ALERTA SPOILERS: ¿Habéis visto el tiroteo del cuarto capítulo de la segunda temporada de "True Detective"? Si no sabéis qué tejemanejes se traía Ben Caspere con las tierras alrededor de Vinci, mejor no sigáis leyendo.
La visión del mundo que tiene "True Detective" (y su creador, Nic Pizzolatto) ya quedó bien reflejada en una de las citas más célebres de su primera temporada: "El mundo necesita hombres malos. Mantenemos a los otros hombres malos lejos de la puerta". Para la serie, el mundo está dominado por tipos que, en cuanto alcanzan cierto poder y dinero, se creen con el derecho de poseer lo que les dé la gana. Están seguros de que las leyes no van a tocarles, de que pueden tratar a todos quienes consideren inferiores a ellos como peones o, directamente, herramientas necesarias para cumplir sus deseos, y su idea del disfrute de su éxito, y de la demostración de su estatus, es tener la mansión más grande en la zona más cara de la ciudad, el coche deportivo más costoso y potente y las fiestas con las chicas más explosivas.
Esos hombres han sido durante décadas el centro del género negro, de las historias de mafiosos, de los casos que los detectives ficticios más famosos han tenido siempre que solucionar. En "L.A. Confidential", en la trama de corrupción policial hay incluida una de prostitutas de alto standing que se parecen a estrellas de cine, y siempre acaba demostrándose que todo está conectado. Las raíces de la oscuridad se extienden muy profundamente y lo tocan todo, que es algo que estamos viendo, de manera menos poética y gótica, en la segunda temporada de "True Detective". Los cuatro episodios emitidos hasta ahora están reforzando esa visión del mundo (unos dirían que deprimente, otros que realista) y también la posición de la serie dentro de ese movimiento de los antihéroes, y de la exploración de los ideales de masculinidad modernos, que han dado pie el 90% de los títulos considerados por los críticos como los mejores de la historia.
En ese aspecto, esta segunda temporada sigue tan a rajatabla los códigos del noir ambientado en California, que no es extraño que haya quien piense que Pizzolatto está jugando con nosotros y "troléandonos", pisando a veces el terreno de parodias como "Darkness at noon", la serie a la que Alicia Florrick está enganchada en "The Good Wife". El alto nivel de escrutinio hacia ella dificulta que se la pueda juzgar por lo que estamos viendo, más que por lo que creemos que deberíamos estar viendo. Es cierto que "True Detective", ahora mismo, no es tan diferente de "Bosch" o "The Bridge", y que tiene de vez en cuando diálogos demasiado literarios que suenan artificiales. También es verdad que mantiene la capacidad de entregar secuencias energéticas como el tiroteo que cierra el cuarto capítulo, un episodio en el que empieza a quedar claro que, como decíamos antes, la corrupción de Vinci llega en realidad mucho más lejos de lo que se pensaba.
Todo está conectado; Caspere une la trama de la corrupción alrededor del proyecto de la línea del ferrocarril con esa otra historia de las fiestas con prostitutas de alto nivel, y el pasado del padre de Ani Bezzerides va a darle una unión temática, probablemente, a las dos temporadas de "True Detective".
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