24 julio 2016

El monstruo, los niños y el cine de los 80


ALERTA SPOILERS: Lo más probable es que todo hayáis visto ya entera "Stranger things", pero si no es así, no sigáis leyendo. ¿Cómo sería un crossover entre la serie de Netflix y "The Americans"?

Las referencias al cine de los 80. Eso es de lo que todo el mundo habla cuando se comenta "Stranger things". Que si Steven Spielberg, que si Stephen King y John Carpenter, que si "Los Goonies", que si "Pesadilla en Elm Street", que si John Hughes, que si "D.A.R.Y.L", que si "Poltergeist"... Hasta "El laberinto del fauno" y "Alien". La lista de influencias, homenajes y hasta plagios que los hermanos Duffer han incluido en su serie es lo que se lleva la mayoría de los comentarios y, curiosamente, es probablemente la parte más floja de la historia. Sí, es muy divertido pillar referencias como el plano de las vías del tren de "Cuenta conmigo" o el corte de pelo de Meryl Streep en "Silkwood" en Winona Ryder, pero todo ese componente nostálgico siempre está al borde de ser excesivo y de impedir que se pueda disfrutar la serie como tal.

Algunas de esas referencias más obvias (como el principio de la historia de Nancy y Steve) impiden que realmente se le puedan colgar a la serie algunos de esos hiperbólicos adjetivos que se han escrito en los últimos días, porque su condición de pastiche ochentero (y de "Dragones y mazmorras", el juego de rol) pesa en ocasiones demasiado. Y sin embargo, como comentaba un crítico estadounidense, pese a todos esos fallos y esas obviedades, "Stranger things" es una serie muy disfrutable justo por su compromiso y su entusiasmo por el cóctel de referencias. Visualmente, logra algunas imágenes realmente potentes (las luces de Navidad en casa de los Byers, el mundo Del Revés...), y el misterio de lo que Once puede hacer realmente y de cómo conseguirán rescatar a Will de ese universo paralelo está bien llevado. Sólo faltan ahí Walter Bishop y una jovencísima Olivia Dunham (y el matrimonio Philip y Elizabeth Jennings) y la mezcla estaría completa.

"Stranger things" acaba resultando bastante más entretenida de lo que debería. Hasta la exploración del duelo por perder a un ser querido está extraída de esos clásicos juveniles de la década de 1980, pero le da cierto empaque emocional al personaje de sheriff y permite que Nancy no se quede anclada en la hermana mayor que quiere ser popular en el instituto siendo la novia del chico guapo y pseudo-malote. Y Once es un hallazgo; lo suficientemente misteriosa, vulnerable y peligrosa para que quieras verla en acción todo lo posible, y para que quieras saber más de ella y quieras que tenga un final feliz, algo que sabemos perfectamente que no va a ocurrir.

Conforme la corta primera temporada avanza, los elementos nostálgicos van teniendo menos peso ante el impulso que va tomando la trama, e importan un poco menos cosas como el cliché del ex marido de Joyce, por ejemplo, o la unidimensional caracterización del personaje de Matthew Modine o de los dos ayudantes del sheriff (que podrían haber trabajado sin problema para el jefe Wiggum de "Los Simpson"). Ése es el principal fuerte de "Stranger things", que la sensación de disfrute se imponga a todo lo demás, y que la resolución de qué pasó con Will Byers termine enganchando. El final, por supuesto, deja el terreno preparado para una segunda temporada, con Will más cambiado de lo que le gustaría aceptar y con la posible supervivencia de Once a su lucha con el monstruo en el aire, y si Netflix se la concede, haría bien en no ampliar el número de capítulos. Ocho es la medida justa para que "Stranger things" funcione; con algunos más, es probable que se le notaran las costuras de una manera mucho más notable y que eso interfiriera en la diversión de su visionado.

Música de la semana: Uno de los aspectos más notables de la serie es su banda sonora, compuesta por una banda de pop electrónico de Austin (Texas) llamada S U R V I V E. Uno de sus últimos singles es "A.H.B."

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