26 marzo 2018

Daños colaterales


Hace unas semanas, The Guardian publicaba un artículo preguntándose por qué casi todos los grandes dramas que la televisión británica había estrenado en estos tres meses de 2018 habían decepcionado en mayor o menor medida: "McMafia" estaba más preocupada en tener interés para una audiencia internacional que de construir personajes atractivos, mismo defecto que se identificaba en una "Britannia" que, por lo menos, había intentado hacer algo más excéntrico con sus druidas drogados y su folk horror. A "Collateral" también se la acusaba de no conseguir que los espectadores se preocupen por sus protagonistas, pero el drama de David Hare peca más de exceso de ambición temática para sólo cuatro episodios.

Esta miniserie de BBC Two (que en España puede verse en Netflix) cuenta todas las ramificaciones que tiene el asesinato de un repartidor de pizzas sirio mientras realiza una de sus entregas habituales. Empezando por la mujer que pidió la pizza y siguiendo por la detective asignada al caso y hasta el asesino, "Collateral" hace honor a su nombre explorando esos daños colaterales causados por el asesinato. No son daños físicos, pero exponen los problemas que atraviesan todas esas personas y, sobre todo, dejan ver la hipocresía, la crueldad y el lado de maquinaria aplastante de las instituciones británicas, en este caso. Así lo reconocía David Hare en BBC Writersroom, un blog de la web de la cadena, y así se perfila en la serie desde el segundo episodio. La policía está en el nivel más bajo de un sistema que trata a los inmigrantes como una amenaza para las riquezas del Reino Unido. En bastantes sitios se ha dicho que "Collateral" es la primera serie de la Gran Bretaña post Brexit, y no les falta razón, porque lo que muestra es un "pequeño y horrible país", en palabras de uno de los personajes.

Y es que el misterio de quién mató al repartidor y por qué no es lo que importa. El espectador sabe su solución con bastante rapidez. Es la denuncia social y de las instituciones lo que mueve a Hare, y ahí también está su talón de Aquiles. No todos los personajes satélites, los daños colaterales del asesinato, son igual de interesantes ni aportan algo relevante a la historia. Algunos, de hecho, pedían más tiempo dedicados a ellos para que su retrato, y la crítica institucional implícita, pudieran funcionar mejor.

La que sí resulta un protagonista muy efectivo es Kip Glaspie, la detective que investiga el caso. Interpretada por Carey Mulligan, es tenaz e inteligente y muy consciente de que todos la subestiman: porque es su primer caso importante, por estar embarazada, por haber sido anteriormente saltadora de pértiga con un espectacular fallo en una gran competición, porque nunca alza la voz. Kip es capaz de desenredar la madeja del caso al no dejarse llevar por lo superficial con la misma rapidez que su compañero, y es su empatía hacia la familia del muerto lo que le da las pistas necesarias para resolverlo todo. Es casi una versión más madura de su Sally Sparrow de "Doctor Who".

"Collateral" se queda un poco a medias porque, quizás, sus pretensiones pedian algún episodio más, pero es una reflexión muy relevante sobre la catadura moral de las instituciones que nos gobiernan, y sobre lo que eso dice de la sociedad. La xenofobia, los abusos de poder, la obsesión por agarrarse a la posición ganada, la hipocresía de un sistema que parece regirse por la frase "haz lo que yo te digo, pero no lo que yo hago"... Al final, la miniserie comparte la tesis que tenía "The Wire" sobre cómo, cuando las instituciones ignoraban a las personas a las que tenían que servir, sólo quedaba la confianza en los individuos. Aunque esos individuos estén muy lejos de ser perfectos.

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