ALERTA SPOILERS: Como el primer capítulo de la segunda temporada de "Hannibal" empieza con fuerza, es mejor avisar de lo que podéis encontraros por aquí si no lo habéis visto.
La primera temporada de "Hannibal" empezaba a poner las piezas que deben llevarnos hasta "El Dragón Rojo", el primer libro de Thomas Harris que presentaba al doctor Lecter, ya entre rejas, y que Bryan Fuller ha afirmado que adaptarían en una hipotética cuarta temporada. En aquel libro se contaban algunas cosas de la relación pasada entre Will Graham y Lecter, pero nunca se especificaba qué había pasado (si yo no recuerdo mal), más allá de que Graham había tenido que estar una temporada apartado del servicio. En esa segunda entrega vamos a ver esa temporada que el asesor del FBI pasó en ese hospital psiquiátrico donde el doctor Chilton cada vez se parece más al que vimos en "El silencio de los corderos" (los homenajes a esa película siguen siendo constantes), y donde trata de limpiar su nombre ahora que, por fin, ve con claridad quién es y lo que le ocurre. Y eso no es otra cosa que Hannibal Lecter le tendió una trampa, y que él es el psicópata muy inteligente que están buscando.
Lecter se presenta en este episodio en una inversión de roles con respecto a Will. Ya no es un agente "pasivo", que sólo escucha y, cuando hace algún movimiento, es subrepticio; ahora juega un papel mucho más activo en la investigación de los crímenes del FBI y parece estar dando los pasos para actuar de una manera más abierta. Da la sensación de que, a pesar de ser el culpable de que Will esté acusado de los asesinatos que él cometió, realmente quiere ayudarle y se preocupa por él, y esa dicotomía resulta interesante de ver. ¿Será ésa la razón por la que terminaremos viendo esa pelea entre Hannibal y Jack Crawford en su cocina, una pelea que parece indicar que su verdadera naturaleza como el Destripador de Chesapeake va a ser descubierta? ¿Cómo conseguirá Will librarse de ésta? Aunque Alana está dispuesta a ayudarle, y hasta Jack lo está, los dos se sienten más inclinados a creer que es culpable, pero que no recuerda haber hecho nada, que a pensar que es inocente y nada más que otra víctima de Lecter.
"Hannibal" sigue apostando por un aspecto visual que la distingue de todo el resto de la ficción que está haciéndose en televisión ahora mismo (diría que sólo "True Detective" le sigue el paso). Entre esos sueños de Will que parecen sacados de los títulos de crédito de "Los hombres que no amaban a las mujeres", esa fotografía de luz otoñal y decadente y esos crímenes horribles y hermosos al mismo tiempo (más unos efectos de sonido magistrales), estamos todo el rato metidos en los malos sueños de Will Graham, en su mente todavía alucinada y que se aferra a lo que sabe que es real ahora que ya no tiene que ponerse en la piel de esos asesinos en serie que perseguía. Ahora tiene que ponerse en su propia piel para averiguar exactamente qué le hizo Hannibal.
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