Si tuviéramos que repartir este año premios al jugador más mejorado de la temporada entre las series estadounidenses, uno de ellos sería para “Arrow”. No es que haya dado un salto de calidad muy notable entre la primera entrega y la segunda, sino que lo suyo ha sido algo más gradual desde la mitad de esa primera temporada (podríamos decir que, más que los Phoenix Suns de este año, ha sido más tipo los Indiana Pacers de los Playoffs de 2013 y casi toda la siguiente liga regular, para los que seáis seguidores de la NBA). Como es habitual en televisión, Marc Guggenheim y Andrew Kreisberg tardaron un poco en afinar la maquinaria y en darse cuenta de las cosas que funcionaban, más todavía si tenemos en cuenta que esas dos temporadas han contado en realidad una única historia, el arco que Oliver Queen vive nada más regresar a Starling City. Pero según evolucionaba ese arco, y veíamos cómo Oliver se enfrentaba a sus propios demonios, además de a todos los villanos que intentaban acabar con la ciudad, la serie iba evolucionando con él y ganando en confianza en sus posibilidades, y parte de esa mejor cohesión entre todas sus partes descansa en el rol que han adoptado sus personajes femeninos.
No es que “Arrow” sea una serie que pase el test de Bechdel constantemente (aunque Laurel y Sarah tienen conversaciones que no siempre giran en torno a Oliver o a su padre), sino que su nivel de entretenimiento aumenta al involucrarlas más en la acción principal, en lugar de que sólo sean satélites alrededor de Oliver. La introducción de Felicity ya en la primera temporada es una de las claves de esta curva ascendente; le da un cierto toque de levedad que siempre viene bien en las obras audiovisuales basadas en el universo DC, que suelen pecar de tomárselo todo demasiado en serio. La genio tecnológica ha terminado quedándose con los mejores one liners y hasta gira a su alrededor la trama de tensión romántica, más que sexual, no resuelta con Oliver, lo que no está nada mal para un personaje que, en un principio, sólo iba a aparecer en un capítulo. Y mientras Felicity ha formado el trío central de la serie al lado de Oliver y Diggle, la llegada de Sarah añadió una energía similar a la de Queen (por eso de que también es una heroína torturada), pero un poco distinta. Lo interesante de ella es que vuelve a Starling City por su hermana, más que por Oliver, y aunque también se ha movido mucho alrededor de él, ha tenido sus propios fantasmas del pasado y su propia agenda.
No obstante, el verdadero trabajo de rehabilitación de un personaje ha llegado con Laurel. Sin el triángulo amoroso de la primera temporada con Tommy, se quedó a la deriva. Su fase de confrontación con Arrow y de relación tirando a fría con Oliver no terminaba de funcionar, y aunque sobre el papel era interesante su espiral de autodestrucción por el alcohol y las pastillas (que la hacía parecida a su padre), tampoco se vió demasiado acertada. El problema que tienen estas series que pivotan tanto sobre su protagonista es que cualquiera que no esté en contacto directo con él queda muy diluido y, en el caso de "Arrow", la necesidad de Oliver de mantener en secreto su identidad... secreta terminaba siendo un lastre. Que más gente sepa que él es el encapuchado del arco y las flechas es, paradójicamente, lo mejor que le ha podido pasar a la temporada y, sobre todo, a Laurel. En el momento en el que sabe que Oliver es el vigilante, es como si se le quitara una losa de encima. Sus interacciones con él y con Sarah adquieren un toque más cercano, y que vaya a moverse en la órbita del "trío dinámico" le da un propósito mucho más entretenido y más claro.
Slade Wilson ha sido el gran malo de la temporada (con permiso de esa tensión que siempre aportaba Moira Queen, de quien nunca se sabía qué estaba planeando), pero es curioso que haya habido una presencia femenina tan visible en esta segunda temporada, porque también hemos visto a Isabel Rochev (aunque su presencia luego no ha sido tan importante) a Nyssa al Ghul, a la Cazadora y hasta Amanda Waller, dominando desde la sombra bastantes más cosas de las que parecía en un principio y que hasta va a jugar un papel más prominente en los flashbacks de la tercera temporada. En las series de superhéroes es complicado que las mujeres sean algo más que añadidos del personaje (o personajes) principal, pero es justo la mejor integración de las chicas de Oliver Queen en su trama lo que ha ayudado a que "Arrow" haya elevado un poco el nivel en sus últimos capítulos. No es que de repente sean todas Xena, o Veronica Mars, pero sí que aportan cosas interesantes por sí mismas.
No obstante, el verdadero trabajo de rehabilitación de un personaje ha llegado con Laurel. Sin el triángulo amoroso de la primera temporada con Tommy, se quedó a la deriva. Su fase de confrontación con Arrow y de relación tirando a fría con Oliver no terminaba de funcionar, y aunque sobre el papel era interesante su espiral de autodestrucción por el alcohol y las pastillas (que la hacía parecida a su padre), tampoco se vió demasiado acertada. El problema que tienen estas series que pivotan tanto sobre su protagonista es que cualquiera que no esté en contacto directo con él queda muy diluido y, en el caso de "Arrow", la necesidad de Oliver de mantener en secreto su identidad... secreta terminaba siendo un lastre. Que más gente sepa que él es el encapuchado del arco y las flechas es, paradójicamente, lo mejor que le ha podido pasar a la temporada y, sobre todo, a Laurel. En el momento en el que sabe que Oliver es el vigilante, es como si se le quitara una losa de encima. Sus interacciones con él y con Sarah adquieren un toque más cercano, y que vaya a moverse en la órbita del "trío dinámico" le da un propósito mucho más entretenido y más claro.
Slade Wilson ha sido el gran malo de la temporada (con permiso de esa tensión que siempre aportaba Moira Queen, de quien nunca se sabía qué estaba planeando), pero es curioso que haya habido una presencia femenina tan visible en esta segunda temporada, porque también hemos visto a Isabel Rochev (aunque su presencia luego no ha sido tan importante) a Nyssa al Ghul, a la Cazadora y hasta Amanda Waller, dominando desde la sombra bastantes más cosas de las que parecía en un principio y que hasta va a jugar un papel más prominente en los flashbacks de la tercera temporada. En las series de superhéroes es complicado que las mujeres sean algo más que añadidos del personaje (o personajes) principal, pero es justo la mejor integración de las chicas de Oliver Queen en su trama lo que ha ayudado a que "Arrow" haya elevado un poco el nivel en sus últimos capítulos. No es que de repente sean todas Xena, o Veronica Mars, pero sí que aportan cosas interesantes por sí mismas.
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