13 marzo 2018
La representación importa
"Si crees que la representación en la cultura pop no es importante, es porque siempre has estado bien representado". Este tuit del crítico de cine Scott Weinberg (que lleva casi 6.600 retuits y más de 17.000 "me gusta" desde finales de enero) resume una parte muy importante de las conversaciones que se están teniendo en la internet angloparlante desde hace ya un par de años. El hecho de que cada vez más películas opten por tener protagonistas que no son los típicos (es decir, hombres blancos heterosexuales) lleva a que muchos trolls se quejen de que Hollywood se ha vuelto "políticamente correcto" y otros espectadores se muestren emocionados porque, por fin, ven a gente que se parecen a ellos en la pantalla.
La nueva trilogía de "Star Wars" es uno de los casos más paradigmáticos de estas dos corrientes de opinión, con una mujer y un hombre negro al frente de la historia, y dos de los grandes taquillazos de estos dos últimos años han recibido mucha más atención en los medios porque, precisamente, son una superheroína ("Wonder Woman") y un superhéroe afroamericano ("Black Panther") quienes los lideran. En un subgénero acostumbrado a los protagonistas con el aspecto de Chris Evans, es un refrescante cambio de tercio.
La importancia de la representación de la diversidad de la sociedad está detrás de prácticamente la mayoría de los artículos que se han escrito sobre "Un pliegue en el tiempo", la adaptación de un libro infantil muy conocido sobre una niña que viaja por el universo en busca de su padre. Esa labor social ha hecho que las críticas de la película hayan sido mucho más suaves de lo que podrían haber sido si Disney hubiera seguido el camino habitual para rodarla (que su director fuera un hombre y todo el reparto fuera caucásico y all-American): "Un pliegue en el tiempo" es un filme fallido que, sin embargo, tiene un mensaje relevante sobre la importancia de aceptarte como eres para su target de público preadolescente, más el hecho de que su protagonista sea una chica negra, que su directora sea también afroamericana y que el reparto sea igualmente diverso (y tenga a Oprah Winfrey).
Se ha hablado mucho de esa contención de los críticos estadounidenses con la película como si fuera lo más hipócrita que pudieran hacer, y quizás en algunos casos lo sea. Pero ahí está pesando más la relevancia externa, social, que tiene la cinta de Ava DuVernay que sus méritos artísticos. Algo similar ocurrió con "Los archivos del Pentágono"; se pasaba por alto que era una película de las más convencionales de la filmografía de Steven Spielberg para destacar que su defensa de la libertad de prensa es más importante ahora que nunca. Y esto no es algo malo.
El cine también cumple una labor social. La victoria de "Una mujer fantástica" en los Oscar ha llevado a que se acelere la ley chilena que facilita a las personas transexuales cambiar legalmente su nombre, por ejemplo. Una película como "Un pliegue en el tiempo" puede ser un momento fundamental para esos espectadores jóvenes de color que, acostumbrados a no verse nunca como los protagonistas de las historias en la pantalla grande, se encuentren reflejados en esa Meg Murry a la que interpreta Storm Reid. Y, al mismo tiempo, esto no "expulsa" al resto del público. Pero otro día hablaremos de un concepto que parece revolucionario para quienes afirman que, como no son chicas negras de trece años o adolescentes homosexuales que viven su primer amor, no pueden identificarse ni "entrar" en la propuesta de la película: se llama empatía.
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