se asienta, además, sobre dos asuntos muy relevantes en la sociedad actual, siendo uno de ellos esa "afición" por las pastillas que hemos desarrollado para resolver casi cualquier problema, y que toca de forma tangencial el poder de la industria farmaceútica, un asunto bastante poco tratado en el cine, por cierto, pero que daría para una miniserie mucho más turbia y perturbadora que "House of Cards". A veces, parece que "Efectos secundarios" la haya dirigido David Fincher en lugar de Soderbergh, que además utiliza muy bien el silencio para potenciar determinados momentos.

Hay puntos menos conseguidos, pero el conjunto los termina superando. Rooney Mara y Jude Law están los dos muy bien en sus papeles de paciente y psiquiatra, y ahora yo tengo curiosidad por ver qué ha hecho el director, con uno de esos cambios de tercio tan habituales en él, con "Behind the candelabra", la tv movie que dirigió para HBO sobre el excesivo pianista Liberace y su amante, y que la cadena estrenará el 26 de mayo. La película ha adquirido todavía más relevancia porque a Liberace lo interpreta Michael Douglas en lo que es su regreso tras superar aquel cáncer de garganta que le diagnosticaron hace tres años, y apunta desde luego a ser el nuevo rival a batir en las categorías de tv movies y miniseries en los próximos Emmy y Globos de Oro. ¿O se volverán los académicos tan locos por "La Biblia" como la audiencia de History Channel?

09 abril 2013

Más Peggy y menos Don

Cuando "Mad Men" empezó, su personaje central, el que atraía más la atención y tenía al público más fascinado, era Don Draper. Al fin y al cabo, era su gran protagonista desde el primer capítulo, y toda la serie está contando su lenta caída desde la cima (y, por ende, el fin de un modo de entender la vida y el "sueño americano"). Su hermetismo sobre su pasado, su talento para encontrar ideas que den en el clavo a la hora de vender algún producto, su magnetismo con las mujeres o su divertida (pero superficial) amistad con Roger Sterling lo elevaron rápidamente a los altares de los personajes complejos, de los antihéroes que protagonizan las series más prestigiosas (porque no olvidemos que Don engaña sistemáticamente a su mujer, maltrata verbalmente a sus empleados y tiene un serio problema con el alcohol), pero ha ocurrido una cosa curiosa conforme han pasado las temporadas de la serie y hemos llegado a una sexta en la que la historia está ya más cerca de los 70 que de los 50; Don ha perdido interés y lo han ganado algunas de las mujeres a su alrededor.

Las crisis de identidad del señor Draper las hemos visto ya bastantes veces y, evidentemente, su única evolución va a ser hacia una mayor oscuridad (las alegorías con la muerte empiezan a ser demasiado obvias), pero mientras él está básicamente estancado, personajes como Peggy y Joan han ido creciendo y madurando. Sus problemas no son exactamente los mismos que al principio y, en el caso de Peggy, bien puede ser el personaje más interesante de "Mad Men" desde hace un par de temporadas (y el que deja mejores gifs de todos). Su ascenso profesional se ha ido viendo en paralelo a su maduración como persona y, en parte, representa muy bien los cambios en los roles de las mujeres que se produjeron a partir de finales de los 60. Peggy adora su trabajo y quiere ser la mejor en él, mientras Joan, por su parte, no quiere ser definida por los hombres en su vida, y se da cuenta de que la oficina (donde es muy respetada) le ofrece esa independencia que su marido cohartaba, aunque al principio de la serie pensara de otro modo. La oportunidad de que Peggy siga un camino parecido al de Don en esta sexta temporada puede dejar buenos momentos en una serie en la que las mujeres han ido tomando poco a poco el protagonismo que tenían los hombres inicialmente, incluso aunque éstos sigan figurando más prominentemente.

De hecho, los hombres de "Mad Men" parecen representar, en general, el pasado, mientras las mujeres representan el futuro. Y mientras la crítica estadounidense elogia a Matthew Weiner por el modo en el que muestra ese cambio en los roles de género, también le afea que, adentrándose en años tan convulsos en la lucha por los derechos civiles como los de finales de los 60, no esté a la altura al tratar la cuestión racial. Lo cierto es que deberíamos decir, un poco en su descargo, que la integración de hechos históricos en la trama no es uno de los fuertes de la serie. La mitad de las veces se notan forzados (aquella metáfora entre el asesinato de Kennedy y el futuro de la agencia, por ejemplo), y cuando algunos personajes explicitan determinadas ideas que formaban parte de la época (como ese okupa que habla con Betty en el primer episodio de la sexta entrega), "Mad Men" pierde toda la sutileza que la caracteriza habitualmente. Los nuevos capítulos van a ambientarse en 1968, un año realmente convulso y lleno de acontecimientos fundamentales (incluidos los asesinatos de Martin Luther King Jr. y Bobby Kennedy), y lo que sí se nota es que segñun se acerca a 1970, la serie se suelta más formalmente y se adapta a los tiempos.

