Aprovechando el estreno hoy de "Truman Capote", que sigue los seis años que el escritor estadounidense estuvo investigando para escribir "A sangre fría", y también el próximo estreno de "V de Vendetta", el 31 de marzo, vamos a hablar de ese tema tan manido que suele llenar páginas en las revistas y comentarios en los blogs perdiéndose, a veces, de vista lo fundamental: cine y libros no son lo mismo.
Parece obvio, pero no lo es. Por ejemplo, a mí me resultaron bastante pesadas las dos primeras películas de Harry Potter, que seguían los libros prácticamente hasta en los puntos y las comas. Sin embargo, "Harry Potter y el prisionero de Azkaban" me resultó más entretenida sobre todo porque, sin apartarse del libro, no pretendía contarlo todo, y lo que más le preocupaba no era eso, si no reflejar la atmósfera, cómo son los personajes... Casi lo mismo puede decirse de "El silencio de los corderos" (que, por cierto, pasa Cuatro esta noche en el estreno de su programa "Hazte un cine", o algo así), que es fiel al libro en lo fundamental, y no en cuándo muere este tipo, o si falta determinado personaje.
Por eso mismo, creo que las tres películas de "El Señor de los Anillos" no eran malas adaptaciones de la trilogía de Tolkien. Se tomaban sus licencias porque sus responsables sabían lo que era mejor para cada película, que no es lo mismo que lo que es mejor para los libros. Hace poco, el blog de El Escorpión en El Mundo hablaba sobre "Brokeback Mountain" y el relato de Annie Proulx en el que se basa, diciendo que era un buen ejemplo de cómo una y otro, sin dejar de ser cosas diferentes, se complementaban y mostraban aspectos que el otro medio no podía reflejar.
Es cierto que muchas películas "asesinan" a los libros sobre todo en el sentido de que son malas (ahí está "La casa de los espíritus" o "La novena puerta"). Esto es algo bastante extendido en las adaptaciones de cómics, con pocas excepciones (la serie de "X-Men", "Batman begins", "Hellboy", "Superman"), y casi todas están en el lado de los filmes que se sirven de títulos menos conocidos, incluso minoritarios: "Ghost World", "Camino a la perdición"... Muchas son buenas películas, e importa poco su fidelidad al material original ("El método" es un buen ejemplo). Quien pretenda hacerse una idea de cómo es, pongamos por caso, "A pleno sol", de Patricia Highsmith, no debería únicamente ver "El talento de Mr. Ripley", porque se hará una idea de su atmósfera, pero no sabrá cómo es el libro hasta que no lo lea (por cierto, Ripley es mucho más amoral en él). Y esto vale para "El código Da Vinci", y que vaya por delante que he leído el libro y no me atrae nada la película.
P.D.: A quienes les gusten los libros de y sobre cine, además de revistas, carteles antiguos y yo que sé cuántas cosas más, no deberían dejar de pasarse por Ocho y medio, en la calle Martín de los Heros, en Madrid, cerca de los cines Renoir Plaza de España.
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