30 junio 2014

Mis dobles y yo

Es curiosa la moda que ha surgido últimamente de tener dobles (ya sean clones o clásicos doppelgängers) protagonizando películas y series de todo tipo. En cine, por ejemplo, en el último año se ha estrenado “Enemy” de Dennis Villeneuve, “The double” de Richard Ayoade y “Mi otro yo” de Isabel Coixet ( y no hace falta que nos remontemos a “Inseparables”), y en televisión terminó hace muy poco la segunda temporada de “Orphan Black”, una serie cuyo fuerte está en lo bien retratados que están sus clones protagonistas (y no sólo porque Tatiana Maslany se encargue de darles vida). El recurso del “gemelo malvado” ha sido, durante mucho tiempo, un truco muy útil para las telenovelas para justificar todo tipo de acciones estrambóticas que no encajaban con el carácter de determinado personaje, y para la ciencia ficción era la excusa perfecta para enfrentar a sus protagonistas a otro recurso clásico, el del “mundo al revés”, en el que veían una versión maligna de sí mismos, la versión que los habría dominado si cierto evento no hubiera ocurrido de una manera en concreto.

Ese punto de partida, el de los hechos que derivan hacia otro camino distinto, es lo que nutre a las historias de mundos paralelos. En televisión, aparte de capítulos especiales de las diferentes series de “Star Trek”, el mejor ejemplo de eso ha sido “Fringe”, en la que los dobles de sus personajes eran las versiones existentes en el universo paralelo, en el Over There marcado por el intento de Walter de salvar a su hijo. El enfrentamiento entre ambas realidades, que tarda toda una temporada en hacer su gran entrada en la serie, es lo que le confiere la nota diferenciadora y el interés, sobre todo porque en ambos universos se pone un especial cuidado por construirlos y por hacernos llegar la humanidad de quienes los habitan.

Diferentes versiones hay también en “Battlestar Galactica”, pero esta es más la modalidad “cadena de montaje”. Estos cylones, modelos robóticos con apariencia humana, se acercan más a los clones, con la diferencia de que los clones se “fabrican” a partir de material genético humano. Su infiltración entre la población de las Doce Colonias lleva a que cada modelo, definido por un número y con unas características determinadas, vaya adquiriendo cualidades individuales que no comparten con nadie más. Caprica Seis es distinta de Gina, de una Seis genérica y de la Seis revolucionara que vemos en algún momento, y lo que las separa a unas de otras son las distintas experiencias que atraviesa cada una. En ese aspecto, los cylones y los clones de “Orphan Black” guardan puntos de contacto, aunque los segundos no son unas máquinas programadas para exterminar a sus creadores.

En el folklore alemán, la aparición de un doppelgänger era un augurio de muerte, y aunque todavía puede tener connotaciones ominosas en las obras audiovisuales, la tendencia, al menos en televisión, es a explorar las razones por las que esos dobles son diferentes. ¿Es una cuestión social? ¿De nacimiento? ¿Pueden uno y otro reconciliar los aspectos que los separan, muy evidentes aunque físicamente sean iguales? El empleo más típico de estos desdoblamientos está en un capítulo de “Doctor en Alaska” en el que Joel sueña con que llega a Cicely otra versión de él mucho más segura de sí misma y atrevida, una versión que, por ejemplo, no tiene las mismas contemplaciones que él a la hora de ligarse a Maggie O’Connell. El doble acaba representando las partes de nosotros que nos empeñamos en enterrar.

29 junio 2014

El relámpago humano

Unos de los mejores episodios de la muy entretenida segunda temporada de "Arrow" fueron los dos en los que se introdujo a Barry Allen, el analista forense de Central City que acude a Starling City a asistir con un caso en concreto. Más que un backdoor pilot, o que una excusa para un spin-off, lo que sus responsables buscaban era más presentar a Barry, hacer que los espectadores se familiarizaran algo con él antes de que protagonizara su propia serie, "The Flash", que es uno de los estrenos esperados con más curiosidad para el próximo otoño. Con "Arrow" consolidada como un éxito para The CW, y DC expandiendo su alcance en televisión con "Gotham" en FOX y "Constantine" en NBC, será interesante comprobar cómo resulta la serie más convencionalmente de superhéroes de todas, y una que ya tuvo en 1990 un primer intento que no salió del todo bien.

Aquella primera "Flash, el relámpago humano" llegó a CBS en pleno furor por el "Batman" de Tim Burton, pero la cadena y sus guionistas nunca se pusieron de acuerdo en el tipo de serie que querían, si preferían que fuera más oscura y burtoniana (como indicaba su sintonía), o si querían algo más familiar y ligero. El resultado fue la cancelación al final de la primera temporada. Esta nueva "The Flash" sí parecer tener más claro que va a ser más "luminosa" que "Arrow", con un héroe que, aunque también lleva a cuestas un trauma personal, es menos serio. Cuando Barry se da cuenta de que es capaz de correr a altísima velocidad, su primera reacción es de maravilla, de pensar que es algo genial. Sólo más adelante, cuando se da cuenta de que, efectivamente, un gran poder conlleva una gran responsabillidad, es cuando Barry se pone serio sobre ayudar a la gente, sobre seguir el ejemplo de Oliver Queen y ser un héroe para Central City.

El piloto de "The Flash" es la clásica historia de origen de un superhéroe. Barry sufrió una tragedia familiar cuando era niño que lucha por comprender, adquiere sus poderes por accidente, y es el único que puede detener a otras personas como él, pero que emplean sus habilidades sobrehumanas en su propio beneficio, y para hacer el mal. Barry, además, cuenta con el apoyo del típico equipo de científicos que no sólo vigila su bienestar físico, sino que le ayuda a encontrar a los villanos, y hasta hay un giro final que sugiere que las cosas no son tan sencillas como podrían parecer. Es un capítulo muy entretenido, que presenta enseguida el conflicto del protagonista y que hasta destaca que "The Flash" y "Arrow" comparten el mismo universo, aunque la primera tenga, a priori, un tono más jovial, como si dijéramos. La posibilidad de que haya crossovers está ahí (casi se da por sentado que Felicity y los dos científicos del equipo de Allen serán los enlaces entre ambas series), pero aún tenemos que ver si el relámpago rojo logra atraer la atención del público.