08 abril 2013

Aventuras sin electricidad

Desde que empezó 2013, una cuestión sobrevolaba los análisis sobre las audiencias en la televisión estadounidense: ¿sería suficiente la vuelta de "The Voice" y "Revolution" para sacar a la NBC del pozo profundísimo en el que había caído durante el hiato de ambos programas? En la cadena debían estar a punto de sacar en procesión a San Judas, patrón de los imposibles, para que marzo se diera prisa en llegar y pudieran olvidarse de cómo los primeros compases del año hasta habían hundido las dos comedias de estreno que podían considerarse éxitos relativos en otoño, "Go on" y "The new normal". Sin embargo, y como es ya tradicional en cuanto llega la primavera, las audiencias de "Revolution" tras un parón tan largo se han resentido ligeramente, y aunque sigue siendo de lo que mejor le funciona a la cadena, no hay que echar las campanas al vuelo. Durante sus primeros meses en emisión, los críticos se sorprendían de que fuera éste, y no cualquier otro de los intentos de lograr un éxito con una historia de ciencia ficción serializada y con un misterio en su centro, el que hubiera logrado atrapar a la audiencia, pero todavía no hemos llegado a mayo y, aunque su renovación es bastante probable (al menos, según "TV by the numbers"), nunca se sabe qué nuevos desastres pueden pasar en el 30 de Rockefeller Plaza.

De momento, Eric Kripke sigue con su plan de convertir "Revolution" en una serie de aventuras que no tenga que estar pendiente de si se resuelve la incógnita con la que empezó o no. (Por si acaso, avisemos de que, a partir de aquí, habrá SPOILERS sobre los dos primeros capítulos del regreso de la serie). Para empezar, ya sabemos por qué se produjo el gran apagón (una nueva arma experimental desarrollada por el Departamento de Defensa, y utilizada sin las suficientes pruebas sobre sus daños colaterales) y que el gran villano real no es tanto Monroe como Randall Flynn, el hombre a cuyas órdenes trabajaban Rachel y su marido y que parece que quiere transformarse en el poder en la sombra que maneje los hilos de hombres sedientos de poder como el propio Monroe. No contento con desvelar su plan de juego, Kripke también ha dado otro golpe de timón a la trama, y es que Danny (alias "Kim Bauer 2"), el hermano que Charlie se pasa buscando toda la primera mitad de la temporada, acaba muriendo en una escaramuza con la Milicia.

Ya tenemos así otra fuente de conflicto para el que es claramente el trío principal de la serie, el que forman Rachel, Charlie y Miles, y también una muestra de algo que hay que reconocerle a "Revolution", y es el propósito de mantener la trama en movimiento. No quieren depender de la resolución de un misterio que, si se alarga demasiado, termina por volver en su contra a los fans, y prefieren lanzarse por el camino de las aventuras entre unos tipos con malas intenciones y los rebeldes que pelean contra su tiranía, contando con menos medios pero, en teoría, con corazones más puros. Vamos, lo clásico en estos casos (en "Io9" han decidido que, a partir de ahora, su tema es la carrera armamentística). Lo cierto es que la muerte de Danny y la mayor integración de Randall en la historia traen un cambio que puede hacer que la serie sea más entretenida, sin que de repente vaya a ser el mejor estreno del año. La voluntad de "Revolution" por seguir adelante y por retocar lo que no terminaba de funcionar merece un reconocimiento, aunque sea pequeño.

Miles continúa siendo el Han Solo de la serie, y Charlie ha mejorado algo en cuanto ha dejado de ser el centro de la historia, pero Rachel, que en teoría debería ser uno de los personajes más interesantes por su implicación pasada en la provocación del apagón, no termina de cuajar. Al menos, "Revolution" también ha decidido que sus personajes van a compartir información, en lugar de ocultársela entre ellos por sistema, y quizás este nuevo status quo eleve un poco el factor de diversión en los últimos episodios de la temporada. Pero aún no ha llegado ahí.

