Es curioso que los dos documentales que dirigido Asif Kapadia, y que le han dado un gran reconocimiento, se centren en dos personajes públicos que alcanzaron gran éxito y que murieron jóvenes. Ayrton Senna y Amy Winehouse procedían de mundos diferentes y se dedicaban a cosas distintas. Pero las dos películas que el realizador británico les ha dedicado son bastante similares. Tanto "Senna" como "Amy" intentan ir más allá de los iconos, de su imagen pública (ya fuera buena o mala), y revelarnos a las personas que estaban detrás del volante de un Fórmula 1 o del micrófono. Ambas evitan utilizar "cabezas parlantes"; aunque se entrevista a gente importante en sus vidas, sólo escuchamos sus voces y no les vemos en pantalla, con lo que la película se construye con imágenes de archivo, sobre todo, y los dos sujetos de los documentales están en pantalla prácticamente todo el rato.
En las dos, se parte de la asunción de que el público conoce de antemano el desenlace (aunque Senna no es tan conocido en Estados Unidos, donde ya tienen la NASCAR para sustituir a la Fórmula 1). El piloto brasileño murió en un brutal accidente en el Gran Premio de San Marino, en 1994, mientras la cantante británica falleció en 2011, en su casa de Londres, a causa de complicaciones cardiacas derivadas de su alcoholismo y su drogadicción. El primero tenía 34 años; la segunda, 27. Ambos alcanzaron el éxito global, pero lo manejaron de diferente manera, y no les afectó por igual. Y lo que Kapadia hace es celebrar sus vidas, mostrar quiénes eran realmente y, en el caso de Amy, intentar discernir por qué se llegó a ese final.
"Senna", de 2010, se llevó el premio del público al mejor documental en el Festival de Sundance y el BAFTA de su categoría, y su olvido en los Oscar de aquel año generó bastantes comentarios. Quizás la escasa popularidad de ese deporte en Estados Unidos pesó en su contra, porque ha terminado teniendo una sombra mucho más alargada. "Rush", por ejemplo, la cinta de Ron Howard sobre la rivalidad entre Nikki Lauda y James Hunt, está claramente inspirada por este documental, que cuenta cronológicamente la carrera de Senna desde los karts hasta su muerte. Como hemos dicho antes, utiliza enteramente imágenes de retransmisiones de grandes premios, de entrevistas televisivas de Senna y de su gran rival, Alain Prost (que es quien sale peor parado de la cinta), y es una historia vibrante sobre un piloto que se sabía el mejor y que era capaz de casi cualquier cosa por ganar. Lo que acaba siendo un tema recurrente es la duda de si Senna no arriesgaba tal vez demasiado en las carreras, y también el hecho de que la FIA no era capaz de reaccionar a la cada vez mayor potencia y velocidad de los coches, anclada en un reglamento que se había quedado obsoleto.
"Amy", por su parte, tiene un tono un poco más serio, como si dijéramos, porque las circunstancias de su muerte son más complicadas. Y eso que, al utilizar muchas grabaciones de amigos de la cantante cuando ésta no era más que una adolescente, y estaba empezando a actuar en clubes de jazz, nos permite acceder al lado de Amy Winehouse que el gran público nunca vio; el de una chica divertida, muy de barrio, a la que le encantaba hacer música, y que confesaba que temía volverse loca si algún día se hacía famosa. Lamentablemente, se cumplió su propia profecía. Kapadia tira aquí también de mucho archivo y, sobre todo, de muchas imágenes captadas por paparazzis, que persiguieron a la cantante en sus peores momentos con el fervor de tiburones oliendo la sangre. "Amy" muestra que los problemas emocionales y de adicciones de la estrella ya se venían gestando desde mucho antes, y que el enorme éxito de "Back to black" fue, probablemente, lo peor que pudo haberle pasado. Además, desvela también el gran contenido autobiográfico de sus canciones y, como dice su subtítulo, pone realmente una cara y una personalidad al nombre, a la "marca".
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