Música de la semana: No es tan extraño que un sector del público tenga dificultades para distinguir a Flash de Flash Gordon, por muy diferentes que sean ambos héroes. Así que es normal que haya quien piense que "Flash", una de las canciones que Queen escribió para la muy ochentera y kitsch "Flash Gordon", en realidad habla de The Flash. No es el caso.

27 junio 2014

Los spoilers eternos

Los spoilers, esa polémica que es tan resistente a disiparse como una mancha de aceite en una camisa blanca, han vuelto a convertirse en el tema favorito de discusión en mesas redondas, charlas u otro tipo de actos organizados últimamente alrededor de las series de televisión. El interés creciente por éstas, y por la evolución en la manera de verlas, conlleva que periódicamente salten a primera plana las mismas cuestiones de siempre, aunque estén disfrazadas de daño colateral de los maratones de series o de los comentarios por Twitter de los últimos capítulos de los títulos de moda. En el blog Sólo un capítulo más, del diario 20 minutos, abordan de nuevo el asunto de los spoilers sobre todo a raíz de las posturas cada vez más extremas que se han instalado al respecto. Ya comentamos que cada vez se ha hecho más común leer eso de “unfollow a quien espoilee X”, llegando a un punto en que hasta se acusa de spoiler indirecto a quien tuiteé justo eso o a quien diga simplemente “capitulazo”.

El tema se ha ido de las manos, en eso podemos estar todos de acuerdo, y que a estas alturas aún tengamos que estar definiendo lo que es un spoiler es la confirmación definitiva (la polémica que hubo hace unas semanas por Twitter a raíz del curso MOOC de series, y a cuenta de posibles spoilers de “Juego de tronos” y de “Twin Peaks” en él, fue también significativa). La reacción por defecto en Twitter es casi siempre la indignación, así que es hasta normal que sólo se lean quejas porque hay gente comentando un episodio a las nueve de la mañana o porque tal Facebook oficial de una serie publica la foto de determinado personaje justo cuando acaba la emisión del capítulo. El clima que acaba creándose es de hipersensibilidad y hasta de cansancio; un asunto que podría solucionarse y dirigirse razonablemente bien tirando simplemente de sentido común, acaba convertido en un campo de minas en las redes sociales.

Si un episodio ya se ha emitido, técnicamente lo que ocurre en él deja de ser spoiler. Cuánto más tiempo pase, menos spoiler será. Si te topas de repente con la identidad del asesino de Laura Palmer, 25 años son muchos como para que todavía vayamos con paños calientes sobre ello, y si estás viendo la ceremonia de entrega de los Emmy sin haber visto los finales de temporada de algunas de las series más populares, tendrás que asumir que te destriparán unos cuantos giros importantes. La responsabilidad personal de cada uno, tanto al no desvelar spoilers como al asumir que nos enteremos de alguno, es la única manera de navegar un mundo en el que es virtualmente imposible ir virgen al visionado de las películas más esperadas, y aunque nos fastidie, no hay que rasgarse las vestiduras porque a alguien se le escapa el giro decisivo del noveno episodio de la ¡primera! Temporada de “Juego de tronos”, o el del piloto de “The Shield”. Qué es un spoiler es relativo, y no hay que hacer una montaña de lo que no deja de ser un grano de arena.

26 junio 2014

¿Un Emmy para el doctor Masters?



Hablar de las nominaciones de los Emmy es mucho más divertido antes de que se anuncien las nominaciones de los Emmy. Es algo que hemos comentado en más ocasiones, y las razones no pueden estar más claras; a dos semanas de que Carson Daly y Mindy Kaling lean los candidatos a la 64ª edición de estos premios, todavía podemos emocionarnos pensando que Tatiana Maslany por fin conseguirá la única nominación que se le escapa por ahora, que “Orange is the new black” entrará con fuerza en las categorías de comedia, que los académicos abrirán al menos la caja de los DVDs de “The americans” o que la fantástica banda sonora de “Penny Dreadful” se verá reconocida. En cuanto sea la noche del próximo día 10, tendremos casi una fotocopia de las nominaciones del año pasado y toda la diversión se habrá ido por el desagüe.

Pero de momento, todavía podemos especular (que es algo que hacemos en el último programa de Yo disparé a JR), y podemos pensar que si “The americans” no consiguió llamar la atención el año pasado porque FX no tiene suerte en los Emmy, Showtime puede este año dar la campanada con “Masters of sex”, que empieza además su segunda temporada el día 13. Fue uno de los mejores estrenos de la pasada temporada, y aunque la competencia con “Mad Men” puede terminar perjudicándola (¿dos series de época con protagonistas cerrados emocionalmente? A ver si los votantes se van a confundir…), realmente podría ser una de las renovadoras de la categorías de drama. Éstas son, de largo, las más competidas de los Emmy desde hace tiempo, por lo que conseguir meter la cabeza en ellas ya es un triunfo, pero el título de Showtime tiene posibilidades.

La más clara es la de Allison Janney como actriz invitada. “El ala oeste de la Casa Blanca” la convirtió en una de las favoritas de estos galardones, y su devastador retrato de Margaret Scully “robó” limpiamente muchos de los capítulos. Sus intentos por comprender a su marido (un homosexual “armarizado”, pero con un chapero habitual), por intentar comprender lo que Virginia Johnson le cuenta cuando intenta presentarse al estudio de Masters, hasta sus caras en las reuniones de juegos y cócteles con sus amigas figuran entre lo emocionalmente más intenso visto en 2013/14, y si se une todo esto a su papel como la madre ex alcohólica e irresponsable de “Mom”, le da una amplitud a su repertorio que podría ser su mejor carta de presentación para, directamente, llevarse un Emmy. Aunque en actriz invitada es probable que tenga dura competencia proveniente de “The good wife”, que aquí va camino de ser la nueva “Ley y orden: UVE”.

