Cuando The CW estrenó "The Carrie diaries", prácticamente todas las opiniones se dividían en dos lados: "quién pensó que era necesario hacer una precuela de 'Sexo en Nueva York'" y "esto no coincide con lo que la serie de HBO nos contó sobre la familia y la adolescencia de Carrie" (esto es muy interesante, porque es una discrepancia que viene del libro de Candace Bushnell en el que se basa la serie de The CW, escrito tras el final de "Sexo en Nueva York"). Trece capítulos más tarde, después de concluir una primera temporada que no está claro que vaya a tener continuación, "The Carrie diaries" ha resultado tener un "alma", como decían en "Las ruinas de Invernalia", y un encanto muy particular, bastante retro y anclado en su actriz protagonista, AnnaSophia Robb, que es la verdadera revelación de la serie (y a la que veremos próximamente en "The way, way back", el debut en la dirección de Nat Faxon y Jim Rash). Robb lleva el peso del 80% de las historias que se cuentan en cada episodio, y lo hace con energía y encanto, si me permitís la repetición de la palabra, transmitiendo la sensación de que la Carrie Bradshaw treintañera que todos conocemos pudo realmente ser así cuando tenía 17 años.
"The Carrie diaries" tiene dos partes bastante diferenciadas; el instituto en Castlebury, y el trabajo de Carrie en Manhattan, en la revista "Interview". Tiene también esa ambientación en unos 80 que son más una construcción de los recuerdos de los guionistas, y de las películas de John Hughes, que una ambientación realista como la de "The Americans", y sobre todo tiene cierta preocupación por desarrollar a sus personajes femeninos adolescentes, a Carrie, Maggie, Mouse y Dorrit, la hermana pequeña de Carrie. La trama de Castlebury funciona sorprendentemente muy bien. Es una historia de instituto de las de siempre, pero que tiene cierta chispa y vida, y el grupo de amigos de la joven Bradshaw, que incluye a Walt y el descubrimiento de su sexualidad, tiene una buena dinámica. Hasta Sebastian, la versión de Mr. Big de la serie, termina resultando mejor de lo que debería. Es la subtrama en Nueva York lo que queda a veces extraño, como si fuera sólo una excusa para lanzarnos todas las referencias ochenteras que puedan. Ahí, Larissa funciona como toque excéntrico y, en ocasiones, muy pasado de rosca, y como acicate para que Carrie persiga sus sueños y salga adelante por sí misma, sin depender de ningún novio. Porque resulta curioso como, muchas veces, Carrie tiene que elegir entre Sebastian y su trabajo, y casi siempre se decanta por lo segundo.
Es muy probable que "The Carrie diaries" no debería haber cuajado, a priori, en una serie teen tan digna como lo ha hecho, porque tenía todos los ingredientes para ser un desastre y no servir para nada más que para inspirar parodias como aquel "The Sopranos Diaries" de "Saturday Night Live", o para buscar todas las referencias que ha terminado haciendo a "Sexo en Nueva York". Pero ha terminado demostrando que el encanto de su piloto no era casual, y que aunque no deja de ser una serie de The CW, tenía cosas interesantes que decir. Quizás parte de la escasa recepción que ha tenido se debe al perverso efecto que causaron las dos películas de "Sexo en Nueva York", en especial la segunda, que algunos críticos creen que estropearon retroactivamente el legado de la comedia de la HBO. En este caso, hay mucho bagaje asociado a Carrie Bradshaw que "The Carrie diaries" tiene que superar para llegar a su público. Pero, de un modo inesperado, lo consigue.
Música de la semana: Lógicamente, la banda sonora de la serie es gloriosamente ochentera, con Madonna, Cyndi Lauper, A-Ha, Duran Duran, Bryan Adams, Donna Summer, New Order y hasta Stevie Nicks y ese "Edge of Seventeen" que probablemente muchos conozcáis más por haber prestado un sampler a "Bootylicious", de Destiny's Child. De todas esas canciones, la elegida va a ser "Brass in pocket", de Pretenders.
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