19 marzo 2017
Un Puño de Hierro con poca pegada
Cuando se estrenó "Escuadrón Suicida", en internet se escenificó un cisma importante entre la opinión que los críticos tenían de la película y la de los fans. Los primeros la destrozaron, y los segundos estaban encantados de su tono cafre (o el intento de tono cafre). Y, sobre todo, los fans se dedicaron a meterse con los críticos que habían considerado que era una mala película, hasta sacándose de la manga supuestas conspiraciones anti-DC y pro-Marvel (como si alguien hubiera elogiado "Thor").
La brecha se ha vuelto a repetir, esta vez, con una propiedad de Marvel, "Iron Fist", la última serie de sus superhéroes de Netflix que faltaba por estrenarse. La crítica la ha tildado, siendo considerados, de floja (y no entramos en una nueva polémica por apropiación cultural que, realmente, llega más de 30 años tarde), pero si nos damos una vuelta por Twitter en este fin de semana de su lanzamiento, es más habitual que encontremos gente a la que la serie no le parece tan mal, y que no entiende de dónde vienen esas malas críticas. Sobre todo después de que "Luke Cage" fuera acogida mejor entre los periodistas (estadounidenses, principalmente) que entre el público.
"Iron Fist" tiene un problema, y es que Finn Jones no es un protagonista con el suficiente carisma para sacar adelante el personaje del heredero de una empresa multimillonaria que se pasa quince años en un reino místico y legendario del Himalaya, tras haber sobrevivido a un accidente de avión en el que mueren sus padres, aprendiendo kung-fu y preparándose para regresar a Nueva York, reclamar su legado y asumir la responsabilidad de ser el Puño de Hierro. Si a eso se le une unos diálogos que se vuelven sonrojantes cada vez que meten referencias a enseñanzas budistas, y que una serie animada como "La leyenda de Korra" tiene mejores peleas y entiende mejor esas enseñanzas de filosofía oriental, podemos hacernos una idea de por dónde van las críticas hacia la serie.
En un panorama tan saturado de series de superhéroes como el actual, éstas tienen que tener una personalidad definida para poder destacar. En el segmento de "millonarios dados por muertos que vuelven convertidos en letales justicieros", el Oliver Queen de "Arrow" funcionaba inicialmente mucho mejor porque apostaba por explorar su sentimiento de culpa, su sensación de que salvar Starling City era su deber y tenía que llevar sobre sus hombros toda la responsabilidad por los males que afectaban la ciudad. Matt Murdock está consumido por su culpa católica en "Daredevil"; Jessica Jones quiere desconectarse, sin demasiada suerte, de todo lo que le rodea, mientras Luke Cage quiere pasar desapercibido en un entorno que no se lo pone nada fácil. ¿Qué pretende Danny Rand? ¿Recuperar su nombre? ¿Y más allá de eso? ¿Qué le motiva?
¿Y a Colleen Wing? ¿Por qué tenemos que creernos esa rabia dentro de ella? ¿Y dónde está la conexión que deberían tener Danny y Joy Meachum? ¿Dónde ese impulso que nos lleve a querer ver no ya más episodios, sino a simplemente terminar el visionado de uno solo? "Iron Fist" está desganada, como si Marvel se hubiera quedado sin ideas y sin chispa para su cuarta serie en Netflix.
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