“Masters of sex” podría tener opciones de entrar en mejor drama, guiones y en actor y actriz principal (además de las candidaturas técnicas que pueda lograr por su vestuario y ambientación en los años 50), y aunque hay desnudos y sexo, realmente es una serie mucho menos “escandalosa” de lo que su título podría hacer suponer. Su interés está en las relaciones entre todos sus personajes, en el modo en el que el sexo les sirve para lograr una conexión con otra persona que consiga comprenderles y aceptarles. Evidentemente, es la dinámica entre Masters y Johnson lo que mueve la serie (y Michael Sheen y Lizzy Caplan son perfectamente merecedores de sendas nominaciones), pero no hay que olvidarse de la ética de trabajo y las ambiciones, trágicas al final, de la doctora DePaul, o de esa jovialidad que aportaba Jane. “Masters of sex” puede tanto amenazar el status quo de la categoría como ser olvidada, o reconocida sólo marginalmente, pero es la mejor baza de Showtime para sustituir el brillo desvaído de “Homeland” de cara a los Emmy.

25 junio 2014

Policías de la frontera


Las series de policías pueden ser, probablemente, el género menos sexy de la televisión. Automáticamente, se presupone que van a ser genéricas, nada más que un relleno de programación para atraer al público más adulto, que sus personajes no van a tener nada especial que las haga destacar y, lo peor, que van a encuadrarse en ese término que va camino de convertirse en el Voldemort de la televisión, la palabra que no debe ser nombrada por el temor que infunde en quienes la escuchan: procedimental. No vamos a engañarnos y decir que todo esto es falso, porque no es así. Series de policías olvidables e intercambiables se estrenan unas cuantas todas las temporadas, con sus casos autoconclusivos por episodio, su pareja de detectives con personalidades contrapuestas y su ambientación en una ciudad de la que rara vez vemos gran cosa, porque las calles falsas de un estudio de Burbank tienen que hacerse pasar por Filadelfia, por ejemplo.

Sin embargo, el género policial puede ser muy interesante si se hace bien, si hay otras ambiciones detrás de sus investigaciones y sus policías quemados y deseosos de retirarse que se dedican a dar baños de realidad a los novatos que llegan cargados de ideales sobre ayudar a la gente y mejorar el mundo. No todo va a ser ”The Wire”, un tratado sobre la sociedad urbana estadounidense disfrazado de serie de policías, pero tampoco es todo “Chicago PD”, en cuanto a su adscripción a los títulos de los 80 y los 90 centrados en seguir casi a toda una comisaría. En esta tesitura, es curiosa la posición en la que va a empezar su segunda temporada “The Bridge”. FX la estrena el 9 de julio (al día siguiente estará en FOX), y lo hace sin demasiada fanfarria. De hecho, casi toda la atención y la campaña de RR.PP. se la ha llevado “Tyrant”, que los críticos no han acogido con demasiada benevolencia,  y las peripecias de los detectives Sonya Cross y Marco Ruiz están pasando más desapercibidas.

La primera temporada ya se cerró un poco así, sin la misma atención que recibió la emisión de su piloto, pero quienes se quedaron hasta el final vieron cómo la serie presentaba un enorme potencial para la segunda entrega. “The Bridge” resolvió su caso, el que adaptaba de la escandinava “Bron/Broen”, a dos capítulos del final, y si esa investigación tuvo sus altibajos, y dejó fríos a no pocos espectadores, las líneas que se apuntaron en el cierre doble de la temporada permitían esperar con curiosidad la segunda. Ya comentamos que lo que diferenciaba al título sueco-danés eran los asuntos sociales que la trama utilizaba de fondo, y que el asesino en serie se dedicaba a resaltar con sus crímenes, y ese trasfondo social es lo que convierte a los remakes en piezas a priori interesantes de por sí por ver, precisamente, cómo se traslada todo eso a una nueva frontera. “The Tunnel” lo hizo con la franco-británica en el Eurotúnel, y “The Bridge” lo hace en la de Estados Unidos y México, y da la sensación de que el escenario se va a ver más explotado este año.

Si no visteis esa primera entrega de la serie de FX, pero tenéis cierta curiosidad, echadle un vistazo. Es cierto que la investigación termina dando menos de lo que promete y hay capítulos en el tramo intermedio que no acaban de cuajar, pero lo que sí logra presentar rápidamente es el microcosmos de la frontera y el tipo de gente que vive de ella, que se aprovecha de ella (y el tipo de gente que sufre por ello). También construye un dúo protagonista que es entretenido de ver, aunque la Sonya de Diane Kruger es controvertida entre el público (dejemos de compararla con la Saga de Sofia Hellin. Cada una debe sostenerse por sí misma). Pero su relación con el Marco de Demián Bichir le otorga a “The Bridge” el sostén sobre el que apoyar el resto de piezas, y la dinámica de Sonya con el capitán interpretado por Ted Levine es todo un hallazgo. Si habéis visto “Bron/Broen”, sabéis perfectamente cómo acaba el caso, pero las circunstancias a su alrededor son diferentes porque el escenario marca unas pautas diferentes. Y los dos periodistas de El Paso Times merecen que se les dé una oportunidad.

24 junio 2014

La televisión lenta

En su crítica del arranque de la segunda temporada de "Rectify", The Hollywood Reporter apunta que la serie de SundanceTV es el exponente principal de una nueva tendencia televisiva llamada Slow TV. De modo similar a esas respuestas al frenético estilo de vida moderno que son el slow living o el slow food, las series también han reaccionado a la necesidad de presentar al espectador capítulos frenéticos que no los dejen ni respirar yéndose al otro extremo, apostando por ritmos morosos que dejan que las cosas vayan pasando cuando tienen que pasar (no llegan al punto de los noruegos que lo iniciaron todo, por descontado). O, si nos ponemos en plan chistoso, son series de las que se dedican a ver crecer la hierba. Para "Rectify", ese ritmo pausado es fundamental para crear la atmósfera de total asombro y desconexión que siente Daniel al regresar a su pueblo tras 19 años en el corredor de la muerte.

