13 marzo 2016
El corazón del fandom
Desde hace una semana, las redes sociales no hacen más que darle vueltas al giro dado por el penúltimo episodio de la tercera temporada de "Los 100". El ruido ha sido tal, que prácticamente todas las webs televisivas estadounidenses han comentado algo al respecto, desde críticas del episodio en cuestión a exhaustivas explicaciones de por qué determinado personaje era tan fundamental en la comunidad LGTB, artículos que ponen en contexto la reacción de los fans y la lógica interna de la serie a la hora de hacer lo que hizo, intentos de explicar el mínimo de temporada en audiencia del siguiente episodio (los fans enfadados han llamado al boicot, pero también es cierto que todo el prime time estadounidense marcó mínimos esa noche), y hasta reivindicaciones de Clarke, la protagonista de la serie, a la que algunos consideran que se está haciendo de menos en toda esta polémica.
De hecho, esa reivindicación de Clarke Griffin es una de las cosas más interesantes que se han escrito en todos estos días. El cabreo, los ataques y las respuestas indignadas de los fans tienen su razón de ser porque, ciertamente, la representación de determinados colectivos en televisión deja mucho que desear, y "Los 100" había conseguido llamar la atención de los medios durante su segunda temporada precisamente porque presentaba personajes con todo tipo de orientaciones sexuales sin darles mayor importancia, y porque es verdad que Lexa era un faro para muchas fans, sobre todo. Es curioso que la misma cualidad que le dio notoriedad, la de no otorgar mayor relevancia a la preferencia sexual de sus personajes, es la que la ha metido en todo este lío (lío, por cierto, que ha adquirido tintes bastante feos en los comentarios de algunas entradas, como ésta, con rumorología que ha pasado a atacar directamente a los responsables de la serie de cosas bastante alejadas de lo que luego se ve en pantalla).
La ira de los fans puede ser tan ciega como su amor, y "Los 100" va a tardar en recuperar algo de buena voluntad por parte de algunos de ellos, si es que alguna vez lo consigue. De nada sirve que, por muchas críticas que se le puedan hacer al giro (y se le pueden hacer, que el timing es cierto que es bastante desafortunado), éste represente un paso muy importante en la trama de la serie, y que la decepción por perder a determinado personaje haga que el que empezó a ser totalmente revolucionario, Clarke, sea sistemáticamente menospreciado para poder atacar a la serie (de cosas que en parte son ciertas, pero estamos perdiendo la perspectiva). Las redes sociales ya se inflamaron de una manera similar con la noche de bodas de Sansa Stark en la quinta temporada de "Juego de tronos", y con ese nivel de indignación, resulta complicado debatir de una manera que ofrezca la panorámica más amplia posible y que vaya más allá de defensas cerradas y ataques furibundos.
Es muy cierto que los creadores de las series ya no operan en una burbuja. Se les pide que interactúen con los fans, pero tienen que tener cuidado de no darles falsas esperanzas o de estar demasiado pendientes de lo que les digan (o poco pendientes, que es el otro reverso de la moneda). Cuando Russell T. Davies era el producto ejecutivo de "Doctor Who", la web oficial de la serie no tenía foros de discusión porque Davies consideraba que había que mantener cierta separación con el fandom. Es muy importante para la supervivencia de la serie, pero ésta tampoco puede estar a su servicio. Las redes sociales permiten expresar instantáneamente nuestro amor y nuestro odio por algo y, al mismo tiempo, han expulsado el término medio de las opiniones y las interacciones con otros fans o con los responsables de las series que nos gustan.
Música de la semana: "American Crime" se ha marcado una segunda temporada que ha dejado bastante satisfechos a los críticos estadounidenses, en general, y que arrancaba con un acto de búsqueda de fondos para el instituto en el que se ambienta la trama en el que sonaba una versión de "Dream on dreamer", de The Brand New Heavies.
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