Que Internet se obsesione con una serie casi nunca es algo bueno. Se analizan fotograma a fotograma las escenas que se consideran más importantes, se estudia cualquier nimio detalle y, al final, se acaba perdiendo un poco de vista el panorama completo y los árboles nos impiden ver el bosque. El modo en el que los fans más obsesos de "Perdidos" exprimían cualquier cosa que pensaran que era importante acabó por "matar" la diversión que esa serie generaba en la mera especulación de lo que pasaba en la isla, especulación que formaba parte de la experiencia de seguir cada capítulo semana a semana. Una de las peores cosas que ha traído la seriefilia desde 2004, amplificada por las redes sociales y los blogs (culpable, lo confieso), es el sobreanálisis de cada episodio de los títulos con un fandom más entregado en Internet. El primer capítulo de la tercera temporada de "Sherlock" dedica bastante tiempo exactamente a eso, a sacar un chiste a costa de los más obsesionados seguidores de la serie y sus teorías locas y rocambolescas de cómo Holmes pudo fingir su muerte durante dos años.
Los lectores de las historias originales de Arthur Conan Doyle sabemos que la explicación que él dio era ya muy pillada por los pelos; al fin y al cabo, su intención era matar bien matado a un personaje cuya popularidad era para él una pesadilla (a Conan Doyle le interesaban más las novelas históricas y el espiritismo que Holmes). Y no deja de ser divertido cómo Mark Gatiss, guionista de este "The empty hearse", se cachondea un poco de los foros de fans que, a buen seguro, se habrán mostrado tan decepcionados como lo está el teorizador que aparece en pantalla. Todo acaba resumiéndose al final en un plan sencillo pero que debía ser ejecutado con gran precisión por un cierto número de personas, si nos fiamos de la palabra de Sherlock, claro. Pero en esto se comprueba la razón que tenía Umberto Eco en "El péndulo de Foucault" al decir que, si te empeñas en buscar conexiones, las acabarás encontrando.
Si algo ha hecho destacar a "Sherlock" desde su inicio es su ágil ritmo y la gran sensación de diversión que lo impregna todo. En ese aspecto, está en la línea de títulos como "Justified"; sí, estarán muy bien escritas e interpretadas y hechas con gran atención a todos los detalles, pero la motivación principal que las mueve es entretener, ofrecer al espectador la experiencia más satisfactoria y divertida que puedan, hacerle pasar el mejor rato posible. La expresión anglo "a lot of fun" es perfecta para describirla porque es lo que es, y no es en absoluto un menosprecio. Gatiss y Steven Moffat le dan un giro ingenioso a las historias originales de Conan Doyle (muy curioso ese toque de cierto cómic de culto de los 80 del primer episodio) y aprovechan al máximo la gran química entre Martin Freeman y Benedict Cumberbatch, de los que se nota que se lo pasan tan bien interpretando a Watson y Holmes como nosotros viéndolos.
P.D.: Dos curiosidades del capítulo. Amanda Abbington, que interpreta a Mary Morstan, es realmente la pareja de Martin Freeman, y como apuntan en Nunca seré Clint Eastwood, quienes dan vida a los padres de Sherlock son los padres de Benedict Cumberbatch.
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