El pueblo es de esos pequeños que los norteamericanos llaman "ciudad soñolienta", lugares en los que rara vez pasa algo, en los que todo el mundo se conoce, y en los que ser condenado a muerte por matar a tu novia del instituto, y luego quedar libre por un tecnicismo, no ayuda a tu reinserción en la vida normal. Mucho menos si eres como Daniel, alguien de quien sospechamos que siempre fue un poco peculiar, con una manera de ver el mundo diferente. En ningún momento se implica que tenga algún problema o trastorno, pero algo distinto hay en él, y ese algo se traslada a la serie a través de los planos de detalles pequeños, de los pies descalzos sobre la hierba del diamante de béisbol, o de esas viejas canciones que escuchaba cuando era adolescente. "Rectify", como buen ejemplo del Slow TV, es un gusto adquirido, una serie en la que puede resultar difícil encontrar un punto de agarre, pero que no te suelta si te dejas atrapar. Eso sí, si eres de los que te frustras porque no te dan respuestas, y te impacientas ante cualquier subtrama que creas que es de relleno, no es serie para tí.

Estos títulos lentos buscan otras cosas diferentes de la gratificación instantánea que pueden dar los giros constantes de guión. Una serie como la malograda "Rubicon", que empezaba bebiendo enormemente de los thrillers conspiratorios de los 70, utilizaba ese ritmo lento para ir desenredando poco a poco la complicada trama que investigaba Will Travers, y para generar tensión e inquietud. El ver la vida pasar le sirve a "Treme" para construir exactamente eso, un pedazo de la vida de los habitantes de ese barrio de Nueva Orleans, principalmente. Y hasta "Penny Dreadful", pese a encuadrarse dentro del terror regado con sexo y sangre, renuncia testarudamente a imprimir velocidad a sus episodios. La serie se permite el lujo, en una temporada de ocho capítulos, de parar la trama principal alrededor de Sir Malcolm para dedicar sendos capítulos al pasado del doctor Frankenstein y al de Vanessa Ives (éste último, muy revelador de lo visto anteriormente), y se dedica a prestar más atención a la cadencia de las palabras dichas por sus personajes que a encadenar ataques de seres de la noche, aunque también los hay.

Una serie lenta no tiene por qué ser aburrida ni mala por defecto. La televisión tiene encaje para "Rectify" y para "American Horror Story", y cada una tiene objetivos diferentes y se dirige a públicos muy concretos. No es lo mismo el indie de los 90 que el terror de serie B de los 80.

23 junio 2014

Una nueva "Defiance"

El verano pasado, el estreno de “Defiance” en Syfy significaba un nuevo cambio de tendencia en el canal. Tras las series fantásticas ligeras que habían imperado en el descarte del viejo nombre Sci Fi, impulsadas por la recientemente fallecida “Warehouse 13”, la cadena volvía a mirar al espacio y a la ciencia ficción, a las space operas que habían sido el sostén de su parrilla durante sus años, y que habían evolucionado en aquel éxito de crítica y público (más al principio) que fue “Battlestar Galactica”. “Defiance” abría el camino a ese regreso a los orígenes y lo hacía, además, contando la historia de una Tierra futura colonizada por los alienígenas. Su primera temporada siguió el esquema de las space operas espaciales con sus episodios sobre luchas por el poder, antiguos camaradas que reaparecen, misteriosos objetos que todo el mundo quiere conseguir y un personaje que tiene algún tipo de destino secreto.

Todos esos primeros trece episodios se fueron en construir y afianzar el mundo de la serie, y en el último empezaron a ponerse las semillas de lo que vamos a empezar a ver en la segunda entrega. Los capítulos autoconclusivos parecen haber pasado a mejor vida y, por lo visto en el arranque de la nueva temporada, “Defiance” va a meterse de lleno en una trama bastante más serializada que va a girar alrededor de un conflicto que empezó a presentarse ya en el piloto; el gobierno de la ciudad por parte de la República de la Tierra. Esa línea argumental emparenta la serie con el western, con el asentamiento autosuficiente que recela del poder organizado (algo que tocaba “Deadwood”, por cierto), y el retrato inicial que tenemos de la situación también parece estar inspirándose ligeramente en el arco de Nueva Caprica de “Battlestar Galactica”, aunque, de momento, no tenemos terroristas suicidas.

El cambio de panorama lleva a que algunos personajes, como la mujer de Datak Tarr, revelen finalmente su verdadera naturaleza (ya se nos insinuaba al principio que era un poco una figura estilo Lady Macbeth), pero lo que parece el misterio más “mitológico” de todos, como si dijéramos, que es el destino de Irisa, todavía no está claro. Ni siquiera ella lo tiene muy claro, aunque sí es consciente de que quizás se sacrificó para desencadenar algo terrible. Si la memoria no falla, la doctora Yewll tiene casi todas las respuestas, pero por desgracia, no está exactamente en la mejor posición para proporcionarlas. Lo cierto es que el cambio que ha acarreado el cliffhanger de la primera temporada apunta cosas interesantes para “Defiance”. El año pasado ya intentaron explorar cuestiones raciales en un capítulo sobre una epidemia, y está claro que pretenden que sea un título algo más complejo socialmente.

De momento, el nuevo alcalde de Defiance puede ser un villano claro y definido que ayude a centrar a bastantes de sus personajes, y la relación entre Nolan e Irisa está llena de nuevo potencial, teniendo en cuenta las oscuras pulsiones que laten en ella. La primera temporada fue más convencional de lo esperado, pero era un paso en la buena dirección para devolver las space operas a Syfy. La segunda ha empezado ofreciendo detalles interesantes, además de una expansión de su mundo que siempre es bienvenida en estos casos.

22 junio 2014

Una serpiente en la cárcel

ALERTA SPOILERS: Ha llegado el momento de hablar de la segunda temporada al completo de "Orange is the new black", así que apartaos si no conocéis todavía los múltiples usos del candado de un armario metálico.

