Aunque lo parezca, no vamos a hablar de la nueva película de Pixar, "Brave", que tiene unos personajes apellidados MacGuffin, y tampoco vamos a dar autobombo de este rincón bloguero; vamos a hablar de aquel truquito narrativo que Alfred Hitchcock explicaba utilizando este ejemplo. Imaginaos dos viajeros en un compartimento de un tren en el Reino Unido. Si queréis pensar que van vestidos un poco a la moda de "Downton Abbey", podéis hacerlo. Van los dos hablando animadamente sobre sus cosas y sobre el motivo de sus respectivos viajes en tren y, de repente, uno de ellos se fija en que el otro tiene un paquete alargado colocado en el portaequipajes situado sobre su asiento. Curioso, el viajero pregunta: "¿Qué es ese paquete que llevas ahí arriba?" El otro le responde: "Un macguffin". "¿Un macguffin?", dice el viajero, extrañado, "¿Y eso qué es?" "Oh, no es nada. No es más que un aparato para cazar leones en Escocia". Su interlocutor se queda callado un rato y, al cabo de un momento replica: "Pero si en Escocia no hay leones". A lo que el dueño del paquete contesta: "Pues entonces no es un macguffin".
De este truco se ha hablado muchas veces en multitud de sitios. No es más que una excusa para hacer que la trama avance, un objetivo para los personajes que es importante para ellos pero no para la trama y que, de hecho, podría cambiarse por otra cosa a mitad de la historia y ésta no sufriríacvon el cambio. Los ejemplos más claros son la famosa maleta de "Pulp Fiction", el uranio de "Encadenados" o el misterioso Kaplan de "Con la muerte en los talones", que para algunos es el macguffin más perfecto porque no existe. Como excusa, no debe distraer de lo importante, que muchas veces es la interacción entre los personajes. En el famoso caso de "Encadenados" (expuesto hasta la saciedad cuando se toca este tema), las minas de uranio que buscan los personajes de Cary Grant y Claude Rains no importan lo más mínimo; lo que le interesa a la película es la relación entre Grant y el personaje de Ingrid Bergman.
En televisión, también hay varios ejemplos de series que utilizaban un macguffin para echar a andar la trama. El misterio alrededor del suicidio de Mary Alice en "Mujeres desesperadas", por ejemplo, podría ser un macguffin, pues son las vidas de las vecinas de Wisteria Lane y las fracturas en sus fachadas lo que importa de verdad. Hay quien dice que los monstruos de "Buffy, la cazavampiros" entran en esta categorización. Hasta podría discutirse que la isla de "Perdidos" cumple la misma función, aunque en esta serie había incluso macguffins dentro del macguffin (como los números). Era la historia de redención de sus "náufragos" lo que se quería contar. Suele ser un recurso más habitual, eso sí, en historias de suspense y thrillers; la amenaza a la que los protagonistas deben hacer frente o el objetivo que deben conseguir da la excusa para que entremos en la historia, pero después son esos personajes y su evolución lo que importa, y no tanto si se consigue recuperar el cuadro robado en los primeros duez minutos.
Hitchcock, de todos modos, no le concedía demasiada importancia al macguffin. Al ser sólo un truco, una excusa, para él no era fundamental, y llegó a describirlo una vez como "directamente nada", algo en lo que no había que perder demasiado tiempo. Si la historia estaba bien hecha, el macguffin cumplía su función, no llamaba demasiado la atención y no distraía del verdadero centro de todo. Aunque también se puede optar por la vía de Quentin Tarantino, que es la de usarlos casi como un chiste recurrente, como la famosa maleta.
1 comentario:
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