P.D. podcastero: Aquí estamos de nuevo con otra edición de "Yo disparé a JR", en la que Daniel López, de "Del sofá a la cocina" y "El noveno podcast", nos ayuda a comentar el final de la tercera temporada de "The Walking Dead".

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- 0': "Hannibal"
- 13': "Juego de tronos"
- 24': "The Walking Dead" (spoilers hasta el 3x16)
- 57': "Doctor Who"
- 66': "Top of the lake" (spoilers hasta el 1x04)

07 abril 2013

El "prejuicio" de la serialización


Esta semana, aprovechando el estupendo final de la cuarta temporada de "Justified", surgieron por Twitter algunas conversaciones bastante interesantes sobre qué cosas hacían a esta serie ser como es. Había quien señalaba que adoptar una mayor serialización en la segunda temporada le había permitido dar un notable salto cualitativo, mientras había otros que se extrañaban de que alguien pudiera pensar que el principal objetivo de Graham Yost y los suyos no era más que entretener al espectador (ese alguien soy yo, lo reconozco). Los dos asuntos traen a colación algo que parece ser un daño colateral de toda esta afición por las series que hay por Internet, de esa idea de que, como vemos muchas series, nos volvemos más exigentes y, diría yo, a veces buscamos también significados ocultos donde no los hay (no todas son "Mad Men", que pretende analizar el papel del hombre en la sociedad en cada mirada al infinito de Don Draper). A veces, da la sensación de que sólo decimos que una serie es buena si está serializada y tiene pretensiones de trascendencia detrás, pero "Justified" demuestra que todo eso no es necesario para lograr un producto de calidad y que enganche a la audiencia.

La primera temporada de la serie tenía un esquema más autoconclusivo, es cierto, con Raylan persiguiendo a un fugitivo por episodio mientras, al fondo, empezaba a tejerse la madeja de su relación con Boyd, con su padre y, por extensión, con todo el condado de Harlan. Pero eso no quiere decir que fuera una serie del montón. Estaba presentándonos a su protagonista y al mundo en el que se mueve, y desde el piloto desplegaba esos cuidados diálogos que ahora todos sus fans adoramos. Aún estaban tomándole el pulso a la historia y, por eso, no todos los episodios funcionaban igual de bien (aunque aquel fugitivo dentista sigue siendo uno de los "malos" más divertidos que han tenido), pero empezaban a emerger los personajes, empezábamos a conocer a Ava, a Winona, a Art, y ese proceso era realmente entretenido. Quien se aburriera porque estaba viendo un "procedimental", quizás pensara que iba a ver la versión en hillbilly de "Uno de los nuestros", o algo así. Cuántas decepciones nos hemos llevado por pensar automáticamente que serialización es sinónimo de mayor interés.

En las siguientes entregas, sus responsables se han movido por el impulso de no repetirse, de no hacer lo mismo que ya habían hecho en la temporada anterior. Así que comenzaron a darle más importancia a una trama serializada, pero salpicándola de otras historias que a lo mejor se resolvían en un único capítulo, o en tres. En esta cuarta temporada hemos tenido un par de ellas, y no han desmerecido el nivel general de la entrega. Yost ha expresado en varias entrevistas que buscan ofrecer una experiencia entretenida y divertida de ver para el espectador, y que a ellos les motive a seguir trabajando. ¿Qué después "Justified" adquiere otras capas que pueden hablar sobre el peso de la familia, o de los principios éticos de cada uno (ay, Ava), o de esa comunidad dejada de la mano de Dios que es gran parte de Harlan? La guinda del pastel. Pero sus pretensiones son, en un principio, bastante sencillas y, al mismo tiempo, bastante complicadas, porque no resulta tan fácil buscar sólo entretener y tener un éxito casi incontestable en ello (echad un vistazo a "Revolution" y lo entenderéis).

Conforme transcurren los episodios y las temporadas, todos los personajes acarrean un pasado que permea inevitablemente sus interacciones y los casos que se cuentan, y que da otra capa más a la serie. Hay algunas historias que acaban adoptando un cariz trágico que al principio no esperábamos (como todo lo relacionado con Ellen May), y no es extraño que el clímax de alguna historia sea un duelo de pistoleros al más clásico estilo del western. "Justified" es una de las series que hace pasar un mejor rato de la televisión actual, una serie que siempre quiere ofrecer al espectador 45 minutos en los que disfrute. Todo lo que venga añadido a eso (que es bastante), bienvenido sea.

