La última película de Michael Haneke, "Caché (Escondido)", tiene más que ver con los ambientes malsanos y retorcidos de los relatos de Patricia Highsmith que con el suspense de las películas de Alfred Hitchcock (aunque comparta con ellas un gran macguffin que no vamos a desvelar). La peripecia de esta familia burguesa acosada por un "fantasma" del pasado es inquietante más por cómo está contada que por la trama en sí.
Los largos planos fijos nos convierten en mirones, en espías, a la vez que nos dejan calculadamente a oscuras sobre determinados puntos, que nosotros podemos (o no) unir. No quiero comentar más porque es una película que se disfruta (o se sufre) más cuanto menos se sepa de ella. Los premios que se llevó en diciembre, en la gala de la Academia Europea de Cine, están más que merecidos.
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