La escucha

Aprovechando que las obsesiones televisivas de MacGuffin descansan en verano, me estoy dedicando a ver todas las series que me han recomendado, pasado, etc. Así que, a la espera de echarle el guante en breve a "Galáctica", y en los descansos de los visionados de "Prison Break", que me tiene picada, he conseguido ver el piloto de "The Wire" (con bastante retraso, ya lo sé).
La serie de HBO cuenta con un punto de partida que parece el típico: un policía desencantado en medio de un departamento de desencantados que tiene la comezón de los asesinatos cometidos por la banda de un poderoso narcotraficante, asesinatos cuyos culpables quedan siempre absueltos en los tribunales gracias a las triquiñuelas de la red.
A partir de ahí, sigue una inmersión total no sólo en el mundo policial, lleno de puñaladas por la espalda, jefes que quieren liquidar los casos cuanto antes y agentes sólo preocupados por la fuerza bruta, sino en la red de narcos, que funciona según sus propios códigos y sentido de la justicia, y cuyos integrantes se sienten por encima del bien y del mal.
No es de extrañar que algunos críticos apunten que un episodio de "The Wire" es mejor que muchas películas, ya que debe ser el mejor ejemplo del aprovechamiento de los recursos cinematográficos en la tele, que tanto se da en la actualidad. Amén, por supuesto, de contar con una galería de personajes interesantes, sin los que sería difícil que nos mantuviéramos pegados a la tele, y con un protagonista, Dominic West, que está, sin lugar a dudas, ante el papel de su vida. Este actor inglés empezó a hacerse notar en "Chicago", donde era el amante traicionero de Renée Zellweger, y pronto podremos verlo en "300".
Apuntamos también el principio del piloto en nuestra lista particular de comienzos memorables, con esos planos de los riachuelos de la sangre del chico muerto sobre la calle, y la peculiar conversación entre McNulty y el colega del muerto. Impagable.