La segunda tanda de trece episodios de "Orange is the new black" ha tenido una clara protagonista; Yvonne "Vee" Parker, la narcotraficante que acogió a Taystee cuando era pequeña y que, bajo su exterior de madre adoptiva que se preocupa por sus "niños" y de traficante con una visión muy a lo Stringer Bell del negocio (es decir, muy rollo "ley de la oferta y la demanda"), es una completa sociópata, una serpiente muy peligrosa cuyo único fin es el poder. Desde el momento en el que pone el pie en Litchfield por segunda vez, ya tiene muy claro que su objetivo es ser la reina del cotarro cueste lo que cueste, manipulando a quien haya que hacerlo y eliminando de su camino a quien sea necesario. Si hace falta hacerlo con un candado metido en un calcetín, se hace. Y si se identifica a Crazy Eyes como la más fácilmente influenciable, la más manipulable por su extrema necesidad de que alguien la acoja, y se la utiliza para que cargue con las culpas de todo después, se hace sin dudarlo ni un minuto.

La sensación de imprevisibilidad y peligro que Vee aporta (interpretada sensacionalmente por Lorraine Toussaint) le otorga la nota diferenciadora a la segunda temporada, en la que Jenji Kohan y compañía se dedican, como haría cualquier serie en su mismo punto, a profundizar un poco más en los personajes que ya conocemos. Ese esquema de "Perdidos" de los flashbacks sigue funcionando porque todavía hay mujeres de las que no sabíamos casi nada de su vida antes de acabar  en la cárcel, como Gloria, la muy perturbada Morello o Miss Rosa, que termina siendo un personaje al mismo tiempo trágico y cañero, y porque nos ayudan a continuar pelando capas de la nominalmente protagonista central de la serie, Piper. En este caso, esos nuevos matices llegan a través del vistazo a cómo comenzó su relación con Alex, y sigue subvirtiendo nuestra idea preconcebida de que Alex era la "mala". En parte, lo era, sobre todo por el lado de involucrar a su entonces novia en su servicio monetario a un narcotraficante internacional, pero emocionalmente, Piper no es ninguna mosquita muerta.

Lo que sí es cierto es que Chapman ha pasado a un plano un poco más secundario, en el sentido de que no está metida en el conflicto entre Vee y Red que impulsa la temporada, pero ha aportado buena parte de los momentos más divertidos y, como dice Crítico en serie, continúa siendo el enlace del espectador con ese mundo. Piper sigue recordándonos que Litchfield puede ser un centro de mínima seguridad y en él puede formarse una comunidad de reclusas que te apoya, pero sigue siendo una cárcel, y sigue teniendo la posibilidad de que se dén abusos de poder tanto al nivel de matonismo de Méndez como al nivel de corrupción burocrática de Figueroa, y de que personalidades realmente peligrosas como la de Vee campen a sus anchas. La crítica al funcionamiento totalmente podrido e inhumano del sistema sigue estando ahí, aunque a veces se trate desde una óptica humorística, y lo mismo el hecho de que estas mujeres pueden ser fácilmente manipulables porque están en una posición vulnerable.

"Orange is the new black" ha aprovechado este año el modelo de distribución de Netflix, que cuelga todos los capítulos a la vez, y ha estructurado su temporada de un modo ligeramente diferente. Sabiendo que un espectador puede verse cinco episodios de golpe, Kohan puede permitirse el lujo de dedicar todo el primer episodio a la participación de Piper en el juicio en Chicago, y luego dejar para el segundo al resto de presas, para en los dos siguientes recuperar el esquema habitual y empezar a lanzar la trama de Vee, una trama que no se resuelve hasta el último capítulo. Si la serie se emitiera semana a semana, a lo mejor ese conflicto se habría solucionado al cabo de cinco capítulos (que el espectador habría visto en un poco más de un mes), pero como "Orange is the new black" es muy consciente de esa opción del maratón, alarga la tensión y deja que Vee emponzoñe todo hasta unos niveles en los que algunos personajes, como Taystee y Poussey, tienen que confrontar sus verdaderos sentimientos.

Realmente, es una serie que da para comentar mucho, pero vamos a dejarlo aquí. Sólo añadiré que, este año, ha habido varios personajes muy destacados para mí, aparte de Vee y sus tácticas de Voldemort. La mayor profundización en los personajes ha alcanzado a los guardias, dejando una pareja extrañamente adorable en O'Neill y Bell, mostrando el lado más humano, como quien dice, de Caputo y hasta de Healey, y también se ha construido a las dos amigas yonkies de Pennsatucky como el alivio cómico de la temporada (un alivio cómico muy efectivo), hemos visto que la hermana Ingalls se deja llevar a menudo por el pecado capital de la soberbia, hemos tenido otro alivio cómico en la irritante hippie Soso y hasta ha dado la sensación de que Polly y Piper todavía pueden ser amigas después de que la primera se líe con Larry. Polly parece tener siempre muy claro lo que está pasando allí y no suele llevarse a a engaños, que es algo de lo que Chapman podría aprender.

Música de la semana: Pues la elección va a ser, de nuevo, de "Orange is the new black", más que nada porque ese momento karaoke durante el apagón recuperó uno de los grandes clásicos de la juventud de los 90, de aquello que se llamó la generación X; "Stay", de Lisa Loeb, que se hizo famosa gracias a la inclusión de esa canción en la banda sonora de "Reality bites".

20 junio 2014

Descubriendo talentos

Que los Critics’ Choice Awards nacieron con la voluntad de representar un soplo de aire fresco frente a los Emmy quedó muy claro desde el principio. Eran los únicos que se atrevían a premiar a John Noble por su trabajo en “Fringe” (y a nominar a Anna Torv), y en las cuatro ediciones que se han celebrado, han mostrado en todas cierto gusto por “descubrir” caras nuevas en el panorama televisivo. Frente a la poca importancia que los Globos de Oro y los premios del SAG dan a sus categorías televisivas, y la inmutabilidad habitual de los Emmy, los Critics’ Choice tenían un nicho para reconocer lo más destacado de la temporada televisiva que podían aprovechar simplemente por el hecho de que sus votantes ven bastante más televisión que los de los Emmy. Esa circunstancia hace que, a veces, se dejen llevar por la ola de lo que está más de moda o lo que se comenta más por las redes sociales (y premian a Bellamy Young como mejor secundaria por “Scandal”), pero también tienen el ojo para la savia nueva con el que suelen obsesionarse los Globos de Oro.

