El blockbuster es ya un género en sí mismo. Eso hay que asumirlo. Las películas que se estrenan en "verano" (aunque cada vez se adelantan más y empiezan a llegar en abril o finales de marzo) y que buscan sobre todo romper la taquilla, casi siempre en el primer fin de semana, tienen sus propias normas y sus propios estándares. Algunas son, además, buenas películas más allá de ser blockbusters que no insultan tu inteligencia y que ofrecen algo más que acción, dosis de humor, personajes carismáticos y un gran conflicto a vida o muerte, pero hay que reconocer que casi todas están creadas por ingeniería genética como el sinsajo, el pájaro cantor capaz de copiar cualquier melodía que tiene un papel muy importante en la trilogía de libros iniciada por "Los juegos del hambre", de Suzanne Collins.
La adaptación al cine del primer volumen, dirigida por Gary Ross, ha roto todos los récords de taquilla en Estados Unidos, aguantando como número uno durante cuatro semanas seguidas (algo muy poco habitual en esta época de blockbusters de consumo y olvido rápidos), y ya se ha posicionado como la saga juvenil que herede los millones de dólares recaudados por "Crepúsculo" y Harry Potter. Todo esto puede eclipsar lo que tiene que importarnos aquí, que es si la película adapta fielmente el libro (sí) y si tiene méritos suficientes para poder considerarse, al menos, una cinta decente (tenía potencial para ser bastante más cruda y alegórica y, si me apurais, hasta subversiva, pero la calificación PG-13 y sus propias pretensiones la constriñen en ese aspecto). Y hay que decir que, como comentaban en "Esta peli ya la he visto", "Los juegos del hambre" es un buen blockbuster, una película muy entretenida anclada y sostenida por una Jennifer Lawrence con gran presencia (ella es la película, de hecho) y que adapta de modo fiel su material de partida añadiendo sólo un par de cosas aquí y allá para que entendamos mejor la maquinaria y las implicaciones políticas alrededor de esos Juegos del Hambre.
Estamos ante una distopía futurista muy clásica (y por favor, ya está bien de buscar comparaciones con "Battle Royale". En "Perseguido" habría que buscar su referente más próximo) que, al menos en esta primera película, busca criticar más la obsesión del público por los reality shows de cualquier tipo, por muy crueles y denigrantes que sean. Se empiezan a poner las bases de la transformación de Katniss en algo más que una mera chica pobre que logra sobrevivir a ese brutal vehículo propagandístico del gobierno central que domina las 13 colonias de Panem, pero ese tema se toca sólo de pasada y como preparación para más adelante, si bien sí hay que apuntar que el fotograma de arriba es casi el único momento de verdad emocionante de la película y el que comienza a mostrar esa dualidad entre lo que Katniss siente al hacer todas esas cosas, y cómo éstas son percibidas por el resto del mundo.
Como decimos, "Los juegos del hambre" no subestima nuestra inteligencia y tiene las dosis justas de violencia para que veamos lo que los tributos (y los responsables del programa) son capaces de hacer, sin perder su calificación PG-13. Podría haber ido más allá, cierto, sobre todo en lo relacionado con Rue, pero tal y como es ya tiene bastante mérito. Algún crítico destacaba, por ejemplo, su querencia por el silencio más que por las músicas épicas típicas de estos blockbusters, y cómo la primera mitad (la de la preparación de los Juegos) resulta muy efectiva presentándonos a Katniss y cómo ella percibe todos esos preparativos como si fueran a meterla en la cárcel. Veremos si la suerte sigue estando en su favor en las próximas entregas.
Música de la semana: Por supuesto, la elección musical de esta semana tiene que llegar desde "Los juegos del hambre" y, en concreto, desde la canción que cierra la película. No es "Safe & sound", de Taylor Swift y The Civil Wars (aunque ésa suena sobre los títulos de crédito), sino "Abraham's daughter", de Arcade Fire. El grupo, por cierto, también aporta a la banda sonora de la cinta el himno de Panem.
2 comentarios:
Lo que no es de recibo es que la autora perjure que no había oído hablar de Battle Royale, ni de la Larga Marcha.
Si yo como amante de la literatura fantástica los conozco, entiendo que un escritor en este campo tiene un conocimiento bastante más amplio de lo que hay publicado en el mercado...
Tampoco me extraña tanto. Hasta que publicó Los juegos del hambre, Collins era guionista en programas para niños, no se dedicaba a la ciencia ficción.
Publicar un comentario