21 enero 2015

Visibles

Una de las maneras en las que un colectivo empieza a salir de la marginación social es a través de la visibilidad. Esto no sólo hace referencia a que sus líderes convoquen manifestaciones o llamen la atención en los periódicos sobre sus problemas, sino a que dicho colectivo consiga una representación en la cultura popular, a que quienes pertenecen a él se vean en películas o series de televisión con ánimo de llegar al mayor público posible. Los debates y análisis sobre la diversidad en televisión que llevan meses protagonizando el discurso seriéfilo al otro lado del Atlántico hacen referencia en buena parte a esa visibilidad que los asiático-americanos, por ejemplo, pueden recibir gracias a una comedia como “Fresh off the boat”, visibilidad que puede ayudar a romper clichés y que, como ha demostrado “Empire”, puede demostrar que el público no-blanco también quiere verse en televisión.

La mayor diversidad racial en los repartos de las series es un tema que en Estados Unidos nunca se acaba, y está tan lleno de contradicciones, sutilezas y hasta pequeñas trampas, que comentarlo da para un blog dedicado exclusivamente a él. Sin embargo, el ejercicio de visibilidad más curioso que está dándose actualmente allí es el que se refiere a la orientación sexual. Vale, es cierto que series como “Queer as folk” y “The L Word” tenían una clara temática homosexual, pero ambas estaban emitidas por Showtime, una cadena de cable premium. Esa mayor visibilidad del colectivo LGTB (y, especialmente, de lesbianas y transexuales) se ha acrecentado en los últimos años en las networks y en programas orientados a un público más joven (y que no son sólo "Faking it"). En el blog Series de TV recuerdan hoy nueve títulos con protagonistas homosexuales, de “Ellen” y “Will y Grace” a “The new normal” y “Looking”, que apuntan a mediados de los 90 como el inicio, en parte, de esa mayor visibilidad progresiva. Pero el “movimiento”, como quien dice, se ha hecho bastante más notable en los últimos años.

Esa especie de respuesta a las series de prestigio protagonizadas por antihéroes que es tener títulos de misterio y aventuras, y comedias, centrados alrededor de mujeres quizás tenga parte de la culpa de esa amplitud de miras en la orientación sexual de los personajes. No estamos hablando sólo de “Orange is the new black”, aunque esa serie es un buen ejemplo de esa mayor representación de mujeres de todo tipo, extracción social, color de piel y gustos románticos. Esa famosa etiqueta de la “televisión de serie B”, de los títulos cuyas pretensiones no van más allá, en teoría, del entretenimiento inteligente de su audiencia, puede haber impulsado esta pequeña revolución que llega también a las mujeres heterosexuales y la presentación de sus deseos de una manera en la que no están supeditados al hombre (“The fall” y “Outlander” son los dos ejemplos que vienen enseguida a la mente).

Al animarse a poblar las series con mujeres, los guionistas se dedican también a crear personajes que no sean todos iguales, que den una variedad que permita a cada título tener su propia identidad. Si “Orphan Black” gira en torno a varios clones femeninos que se “sueltan” en medio de la sociedad convencional, y donde se intenta discernir hasta qué punto unas y otras evolucionan de modo diferente, es lógico que hubiera clones que prefieran a personas de su mismo sexo y otros que decidan cambiárselo. Si se busca una mayor representación de personajes femeninos, por fuerza tiene que haber lesbianas entre ellos, y este colectivo ha ido adquiriendo una visibilidad bastante notable recientemente en series tan mainstream como “Doctor Who”. La transexualidad está empezando a recorrer ese camino gracias, sobre todo, al enorme éxito de crítica de “Transparent”, pero todavía quedan “tabúes” en ese aspecto en la televisión estadounidense, como las parejas interraciales, heterosexuales incluidas. Por eso tantos críticos americanos le tienen bastante afecto a “The Fosters”.

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