El año pasado, sin ir más lejos, fueron los primeros en reconocer el trabajo de Tatiana Maslany en “Orphan Black”, y no es nada extraño que algunas de las series más nominadas sean estrenos. En los galardones de 2014, entregados ayer, se subieron al carro de “Orange is the new black” y no sólo la reconocieron como mejor comedia, sino que premiaron igualmente a Uzo Aduba y a Kate Mulgrew (que compartió con Allison Janney el galardón de secundaria de comedia), y tampoco tuvieron ningún problema en entregar una estatuilla a una de las revelaciones del año, Allison Tolman, que ganó como mejor secundaria de miniserie/tv movies por “Fargo”. Tolman era una completa desconocida, con casi ninguna experiencia en cine y televisión, cuando la eligieron para interpretar a Molly, la sosias de Marge Gunderson en la adaptación de FX de la película de los hermanos Coen, y el modo en el que muestra la perseverancia de su policía de Minnesota investigando esos brutales crímenes, su inteligencia y su frustración porque  sus jefes no la tomen en serio, sin perder nunca las formas, la han convertido en la Tatiana Maslany de este año.

Los Critics’ Choice pueden optar por lo convencional y seguro al elegir a Jim Parsons como actor de comedia o a Aaron Paul como secundario de drama, y aunque el premio gordo a “Breaking Bad” puede verse tanto como un reconocimiento merecido como parte del guión preestablecido, ha sido interesante que se resistieran al empuje de “True Detective” como posible mejor drama. Eso sí, no iba a quedarse fuera Matthew McConaughey del reparto de premios. Es cierto que había opciones para seguir renovando premiados con nominados como Annet Mahendru (que es claramente el descubrimiento de “The Americans”), pero la mezcla de sangre fresca y veteranos no estuvo tan mal. Quedan tres semanas para que se conozcan las nominaciones a los Emmy, y aunque es muy probable que este cambio de protagonistas no se traslade allí, al menos resulta interesante mencionar otros nombres en las conversaciones sobre los posibles candidatos.

18 junio 2014

HBO quiere reinar

¿Cuántos veranos y ediciones de los Emmy llevamos repitiendo que HBO está buscando su caballo ganador para volver a triunfar en estos premios? Desde que “Los Soprano” ganó el galardón a mejor drama en 2007, por su última entrega, la cadena ha visto cómo AMC y Showtime le “comían el cocido”, que dirían en La sexta nominada, y no ha sido capaz de que su todopoderosa maquinaria promocional pudiera abrir un hueco en el dominio férreo de “Mad Men” durante cuatro años. Cuando dicho hueco se abrió, “Homeland” y “Breaking Bad” tradujeron en sendos Emmys haber sido las series con más buzz de aquellos años, las más comentadas en redes sociales y por la crítica, las que todo el mundo en la industria veía y recomendaba. ¿Qué tenía HBO entonces? “True Blood”, que sirvió para asumir el liderazgo de Tony Soprano en cuanto a audiencia, pero que no podía competir en los premios porque nadie en su sano juicio se la tomaba en serio.

Sí, la cadena creyó tener buenas opciones con “Boardwalk Empire”, pero aunque lograba nominaciones importantes, y hasta ganó el año pasado el Emmy a mejor secundario para Bobby Canavale, nunca fue una amenaza real para las dominadoras en las categorías de drama. El imparable ascenso de “Juego de tronos”, sobre todo a partir de la segunda temporada, hacía presagiar que podía ser la gran apuesta para años venideros, pero aquel premio inicial para Peter Dinklage no ha vuelto a repetirse fuera de las categorías técnicas, y la barrera del género puede hacerse cada vez más elevada para los Emmy (recordemos que “Perdidos” ganó en su primera temporada, antes de que su piel de ciencia ficción saliera a relucir por completo). Así que no es de extrañar que HBO haya decidido lanzarse a por todas con “True Detective”, que en su primera entrega fue un verdadero bombazo tanto en audiencia como entre la crítica, y alcanzó con rapidez una repercusión en sólo ocho episodios que otras series tardan tres temporadas en lograr (o cinco, en el caso de “The good wife”).

Realmente, la serie de Nic Pizzolato debería seguir el ejemplo de “American Horror Story” y competir en miniseries, pues el año que viene veremos otros personajes, otro escenario y otra historia diferente, pero la conjunción de esa enorme visibilidad, el Oscar que se llevó en marzo Matthew McConaughey y el aura de “televisión de prestigio” que la acompañó desde el principio hacían que fuera irresistible lanzarla a la arena de los dramas a intentar descabalgar a “Breaking Bad”, a impedir cualquier regreso por parte de “Mad Men”, a dejar en la lona a “Homeland” y a mantener a raya a cualquier novedad que ose siquiera asomarse a la puerta, tipo “Masters of Sex”. “True Detective” es la heredera de “Los Soprano” que HBO estaba buscando para los Emmy, y por muchas críticas que le hagan por esta maniobra, es su mejor baza para subirse de nuevo al primer cajón del podio.

