01 agosto 2016

Late shows, promociones y política americana


Estas dos últimas semanas han sido muy interesantes para quien tenga cierta curiosidad por la política estadounidense y, además, para quien siga más o menos de cerca los late shows de allí. La celebración de las convenciones de los republicanos y los demócratas para confirmar a Donald Trump y Hillary Clinton como sus candidatos a las presidenciales de noviembre ha puesto de relieve los puntos fuertes de cada uno de esos programas, y de sus respectivos presentadores. Estos shows diarios de variedades siguen todos el esquema instaurado, sobre todo, por Johnny Carson en "The Tonight Show", con un monólogo inicial que resume algunos de los asuntos de actualidad del día, varios comentarios del presentador desde su mesa, entrevistas a diferentes personalidades, actuaciones musicales y hasta un monólogo de algún comediante todavía no muy conocido.

En concreto, lo que han hecho las convenciones es revitalizar "The late show with Stephen Colbert", que ha hecho dos semanas de programas en directo que giraban, principalmente, en torno a lo que dichas convenciones iban dejando en cada una de sus cuatro noches. Colbert, que heredó el espacio en CBS de David Letterman, se hizo famoso por su sátira política en "The Colbert Report", en Comedy Central, y desde que dio el salto a las grandes ligas, como si dijéramos, todos los críticos de televisión comentan que la rebaja de los temas políticos que ha tenido que hacer en su nuevo programa le ha hecho perder parte de su mojo, de lo que lo hacía interesante y divertido desde el principio. Colbert se ha desquitado con esos diez late shows en directo (con gemas como Laura Benanti imitando a Melania Trump o esos "Hungry for Power Games" que tanto juego han dado durante todas las primarias), y lo cierto es que las críticas que se le hacían a su programa encapsulan bastante bien el estado del formato en Estados Unidos.

En España, lo que más se aproximaría sería una mezcla de "El intermedio" y "Late Motiv". O, mejor, dicho, el primero representaría los informativos satíricos de Comedy Central y HBO (y TBS) y el segundo, los late shows tradicionales de las cadenas en abierto. En éstos últimos, la política casi ni se toca. Es, precisamente, Colbert el que más se ha metido en ese terreno invitando no sólo a los principales candidatos de ambos partidos, sino también a jueces del Tribunal Supremo, congresistas, etc. Ése es más su punto fuerte. A Jimmy Fallon se le dan bien los juegos absurdos, a Jimmy Kimmel, las entrevistas muy promocionales (consigue darles algún toque simpático, al menos), mientras James Corden ha encontrado su hueco con cosas que ya hacía en el Reino Unido, como Carpool Karaoke. Seth Meyers, por su parte, funciona con un ambiente como más relajado. Es el otro presentador que más toca la política, pasada por el filtro del Weekend Update de "Saturday Night Live".

Si lo que se busca es un comentario sobre la situación política estadounidense, hay que irse al cable básico o a "Last Week Tonight", con John Oliver, que aplica la tradición de la sátira política británica a la comedia informativa. Su brutalmente divertida manera de desmontar los escándalos del momento le ha ganado un gran seguimiento entre quienes eran fieles del programa que creó el molde de estos espacios, "The Daily Show". A Oliver, sin embargo, le ha salido una dura competidora en TBS: "Full Frontal with Samantha Bee". Como Oliver y Colbert, Bee se formó bajo la tutela de Jon Stewart en "The Daily Show", y su impronta está en que aborda los asuntos desde la indignación y el mosqueo (por ejemplo, el tiroteo de Orlando). Su programa es semanal (como "Last Week Tonight") y se nota mucho más personal.

Los late shows en abierto (y "Conan", en TBS) son muy esclavos de los invitados que pasen por allí para promocionar su última película, o su serie de éxito, o el campeonato deportivo que acaban de ganar, y no todos los presentadores pueden tomarse el programa con la actitud que tenía Craig Ferguson. Si lo que queremos es ver entrevistas, Meyers, Colbert y hasta Kimmel son mejores opciones que Fallon y Corden, que es en los juegos y retos un poco tontos donde son más entretenidos. Pero no pensemos que vamos a ver conversaciones de alto nivel. Son espacios que, todavía hoy, tienen gran relevancia en la televisión americana y que se utilizan, sobre todo, como escaparates promocionales, y eso deja poco margen para que se toquen otros asuntos. Pero, a veces, ese margen se aprovecha muy bien.

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