El género al que se adscribe una serie ayuda a describirla y a hacernos una idea de lo que puede ofrecernos, pero también puede limitar sus opciones de llegar a un público amplio. Las ideas preconcebidas que tengamos sobre dicho género a veces son obstáculos demasiado elevados para que algunos espectadores disfruten con series que, si vieran sin saber absolutamente nada de ellas, probablemente adorarían, y la ficción juvenil (YA, de "young adult", como se la conoce en el mundo anglosajón) es uno de los géneros que más sufre de este problema. A propósito de "Red Band Society" en FOX, la crítica de The New Yorker, Emily Nussbaum, toca el tema de lo desprestigiada que está este tipo de ficción. No se considera que un libro o una serie con temática adolescente, u orientada a ese público, pueda ser una buena obra de calidad. Un público adulto serio no debería dedicar ni dos minutos a "Friday Night Lights" o "Freaks and Geeks" porque son series de adolescentes y están por debajo de dicho público. Nussbaum apunta, muy acertadamente, que ese argumento olvida que bastantes libros, por ejemplo, considerados clásicos de la literatura están protagonizados por adolescentes, como "El guardián entre el centeno".
La corriente mayoritaria de opinión, aún más acentuada por ese boom de las sagas juveniles, la recogía un artículo de Slate que decía, directamente, que debería avergonzarnos leer, o ver, obras dirigidas a niños, y dicho artículo generó un animado debate en Internet sobre si era cierto o no, sobre si estaba generalizando o si se estaba asumiendo que "Crepúsculo", la saga de Harry Potter y "Los juegos del hambre" podían compararse al mismo nivel. El enorme éxito de "Bajo la misma estrella" y del autor del libro en el que se basa, John Greene, ha llevado a que reaparezca esta discusión, con los defensores de la literatura seria afirmando que los los libros YA están sustituyendo a la ficción literaria en las opciones lectoras de los adultos. Es un argumento bastante extraño, y aunque puede debatirse el tema de un modo más serio (yendo más hacia por qué determinados tratamientos de ciertos temas tienen más éxito que otros más serios, como quien dice), al final se opta por lo más fácil, que es el fuego a discreción.
El gran crecimiento que ha vivido el mercado juvenil literario y cinematográfico, y el hecho de que sean más los treintañeros quienes estén sosteniéndolo, es lo que ha motivado todo este jaleo, pero como ocurre en muchas ocasiones, a veces las críticas se quedan en argumentos que pecan un poco de snobs. No hace falta obsesionarse por cualquier saga YA que aparezca de repente, está claro, porque muchas, realmente, no valen gran cosa, pero no hay que rasgarse las vestiduras si alguna funciona. Emily Nussbaum apuntaba que lo que suele pasar es que nu4estros juicios van por el lado de que el libro juvenil que a mí me gusta trasciende el género, pero el que te gusta a tí debería avergonzarte de leer cosas para chavales, y también señala que, si hacemos caso de la corriente "adulta" defendida por Slate, cosas tan bien hechas y tan a la altura de grandes clásicos como "Es mi vida" o "Freaks and Geeks" serían ignoradas. Haced la prueba, recomendar a alguien una serie juvenil que consideréis que está muy bien a alguien, y veréis la respuesta que obtenéis. O hacedlo con una serie de The CW, la cadena más mirada por encima del hombro de la televisión americana (o una de ellas, que también está por ahí Lifetime).
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