03 febrero 2015

Detectives del XIX

Es curiosa esa pequeña tendencia que se ha dado en los últimos años de tener series históricas protagonizadas por detectives. En concreto, estos policías están a finales del siglo XIX, cuando empezaban a utilizarse nuevos métodos de investigación como las huellas dactilares o algunos análisis científicos de pruebas, pero todavía persisten los modos antiguos de buscar sospechosos por su extraño carácter o por su extracción social. BBC America tuvo "Copper", en Nueva York, y "Ripper Street", que seguía la investigación de Jack el Destripador, y este famoso asesino es, curiosamente, una de las inspiraciones de la trama horizontal de "Víctor Ros", un inspector de policía moderno en el Madrid de 1895. Basado en las novelas de Jerónimo Tristante, Ros es un antiguo raterillo callejero que acaba siendo un hombre culto y con grandes capacidades de deducción, y con un fuerte sentido de la justicia.

Vamos, que es un gran personaje para tenerlo como el centro de una serie así, sobre todo en la época en la que se ambienta. En aquella España, que estaba tan cerca del desastre del 98 y la pérdida completa del pasado colonial e imperial de los siglos XVI y XVII, las desigualdades sociales estaban muy acentuadas, las mujeres no tenían ningún derecho, liberales y conservadores se turnaban en el poder con la precisión de un reloj y resultaba muy complicado introducir un poco de razonamiento y avances modernos en el Madrid de los señoritos y las criadas. El país era pobre y no tenía los medios para meterse en guerras en el norte de África y en Cuba, pero lo hacía por un mal entendido orgullo nacional. Más o menos, ése es el clima social y político en el que se mueve Ros, y que el primer capítulo de la serie de TVE desgrana con algunas referencias a escándalos de la época, como la estafa piramidal de la hija de Larra.

Aunque haya unos cromas un poco patilleros (del Madrid de finales del XIX quedan cosas, pero ya no puede pasar por la ciudad que era entonces), "Víctor Ros" tiene una ambientación de interiores que está bien, y donde acierta de pleno es en Carles Francino como el detective protagonista. Tiene personalidad, carisma y sentido del humor, y merece la pena aguantar algunas interpretaciones acartonadas por verlo. Además, esa trama horizontal que decíamos antes, la del asesino de prostitutas que los propios policías comparan con el Destripador, puede resultar interesante y deja otro personaje que apunta buenas maneras, Lola. De hecho, el mundo de las prostitutas puede ser el que separe esta serie de otros títulos policíacos, porque da la sensación de que ahí van a poder sacar todo el partido a su amnbientación histórica.

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