Cuando AMC estrenó esa tercera temporada que nadie pensaba que tendría "The Killing", lo que casi todo el mundo se preguntaba era sí corregirían los defectos que lastraron las dos primeras, y que la convirtieron en el paradigma del hate-watching junto con "Smash" y "The newsroom"; a saber, la constante presencia de callejones sin salida y falsos culpables, la excesiva potenciación de la lluvia para establecer una atmósfera, el hecho de que Linden fuera tan "hostil" y que renunciara a presentarse como un personaje que fuera fácil de apoyar y, sobre todo, que alargaran la investigación del asesinato de Rosie Larsen durante esas dos temporadas. Algunos de esos defectos venían heredados de "Forbrydelsen", la serie danesa que adaptaban a la televisión estadounidense, y "The Killing" no hizo más que amplificarlos. Algunos de los sospechosos no tenían un papel tan prominente en la serie original, y es cierto que el carácter de Lund llegaba mejor al espectador que el de Linden, incluso siendo igual de hostil.
Así que, como decíamos, había bastante curiosidad por confirmar si, con una nueva temporada en la que contaran un nuevo caso, separado del de Rosie Larsen, y en la que no adaptaran ninguna historia proveniente de "Forbrydelsen", Veena Sud y compañía lograrían redimirse a los ojos de los críticos y de buena parte del público que los abandonó al finalizar la primera entrega. Lo cierto es que pretender atraer nuevos espectadores, o recuperar a los que se quedaron por el camino, no es algo que parezca muy realista. "The Killing" es, básicamente, la misma serie que era al principio. Sigue lloviendo mucho, los personajes siguen moviéndose de noche o bajo cielos muy nublados, y Linden no es de repente Miss Simpatía. Sin embargo, sí da la sensación de que, de momento, la historia que quieren contar está mejor hilada en todos sus frentes. La subtrama política de las primeras temporadas nunca estuvo bien integrada con la policial (algo que sí hacía mejor la danesa), y esta vez, ese vistazo a la subcultura de los chicos de la calle tiene mucho más sentido con el caso que están investigando. Hasta la tercera pata, que es la línea argumental de Ray Seward en el corredor de la muerte, tiene sentido temáticamente, aunque esté, por ahora, más desconectada de las demás.
Y la serie se está preocupando por no perder nunca el foco de Linden y Holder (al fin y al cabo, si el estudio se puso a buscar otra cadena para la serie después de que AMC la cancelara, fue para no dejar escapar tan rápido a Joel Kinnaman y Mireille Enos). Ella se mantiene más o menos igual que hasta ahora, pero esa marcha voluntaria de la policía le ha sentado bien al personaje. Parece ser más consciente de que tiene que tener cuidado de no volver a dejarse atrapar por la espiral de autodestrucción que la acecha siempre que se toma un mayor interés en algún caso, y ahora es Holder el que ha de vigilar no dejarse llevar otra vez por esa inmersión a fondo en la investigación de su compañera. Desde que empezó la serie, los dos detectives han sido siempre muy entretenidos de ver juntos, y eso no se ha perdido en la tercera temporada. Todavía estamos a la mitad, y es posible que lleguemos a un final que no satisfaga a nadie, pero, de momento, da la sensación de que "The Killing" tiene más claro lo que está haciendo, sin haberse convertido de golpe en otra serie diferente. ¿Que eso le sirva para lograr una cuarta temporada? Dependerá de si el estudio continúa queriendo contar con ella y, probablemente, cómo funcione en Netflix acabe teniendo más peso que la audiencia que tenga en AMC. Los cambios en el modelo televisivo en Estados Unidos son ya imparables.
Música de la semana: Lo cierto es que tuvo cierta gracia, un poco retorcida, que "Defiance" utilizara la canción "We were sick", de The Thermals, en un capítulo que lidiaba con una epidemia. Esta serie no deja de sorprender con sus elecciones musicales.
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