Desde hace unos años, la noche anterior a que se entreguen los Oscars, todas las miradas del mundo cine se concentran en una carpa en la playa de Santa Mónica, donde se entregan unos premios que han ido ganando peso según pasaba el tiempo, y sus candidatas coincidían cada vez más con las competidoras que se verían las caras al día siguiente en el Teatro Kodak: los Independent Spirit.
Hay quien puede objetar que, con la salvedad de unas pocas excepciones, las películas que son nominadas en estos premios tienen poco de "independiente", si con eso nos referimos al cine que hacía John Cassavettes, o al que hacen actualmente John Sayles o Gregg Araki. Efectivamente, muchas son producidas por las secciones "independientes" de los estudios, que las apoyan después en su distribución, pero es que, desde los 70, las reglas del juego han cambiado totalmente. Así, en los Independent Spirit de este año igual encontramos títulos que hacen honor al espíritu de Cassavettes, como "The squid and the whale" o la propia "Transamérica", y otros que, aún hechos de la misma manera, tienen el respaldo de una parte de la industria detrás, como "Brokeback Mountain" o "Buenas noches, y buena suerte". Al final, la independencia no depende tanto del dinero, sino de que estas películas han podido hacerse gracias a los sacrificios de sus responsables (Clooney cobró tres dólares por "Buenas noches...", por ejemplo) y a que lo realmente independiente es su temática, la manera de contarla... La línea cada vez está más difusa (¿son los hermanos Coen "indies"?). Hay que tener en cuenta que, en Hollywood, las películas extranjeras entran más o menos directamente en esta categoría, como "Mar adentro", apoyada por una gran productora en España, pero ganadora el año pasado en estos premios.
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