Este año, las conversaciones sobre los Emmy son peculiares porque en ellas figura muy poco la que, hasta ahora, era la niña bonita de esos premios, "Mad Men". Es curioso porque la serie ha sido el centro, en su sexta temporada, de algunas de las teorías más locas y más divertidas de los últimos tiempos (mi favorita, que Bob Benson era el hijo de Peggy que venía desde el futuro. Quiero ver esa serie), y al coincidir su emisión con la de la tercera entrega de "Juego de tronos", Don Draper y Tyrion Lannister han dominado el 90% de los artículos que se han escrito sobre televisión en los últimos cuatro meses. Sin embargo, al entrar de lleno en la pretemporada de los Emmy, las posibilidades de la creación de Matthew Weiner en esos premios casi ni se mencionan; los expertos están más interesados en dilucidar si la adaptación de los libros de George R.R. Martin puede arrebatar el premio gordo a "Homeland" o "Breaking Bad", o si las posibilidades de "House of Cards" son realistas.
Probablemente, sea un daño colateral del batacazo que "Mad Men" se dio el año pasado, en el que perdió en todas y cada una de las 17 nominaciones que tenía, y conociendo cómo funcionan los Emmy, no sería raro que fuera el primer síntoma de que los académicos se han cansado de los publicitarios de AMC, y han encontrado nuevas series y nuevos personajes a los que premiar y con los que obsesionarse. Esto no quiere decir que la serie haya decaído en su calidad (aunque las críticas a esta sexta temporada no han sido demasiado elogiosas, en general), sino que se le ha pasado la época, ni más ni menos. Cuando dominas los premios durante cuatro años seguidos, tiene que acabar llegando el momento en el que hasta tus más ardientes defensores piensen que es momento de repartir un poco los reconocimientos, así que si "Mad Men" se cae de las seis candidatas a mejor drama este año, no nos sorprendamos.
Curiosamente, la serie podría reflejar un poco el arco vital de Don Draper en estos últimos capítulos, pero no vamos a decir nada más para no espoilear nada (y porque yo sé qué pasa, pero aún no los he visto, que es mi tradición con "Mad Men"). De ser el "gallito", el Muhammad Ali de las series a la que nadie podía derrotar, ha pasado a acordarse de "El color púrpura" y su olvido en los Oscar, a sentirse un poco como ese Pete Campbell que quiere ser Don y fracasa siempre en el intento. Entre los dramas ha habido una gran renovación desde que "Mad Men" recibió su primer Emmy, en 2008, y hasta HBO ha recuperado el lustre que había perdido con el final de "Los Soprano". Desde hace un par de años, en realidad, la principal competidora de la serie de Weiner está en su misma cadena, con la cada vez mayor aceptación de "Breaking Bad" y la sensación de que, en su temporada final, puede estar cerca de traducir las estatuillas múltiples de Bryan Cranston y Aaron Paul en una victoria en mejor drama.
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