En el mundo de los superhéroes, la fuerte entrada de las protagonistas femeninas en el último año y medio, o así, ha sido, seguramente, el tema más comentado. Estos cómics tienen que renovarse periódicamente porque, en más de 70 años de historia, ya swe ha hecho prácticamente todo y, además, tienen que adaptarse a nuevas situaciones sociales, a los gustos de nuevos públicos acostumbrados a cosas diferentes de los lectores de los años 90, de los 70 o hasta de los 40 (por cierto, para quienes tengáis curiosidad por esa época, leed "Las asombrosas aventuras de Kavalier & Clay"). El movimiento que ha hecho Marvel por diversificar algunos de sus héroes (convirtiendo a Thor en mujer, a Spider-Man en un chico latino o a Capitán América en un hombre negro) encaja en esa adaptación. muy necesaria si quieren seguir exprimiendo su catálogo de superhéroes hasta el infinito. Y entre todos ellos, pocas han recibido más atención que Kamala Khan, la cuarta Ms. Marvel en la historia de la editorial.
Pero es la primera que no es blanca, sino una adolescente musulmana de origen paquistaní y que vive en Jersey City, un sitio más cercano a Tony Soprano que a Steve Rogers. Por eso, probablemente, es una fan fatal de los Vengadores (hasta escribe fanfics sobre ellos) e idolatara a Carol Danvers, la primera Ms. Marvel que, actualmente, es la Capitán Marvel. Toda la historia de "Ms. Marvel" es realmente curiosa porque su guionista, G. Willow Wilson, se convirtió hace tiempo al Islam, y la editora de Marvel que impulsó la renovación del personaje, Sana Amanat, fue igualmente en su momento una adolescente mususlmana en Nueva Jersey que se sentía dentificada con los X-Men porque ellos tampoco acababan de encajar en ninguna parte. Su creación ha ayudado enormemente a encontrar un nuevo público para los cómics de Marvel y ha ejemplificado, en parte, el mayor interés de una nueva generación de lectoras por estas historietas.
¿Pero qué tiene Kamala para enganchar a tanta gente? Que, en el fondo, es una chica normal. Suficiente tiene con equilibrar las expectativas de su familia, que quiere que sea una joven pakistaní de bien, con lo que significa ser una adolescente en un instituto corriente de Estados Unidos, como para encimar añadir a eso la adquisición inesperada de unos poderes que le permiten cambiar de forma, hacerse más grande o más pequeña a voluntad, y dependiendo de lo que la situación requiera. El primer volumen, sobre todo, tiene un encanto de historia juvenil, de alguien que descubre que tiene un enorme potencial que tiene que aprender a dominar y a aprovechar y, al mismo tiempo, de cotidianidad que se ve muy fomentada por el dibujo de Adrian Alphona, que no sigue los cánones habituales de los cómics de superhéroes.
Además, Kamala entra en la tendencia de Barry Allen y Kara Danvers en televisión de sentirse realmente excitada y entusiasmada por probar sus nuevos poderes, incluso aunque le causen algún que otro problema. Y no deja de ser un poco friki (se comporta un poco como una fangirl alrededor de Lobezno, por ejemplo) y, por eso, resulta entrañable y muy divertida. Eso es lo mejor de "Ms. Marvel", que transmita la sensación de diversión de Kamala cuando derrota a algún villano, y también sus inseguridades siendo nada más que una chica de 16 años relativamente normal. Porque, en realidad, ninguno somos del todo normales, hasta sin tener superpoderes.
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