Música de la semana: Ya comentamos hace varias semanas que se notaba el cambio de showrunner en "Smash" especialmente en las canciones que se elegían para hacer versiones. Por ejemplo, este "Some boys" de Death Cab for Cutie que podría haber sonado perfectamente en "Gossip Girl", la otra serie en la que participó Josh Safran antes de caer en "Smash".

05 abril 2013

Los spoilers de Matthew Weiner

Desde hace un par de temporadas, resulta muy interesante leer las piezas que los críticos estadounidenses escriben como previas al estreno de una nueva temporada de "Mad Men". Por lo general, han podido ver ya el primer capítulo, y AMC ya ha hecho públicas varias imágenes promocionales y algún que otro trailer, pero al contrario de lo que pasa con otras series, esas imágenes y esos trailers no desvelan nada de la nueva temporada, y los críticos no pueden contar prácticamente ningún aspecto de dicho capítulo inicial. Con el aterrizaje de su sexta entrega sólo una semana después de que HBO hiciera lo propio con la tercera de "Juego de tronos", resulta sumamente curioso apreciar las dos estrategias, radicalmente distintas, que llevan ambas cadenas en la promoción de ambas series. Mientras HBO inunda la red de fotos, teasers, making of y trailers varios casi desde el día siguiente al final de la temporada anterior, AMC no lanza ni un mísero poster hasta un mes, más o menos, antes del estreno, y todas sus imágenes son crípticas y renuncian a adelantar explícitamente nada de lo que va a pasar.

Estas dos estrategias tan dispares surgen de las diferencias intrínsecas de cada serie. "Juego de tronos" está basada en una muy exitosa saga de los libros y contaba ya antes del estreno de su primera temporada con una base preexistente de fans que tenían gran curiosidad por ver cómo se adaptaban a la pantalla sus libros favoritos, además de ser todo un fenómeno de audiencia, pirateo por Internet y venta de DVDs. "Mad Men", por su parte, es una serie de nicho cuyo éxito nunca se ha medido en cifras de audiencia, sino en premios y en elogios de la crítica, y además, tiene al frente a un creador y showrunner, Matthew Weiner, que está obsesionado por controlar hasta el más mínimo detalle de su producción, incluidos los spoilers que pueden aparecer en los medios. Esto, en un principio, no es algo malo; Weiner siempre afirma que quiere preservar la experiencia de los espectadores al enfrentarse por primera vez a un capítulo de "Mad Men", pero para los críticos está llegando a un punto que roza el ridículo.

En casi todos los artículos que han ido apareciendo estos días en las webs americanas sobre la sexta temporada, se ha hablado más sobre la política anti-spoilers de Weiner que sobre las virtudes de la serie. Con su DVD del primer episodio, los periodistas reciben una extensa carta del guionista detallando los puntos que no pueden tocar en sus críticas de dicho episodio (ni siquiera pueden mencionar el año en el que se sitúa la acción ni confirmar que las fotos que han aparecido del rodaje en Hawai corresponden a esta temporada). Es de suponer que seis años plegándose a estas peticiones al final tienen que cansar, y no pocos críticos han afirmado que esta paranoia de Weiner no sólo dificulta su trabajo, sino que hasta puede acarrear una percepción errónea de lo que es la serie, como si estuviera basada en las sorpresas y los giros de guión cual versión con publicistas de los 60 de "24". Está llegando a un punto de autoparodia que distrae de lo que debería importar, que es la calidad de "Mad Men", y no las peculiaridades y obsesiones de su creador.

Estos últimos días, además, ha surgido por Twitter un debate sobre estos guionistas que son jefes absolutos de sus creaciones (lo cual está bien) a raíz del anuncio de que cierto actor de "Girls" no aparecerá en la tercera temporada por "diferencias creativas" con su creadora, Lena Dunham. Los principales comentarios iban siempre encaminados a hablar del ego de Dunham (habría mucho que hablar aquí, pero será en otra ocasión), y al final derivó todo hacia una charla sobre el poder que pueden tener estos showrunners omniscientes en producciones de cable. Siempre dependen de la libertad que les dé la cadena, de su propia personalidad y de la naturaleza del trabajo que hagan en la serie, y siempre habrá también algunos a los que se les acabe subiendo a la cabeza. Otra cuestión es si la prensa no tiene también parte de culpa al adorar incondicionalmente a algunos de ellos.