08 mayo 2017
El gran Stussy
Durante la promoción de la tercera temporada de "Fargo", Noah Hawley, su responsable, aseguraba que, en cuanto a influencias de los hermanos Coen, cada una de las entregas había seguido las líneas tonales de una película diferente. La primera, por supuesto, era más "Fargo", con sus criminales incompetentes y las envidias que se convierten en todo un baño de sangre. La segunda encajaba más en "Muerte entre las flores" por la guerra entre familias mafiosas que ocupaba su centro. Y la tercera, que está ahora en emisión en FX (y Movistar+ en España), se ajusta más a "El gran Lebowski". La comparación queda muy clara desde el principio, y para el tercer capítulo, el tono de la temporada está perfectamente delineado.
Seguimos en Minnesota, pero ahora estamos en 2010 y la historia gira alrededor de los hermanos Ray y Emmit Stussy. El primero es un agente de la condicional que tiene envidia de su hermano, el exitoso "rey de los parkings de Minnesota", y entre ambos hay ciertos asuntos sin resolver relacionados con herencias familiares y, por supuesto, temas de dinero. Entre equivocaciones de identidades y unos gángsters que no son los nihilistas, por desgracia, los dos hermanos Stussy van liando una madeja criminal impulsada, como ya es costumbre, por su propia estupidez y mezquindad.
El retrato que Ewan McGregor hace de los dos hermanos Stussy se llevó, al principio, buena parte de la atención mediática, pero tras la emisión del tercer episodio, es Carrie Coon la que se está convirtiendo en la reina de la televisión de primavera. Ese tercer capítulo lleva a su personaje, la jefa de policía Gloria Burgle, a Los Ángeles siguiendo una pista que nosotros sabemos que no le va a llevar a ninguna parte, pero que para ella es importante. Es un episodio que llega casi a la vez que la serie que la hizo famosa, "The Leftovers", centra otro capítulo en un viaje de Nora en pos de algo, no sabemos si porque quiere que sea cierto, o porque se empeña en que no lo sea.
Ambas series son distintas, pero la sensación de tristeza y derrota de Gloria y Nora en esos dos episodios es muy notable. En "Fargo", además, es un contraste acusado con la bola de nieve que los Stussy crean con su pueril rencilla fraternal. La vida de Gloria adquiere una sensación de pequeñez, de que escapa a su control; Ray y Emmit se enzarzan en la ya clásica cadena de decisiones estúpidas que, a su vez, llevan a muerte y caos porque los dos se creen más de lo que son. Se creen catedrales y no llegan a ermitas, como diría mi abuela.
Y, además, exponen otro tema que ha servido como nexo de unión de las tres temporadas emitidas hasta ahora de la serie, y es que, en el mundo de "Fargo", las mujeres son las expeditivas, las que toman las decisiones y las que saben qué hacer cuando la situación viene mal dada. Los hombres se dedican a intentar justificarse y, si hacen algo, siempre se equivocan de manera gloriosa. Ellas pueden ser tan imperfectas como ellos; a ellos siempre les falta media neurona.
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