Recientemente, el crítico Alan Sepinwall incluía en sus repasos al año televisivo lo que habían dado de sí las series basadas en cómics, un recurso cada vez más habitual, y por qué nunca iban a poder ser el fenómeno en audiencia que las cadenas esperaban. Sepinwall apunta que los cómics eran un medio enormemente popular durante su edad de oro en la década de los 40, cuando Superman, Batman y compañía empezaban a patrullar las calles de Metrópolis y Gotham City, pero que cayeron en desgracia con el gran público hacia la década de los 60, convirtiéndose en reducto de niños y frikis. Las películas de superhéroes funcionaban bien, sí, pero sus protagonistas eran precisamente Superman y Batman, los más fácilmente reconocibles por los espectadores a los que ni siquiera les sonaba el nombre de Wonder Woman. Es cierto que “X-Men” cambió un poco ese panorama, poniendo las primeras piedras de la situación en la que vivimos ahora, pero nadie aseguraba a Marvel que “Iron Man” iba a ser el taquillazo que fue, y mucho menos que “Los Vengadores” sería una de las películas más taquilleras de la historia.
Las series de superhéroes nunca han estado a esa misma altura. Como Sepinwall apunta bien, no dejan de ser títulos de nicho, por mucho que alguien pensara que “Agents of SHIELD” podía arrastrar a ABC a los millones de personas que vieron “Los Vengadores”. El jaleo que se montó durante el pasado Festival de Series con el Birraseries Fight Club y el apoyo de los fans a “Arrow” muestra bien a las claras que estas series siguen viéndose como dirigidas a frikis, como títulos infantiloides que no merecen compartir la misma frase no ya con “Breaking bad”, sino ni siquiera con “Juego de tronos” (que es fantasía, pero como es HBO, se le perdona). Lo que quiere decir que trasladar un cómic a la pantalla no es sinónimo de éxito inmediato. El propio Sepinwall apunta que lo que pasó con Marvel fue un accidente feliz que corre el riesgo de implosionar ante el peso de todas esas películas que tiene previsto estrenar en los próximos seis años (y esto si no sumamos el intento de DC de su propio universo cinematográfico compartido), y que lo que funciona en el cine no tiene por qué hacerlo en la tele.
Las series basadas en cómics son un poco como “Perdidos”; su alma es totalmente friki, pero el título de la ABC tuvo la suerte de calar entre el gran público. Es algo similar a “The Walking Dead”, de la que aún es difícil de explicar cómo un producto tan de nicho, en un canal de audiencias tan pequeñas como AMC, de repente se convirtió en la Estrella de la Muerte de las audiencias. Lo curioso es que es en televisión donde, probablemente, está el medio más adecuado para adaptar los cómics, como Robert Kirkman ha reconocido varias veces. La naturaleza episódica de las series se ajusta más a la de los tebeos y permite incluir gran parte de lo que los hace interesantes en la historia, en lugar de descartar casi todo para poder hacer una película de dos horas. Siendo los cómics tan de nicho, una televisión con audiencias cada vez más fragmentadas es el matrimonio ideal.
Dicho todo esto, me encantaría ver a Kate "Ojo de halcón" Bishop en "Agents of SHIELD" (o en la próxima "A.K.A. Jessica Jones"), o que por fin alguna cadena lleva a televisión "Y, el último hombre", o que FX decide continuar "American Horror Story" con "Fatale". Puestos a pedir...
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