Hedy Lamarr era una actriz vienesa judía, morena, muy guapa, que se había hecho famosa en 1933 por una película, "Éxtasis", en la que aparecía desnuda. Desde luego, fue un desnudo muy polémico, pero le sirvió para frmar un contrato con la Metro Goldwyn Mayer y mudarse a Hollywood justo en pleno ascenso de Adolf Hitler al poder en Alemania.
La carrera de Hedy Lamarr en Estados Unidos le ganó el apelativo de Lamarrvellous, y quizás sólo se la recuerde por el "Sansón y Dalila" que protagonizó con Victor Mature (gran cara-cartón alá donde los haya), pero no nos interesa, o menos que otra faceta suya menos conocida (para quienes sí estén interesados, Terenci Moix la resume muy bien, y de manera muy divertida, en el volumen dedicado a los años 30 de "Mis inmortales del cine").
Precisamente el mismo año que protagonizó "Éxtasis", Hedy se casaba con un industrial afín al Partido Nazi, Friedrich Mandl, muy bien relacionado con todos los altos cargos cercanos a Hitler. Hërr Mandl se dedicaba al armamento y, en especial, a los sistemas de control de los aviones. Hedy huiría de él en 1937, en una "operación" digna de una película de espías, pero esos cuatro años de matrimonio dejaron en ella una impronta importante, porque en 1942, ya establecida en Hollywood, hizo un movimiento que puede parecer sorprendente.
Junto a George Antheil, un compositor de padres alemanes, patentó un sistema de guiado de torpedos por radio cuya frecuencia cambiaba con rapidez. No consiguieron que la Marina estadounidense se interesara por él, pero, a la larga, ha terminando siendo la base de los sistemas de comunicación de amplio espectro: la energía generada a una determinada frecuencia se extiende deliberadamente por una amplia banda de frecuencias. Así se evitan interferencias e intercepciones.
La Marina terminó utilizando este método en los 60, después de que la patente de Hedy Lamarr y Antheil hubiera expirado, en submarinos empleados en la crisis de los misiles de Cuba. En la actualidad, el método es la base de las comunicaciones de los satélites militares y de los de GPS.
Así definía Hedy el glamour: "Cualquier chica puede ser glamourosa. Todo lo que tiene que hacer es quedarse quieta y poner mirada estúpida".
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