¿Lo conseguirá? Eso es algo que no podremos aventurar hasta que no se conozcan las nominaciones, y con lo que ya especulamos hace tiempo. Lo más probable es que tenga un gran impacto en las candidaturas, al estilo de cuando “Downton Abbey” dio su propio salto de miniseries a drama, pero también es posible que se quede sólo con tres nominaciones (¿serie, actor y guión?). Michael Lombardo, presidente de programación de HBO, justificaba su decisión explicando a Deadline que “este proyecto se nos presentó, lo hemos producido y lo hemos vendido como una serie. Nic nunca pensó en él como una miniserie, y siempre lo hemos tratado como al creador de una serie. En nuestra mente, esto es una serie, y la única razón para presentarla como miniserie era una razón cínica que no sentíamos que fuera la correcta”. Tal vez, quien mejor resumió el sentir de la industria alrededor de esta estrategia fuera Matthew Weiner, creador de “Mad Men”: “Me sorprendió que lo hicieran, pero seguro que todo el mundo en la categoría de drama dijo ‘oh, mierda’. Eso me hace pensar que HBO hizo lo correcto”.

17 junio 2014

Arya Stark y el punto y aparte



ALERTA SPOILERS:  "Soy tu hijo". Si esta frase no te suena, entonces es mejor que no te acerques a esta entrada hasya que no hayas visto el final de la cuarta temporada de "Juego de tronos".

La imagen final de la cuarta temporada de “Juego de tronos” encapsula perfectamente lo que ha significado esta tanda de capítulos para la serie de HBO, una tanda que lidiaba con el tramo de la saga de George R.R. Martin más repleto de sorpresas, clímaxes y muertes importantes; el tramo final de “Tormenta de espadas”. Los libros ya no vuelven a ser iguales después, y la serie tampoco va a serlo, porque no hace falta haber leído también “Festín de cuervos” y “Danza dedragones” para darse cuenta de que esa imagen de Arya en el barco, mirando con esperanza hacia ese mar abierto, nos da una pista de que hemos visto un punto y aparte en la historia. Las tramas que Martin, Benioff y Weiss empezaron a urdir en el primer episodio llegan casi todas a su resolución en este “The Children” que cierra la cuarta temporada, y la quinta va a comenzar a contarnos nuevas historias; la de Arya en Braavos, la de Tyrion y Varys en sus exilios huyendo de las consecuencias creadas por la muerte de Tywin Lannister, la de Jon teniendo en el Muro a Stannis Baratheon, su ejército y, más importante, a Melisandre, y la de Bran alcanzando finalmente su destino en el Norte, aunque sea un destino que no es más que otro principio.

Sí, también está Daenerys descubriendo que esa idea de quedarse a reinar en Meereen es bastante más difícil de llevar a cabo que conquistar un puñado de ciudades y liberar a sus esclavos. El encadenamiento de dos de sus dragones es una metáfora de sus propias ambiciones, de que, como canta Regina Spektor, caminar es fácil, pero quedarse quieto de pie es duro. La historia de Dany avanza a trompicones, en arrancadas y parones, en su periplo hacia su objetivo final en Desembarco del Rey, y todas esas etapas deben prepararla para que, cuando llegue el momento de reclamar de verdad el Trono de Hierro, sea muy consciente de lo que esa reclamación conlleva. Sin adelantar nada de lo que aún no está por venir, creo que sí puede apuntarse que Daenerys va a empezar a estar menos desconectada de la trama principal en Poniente, aunque también van a entrar en juego nuevos participantes, con tácticas ligeramente diferentes a las de los Lannister o los Tyrell, que se han quedado a lidiar con los restos del poder de Tywin y Cersei.

El último gran impacto de una temporada que ha funcionado muy a golpe de sorpresa es, evidentemente, el asesinato del patriarca Lannister a manos de su hijo Tyrion. El Enano ya no puede sufrir más humillaciones sin estallar en algún momento, y descubrir la traición de Shae es justo la gota que colma el vaso. El último duelo dialéctico entre padre e hijo, con Tywin manteniendo su dignidad y sensación de amenaza incluso sentado en el retrete, es una de las mejores escenas de la serie, una escena que no se muestra como un triunfo (aunque los espectadores puedan vitorear que Tywin acabe como San Sebastián), sino como algo triste. Al matar a su padre, Tyrion corta todos los lazos que tenía con su antigua vida, se deja arrastrar por un lado oscuro del que no sabe si podrá salir. El personaje más popular de “Juego de tronos”, el que muchas veces parece que es la única persona decente en Poniente, ya no puede soportar más la injusticia y la humillación y se venga, simple y llanamente.

Esta cuarta temporada, y su acumulación de momentazos desde la boda de Joffrey, puede contribuir a crear la falsa sensación de que “Juego de tronos” es una serie de giros de guión espectaculares, de muertes inesperadas que pueden alcanzar a cualquiera, de tramas que se desarrollan sin tiempo a que podamos recuperar el aliento. No esasí. Y no será nada extraño que, en la quinta entrega, surjan cada vez más voces que se quejen de que en los capítulos no pasa nada, de que hay muchos personajes cuyos nombres no recuerdan y de que se pierden. Ah, y se quejarán también de que hay magia y profecías en una serie que, aunque lo ha disimulado muy bien, es de fantasía. Los esqueletos de “Jasón y los Argonautas” bien prueban que las viejas leyendas de la Vieja Tata son realidad al norte del Muro, que los dragones de Daenerys no son las únicas criaturas fantásticas que han vuelto a este mundo. El verdadero objetivo final de la serie no es el Trono de Hierro; son los Caminantes Blancos.

16 junio 2014

Sexo para todos los públicos


¿Estáis cansados de leer cosas sobre “Orange is the new black”? Los periodistas estadounidenses e ingleses no lo están todavía de escribir sobre ella, especialmente sobre determinados asuntos sociales que algunos capítulos pueden tocar. El tema favorito, claro,  es la diversidad de su reparto mayoritariamente femenino (como apuntan en The Telegraph), seguido muy de cerca por el tratamiento que la serie hace del amor y, muy especialmente, del sexo. The Huffington Post recoge un vídeo hecho por la web Slate en el que se muestra cómo la óptica desde la que “OITNB” muestra el sexo, y concretamente el lésbico,  desafía las convenciones tradicionales de la televisión. Las discusiones sobre las escenas de cama han dominado los blogs americanos en los últimos meses, ya fuera intentando discernir si determinada escena mostraba una violación (o si las series estaban obsesionadas con ello), o si tal serie es misógina, y casi todas esas conversaciones, además, han terminado concentradas en la última temporada de “Louie”.

