Cuando se anunciaron las nominaciones a los Oscar, a mediados de enero, los expertos ya tenían una quiniela de favoritos que habían confeccionado con los premios de la crítica y las candidaturas a los Globos de Oro y los galardones de los sindicatos. Esas apuestas de diciembre sufrieron algún que otro sobresalto en los SAG y en los BAFTA, con lo que parecía un surgimiento desde atrás de "La gran estafa americana", pero al final se quedó en un espejismo, y los ganadores finales fueron, ni más ni menos, que los que oscarólogos daban como tales en diciembre. Desde el reparto de película y director entre "12 años de esclavitud" y "Gravity" a los premios de actuación (para Cate Blanchet, Matthew McConaughey, Jared Leto y Lupita Nyong'o), incluyendo el guión original para "Her" y los triunfos de "Frozen" en canción original y película de animación, sólo la victoria de "A 20 pasos de la fama" sobre "The act of killing" se salió del guión (pero así Darlene Love pudo cantar), y hasta Ellen DeGeneres cumplió las expectativas de quienes pensaban que volvería a ser una presentadora más bien sosilla.
DeGeneres sí dejó algún que otro apunte en su interacción con el patio de butacas, desde la autofoto más llena de estrellas a su reparto de pizzas entre el respetable, pero de lo que más se habla el día después no es de su labor sobre el escenario, sino de los discursos de algunos de los premiados (como el de Lupita Nyong'o) o del hecho de que los galardones acabaran bastante repartidos excepto en los apartados técnicos, en los que arrasó "Gravity". Que fuera la carrera más abierta de los últimos años, como se repetía en todos los medios especializados, no cristalizó en sorpresas reales, y parece que en la gala en sí tampoco hubo instantes que destacaran demasiado, con algunas excepciones. Por ejemplo, Bill Murray coló un breve homenaje a Harold Ramis, fallecido unos días antes, al final de la lectura de los candidatos a mejor fotografía, y John Travolta fue incapaz de pronunciar bien el nombre de Idina Menzel, llamándola en su lugar Adele Dazim, o algo así (y cuando Robert López y Kristen Andres-López ganaron por "Let it go", dieron un discurso rimado).
Las interpretaciones de las cuatro canciones nominadas (en versiones abreviadas) fueron de los escasos momentos musicales de la gala (ni siquiera hubo un número de introducción, que esto no son los Tony) y tuvieron su punto; U2 y su medio tiempo de estadio, la sensibilidad indie de Karen O y Ezra Koenig (de Vampire Weekend), el showstopper de Broadway de Idina Menzel y la fiesta buenrrollera de Pharrell Williams (que les sacó sus bailecitos a Lupita Nyong'o, Meryl Streep y Amy Adams). Sí, hubo homenaje a "El mago de Oz" con P!nk cantando "Over the rainbow", pero esta vez se habían propuesto sustituir las canciones de la gala del año pasado por montajes de diferentes temáticas. Lo que se mantuvo son esas combinaciones de presentadores que a veces resultan muy curiosas, como Joseph Gordon-Levitt y Emma Watson en plan mono, Viola Davis y Ewan McGregor (con un peinado extraño), Michael B. Jordan y Kristen Bell (o Vince y Veronica), Benedict Cumberbatch y Jennifer Garner, ese peculiar dúo de Angelina Jolie y Sidney Poitier y los guapos Chris Hemsworth y Charlize Theron. Pero, como siempre, las mejores galerías son las del backstage.
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