Jonathan es un joven judío estadounidense que quiere ver el pueblo donde vivió su abuelo, Trachimbrod, en Ucrania, hasta que la llegada de los nazis lo obligó a huir. Por supuesto, el viaje no va a ser como él espera, y menos si sus chóferes son un taxista que cree estar ciego, su nieto, totalmente "flipado" por el hip-hop y Michael Jackson, y Sammy Davis Junior Junior (que mejor no desvelamos quién es, je, je). Ésta es la premisa de "Todo está iluminado" , debut en la dirección del actor Liev Schreiber, y basada en la opera prima del escritor Jonathan Safran Foer, y que puede llevarnos al equívoco de pensar que estamos ante "otra película sobre el Holocausto".
Eso es una completa equivocación. "Todo está iluminado" debe más a algunas películas de Emir Kusturica, a la manera de narrar del cine indie estadounidense de toda la vida que a "La lista de Schindler", por ejemplo. Es una hermosa, y divertida e irreverente, reflexión sobre el peso del pasado, sobre esa luz proveniente de ese tiempo que todo lo ilumina y que nos permite ver mejor quiénes somos y adónde vamos. El personaje principal, encarnado muy convincentemente por Elijah Wood, es nuestro punto de vista (y nunca mejor dicho) en toda la historia, pero los personajes del taxista y su abuelo son de lo más entrañable, y por los que recordamos la película al final.
Buen debut de Schreiber (que también escribe el guión, y judío de familia alemana), un actor secundario, principalmente, que destacó como Orson Welles en "RKO 281" y en el remake de "El mensajero del miedo" y que es un tipo realmente interesante que, como actor, no recibe proyectos a su altura. Baste como ejemplo que, junto a Courtney Cox, David Arquette y Neve Campbell, es el único actor que ha participado en todas las entregas de "Scream". Pobrecillo.
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