Pero lo curioso de este tema, y de cómo presentaba The Huffington Post ese vídeo sobre la serie de Netflix, es que señalaba que iba más allá que otros títulos que también tenían relaciones lésbicas (o intentos de relaciones) en su centro, como “The L Word” o “Faking it”, y se obvia que la representación del sexo no puede ser igual en todas las cadenas porque hay una cosa que se llama Standards & Practices. Es verdad que el punto que ellos quieren transmitir va por otro lado (no se refiere tanto a que haya escenas muy explícitas, tipo el flashback de Poussey, como al punto de vista desde el que se cuentan), pero es interesante comprobar cómo las series intentan mostrar el sexo jugando con las restricciones de las cadenas en las que se emiten. El ejemplo último siempre será “The Good Wife”, capaz de enseñar escenas de un alto voltaje con sus personajes totalmente vestidos y sin que veamos realmente nada.

Si “Faking it” se emitiera en Showtime, por ejemplo, ese amago de trío que vemos casi al final de la temporada habría sido menos “casto”, como si dijéramos, aunque esta serie mantiene una línea que comentamos hace tiempo, referida a “Bunheads”, en la que no pocos títulos de adolescentes del cable básico ya no tratan el sexo como objeto de un capítulo muy especial para un sweep de audiencia, sino como algo normal y sin tanta mitificación en las vidas de sus personajes. En “American Horror Story” es otra arma más dentro de su arsenal de trucos, sustos y giros alocados, y ya hemos comentado hasta la saciedad que en “Juego de tronos” forma parte de los juegos de poder entre sus personajes. Las dos últimas pueden mostrar cuerpos desnudos, y “Drácula”, aunque quisiera mostrar a su protagonista como un amante consumado, la cantidad de piel que se podía mostrar venía establecida por su emisión en NBC, incluso aunque fuera a las diez de la noche.

El sexo en “Penny Dreadful” no cumple la misma función que en “Orange is the new black”, o que en “Black sails”, o que en “Reign”, que se estrenó inmersa en la polémica por mostrar a una doncella de palacio masturbándose, y realmente será interesante ver cómo lo emplean en “Outlander”, la adaptación de Starz de la saga de novela romántica histórica de Diana Gabaldón. Para Starz, la carnaza forma parte de su imagen de marca y puede ser más gratuita que la de “True Blood”, en la que el sexo es tan de fantasía como la existencia de hombres lobo y vampiros. Probablemente sea una parte muy importante de “Outlander”, ¿pero la emplearán sólo porque está a su alcance hacerlo, o estará de algún modo al servicio de la historia y de sus personajes?

15 junio 2014

El corazón adolescente

Hace ya un par de meses, cuando MTV estrenó "Faking it", comentamos que tenía una premisa que era un potencial campo de minas. Recordemos que gira alrededor de Karma y Amy, dos amigas que están cansadas de no ser populares en esu instituto (sobre todo Karma) y que, por accidente, deciden simular que son pareja para convertirse en las nuevas reinas de su escuela, un centro muy tolerante en el que los populares son los estudiantes más diferentes. El showrunner de la comedia, Carter Covington, ha declarado en varias entrevistas que cuando MTV le ofreció encargarse de la serie también le pareció una premisa ofensiva, pero al mismo tiempo se dio cuenta de que podía tirar de sus experiencias personales intentado averiguar de adolescente si era homosexual o no para hacer que "Faking it" trascendiera dicho punto de partida.

Ocho episodios más tarde, se puede decir que hay más cosas en esta comedia aparte de esa farsa entre Karma y Amy y cómo complica una situación emocional que ya es bastante jaleo para ambas. Una de esas cosas es lo que salva la serie, y es el hecho de que, desde el primer beso que se dan en el piloto, Amy se dé cuenta de que, tal vez, para ella todo eso no es ningún juego y, en su caso, no está mintiendo. Esos sentimientos hacia su mejor amiga proporcionan un esqueleto base para los capítulos y le confieren un algo más a "Faking it". Como en "Awkward", hay un triángulo amoroso, pero no son dos chicos compitiendo por la chica, sino un chico y una chica (aunque competición no sería exactamente la palabra que define este triángulo en concreto). El humor de la serie es muy ligero e inofensivo, y donde más acierta es en la revelación poco a poco de cómo son algunos de sus personajes.

La relación entre Shane y Lauren es un ejemplo de esto, especialmente porque le da a ella unos matices que la sacan un poco del estereotipo de la rubia mandona, y algo similar ocurre con la amistad entre Shane y Liam, el buenorro del instituto por el que Karma se siente atraída. Es cierto que la última escena de la temporada ha resultado muy polémica porque hay quien cree que se carga buena parte de lo construido anteriormente, pero tampoco hay que olvidar que son adolescentes, que están intentado descubrir quiénes son y qué quieren realmente, y que el despecho y el alcohol no son buenas combinaciones. Es decir, que no es más que una complicación extra en el camino de Amy, sobre todo, para reafirmarse en su identidad, pero no es game changer, o no en el sentido que podría parecer.

Como decimos, aunque "Faking it" no haya estado a la altura de las primeras temporadas de "Awkward" en cuanto al nivel de los chistes o de su farsa, al menos ha demostrado tener algo más de corazón y esforzarse por retratar la situación en la que Karma y Amy se ven envueltas con cierto tacto. Es verdad que la primera a veces resulta estar demasiado cegada en sus objetivos, pero la amistad de ambas, y lo que se complica con el paso de la primera temporada, es lo que le confiere interés a la serie. Será interesante ver cómo manejan los volátiles sentimientos de sus adolescentes en la segunda entrega.

Música de la semana: La música es tan importante en las series de MTV, que te indican en unos rótulos lo que estás escuchando en cada momento. En el final de "Faking it", una de esas canciones es "Cool runnings", de un trío de California llamado Tayashi Miyaki.