¿Os acordais de las películas de catástrofes de los 70, tipo "Aeropuerto", "El coloso en llamas" o "Terremoto"? Lo que las distinguía era un reparto de considerables dimensiones, que permitía entrelazar las historias de diferentes personajes para mostrar un tapiz más amplio de la catástrofe a punto de tener lugar, y además, el principal gancho de esos repartos era contar con un montón de estrellas del Hollywood clásico, y estrellonas del momento. En "Terremoto", por ejemplo, estaban Ava Gardner, Charlton Heston, Lorne Greene y Victoria Principal, y en "El coloso en llamas" se podía ver a Paul Newman, Steve McQueen, Faye Dunaway, Fred Astaire y William Holden (y O.J. Simpson, pero eso lo dejamos para otro día). Unas cuantas décadas más tarde, cuando se quiso hacer películas parecidas, aparecieron cosas como "Deep Impact", con Morgan Freeman, Elijah Wood, Vanessa Redgrave y Robert Duvall, entre otros, o el remake de "La aventura del Poseidón", con un star-system más limitado con Richard Dreyfuss, Emmy Rossum, Josh Lucas (cuando parecía que iba a ser el próximo galán de Hollywood) y Kurt Russell.
Estas cintas multitudinarias y All-Star de catástrofes han dejado paso, aprovechando el precedente de "Love Actually", a las comedias románticas que parecen seguir al dedillo el eslógan de la Metro en las décadas de 1920 y 1930 ("Más estrellas que en el firmamento"). Aquí no hay un desastre natural que una todas las historias al final, pero se sustituye por una fecha especial concreta. En "Love Actually" era, si yo no recuerdo mal, la Navidad, y luego Gary Ross hizo "Historias de San Valentín" y su secuela, "New Year's eve", cuyo trailer deja ver emparejamientos peculiares, como el de Ashton Kutcher y Lea Michele, o curiosos, como el de Michelle Pfeiffer y Zac Efron tras haber participado en "Hairspray". Semejante reunión de actores conocidos es casi el único reclamo de la película, y no garantiza de ningún modo que vaya a salir algo decente de ahí. Ya sabéis que, de "Love Actually", sólo me quedo con el rockero que interpreta Bill Nighy.
A pesar de lo harta que estoy de leer a los críticos estadounidenses quejarse sobre el final de "The Killing", está resultando fascinante ver cómo el idilio que mantenían con la cadena AMC parece haberse roto por completo. Se les rompió el amor de tanto usarlo, que cantaba Rocío Jurado. La encumbraron tras sólo dos series (muy buenas, es cierto), y la han derrocado al mínimo error (por muchas críticas justificadas que se le puedan hacer al remake de "Forbrydelsen"). AMC también les ha estado dando munición últimamente para que hagan aún más leña del árbol caído, porque las negociaciones para renovar sus títulos están siendo bastante más ajetreadas de lo que podría parecer. Primero, tardan mucho más de lo esperado en asegurarse que Matthew Weiner, y "Mad Men" continúan por dos temporadas más; después, tenemos la ya inefable controversia sobre "The Killing" (encumbrada y defenestrada a la misma velocidad con la que se hace un retweet); luego, Frank Darabont abandona su puesto como showrunner de "The Walking Dead" sólo dos días después de una triunfal aparición en Comic-Con, y por último, se hace público que las negociaciones para renovar "Breaking Bad" por una quinta y, posiblemente, última temporada tampoco están yendo según lo programado.
El crítico de "The Hollywood Reporter" resume el sentir de su gremio sobre las últimas maniobras de la cadena, un sentir a medias entre su esnobismo al adularla tanto inicialmente y las equivocaciones de un canal que ha pasado de vivir de reposiciones de películas a dominar en los Emmy a mejor drama, y en las listas de lo mejor del año, de la noche a la mañana. Nadie está enteramente libre de culpa aquí, y lo que está claro es que, quizás, la AMC ha estado metiéndose en demasiados jardines al mismo tiempo en su esfuerzo por asentar su nueva imagen, construida gracias al éxito de "Mad Men" y "Breaking Bad", en lugar de concentrarse en unos pocos esfuerzos. Todos los problemas que está teniendo ahora son presupuestarios; los escollos en las negociaciones con Weiner estaban en el intento de AMC de ganar algo de dinero de una serie muy bien considerada, pero poco vista; Darabont ya había dejado caer alguna que otra vez que no le hacían gracia los recortes de presupuesto (creo que se habla de casi 250.000 dólares por capítulo), y el lío con "Breaking Bad" está en que la cadena no quiere 13 episodios, sino ocho, como máximo. AMC está aprendiendo sobre la marcha a estar a la altura de aquella etiqueta de "la sucesora de la HBO" que le colgaron alegremente los críticos, y éstos se olvidan que sólo dos series, por muy buenas que sean, no hacen un canal de prestigio.
P.D.: Brevemente, y para no dejaros con la duda, vamos a resolver los "casi famosos" de ayer. La primera era Joanna Froggart ("Downton Abbey") en "Robin Hood"; el segundo, Dominic West, de guardia imperial de Naboo en "La amenaza fantasma"; la tercera, su compañera en "The Hour", Romola Garai, junto a Diego Luna en "Havana nights", secuela innecesaria de "Dirty Dancing"; la cuarta era January Jones en "Radio encubierta", junto a Chris O'Dowd, y la quinta era Elizabeth McGovern (otra que ahora podemos ver en "Downton Abbey") en "Gente corriente".
4 comentarios:
La AMC ha sido victima de su propio éxito. Si no tenían pasta que no se hubieran metido en tantos proyectos. Y encima ahora una superproducción sobre el oeste que no debe ser barata precisamente.
Y esa superproducción parece que es el primer piloto de la cadena que no ha gustado a los críticos. De todos modos, a veces olvidamos que AMC es cable básico, no premium como HBO, y las fuentes de ingresos no son las mismas.
y creo la mala racha seguira dado que su proximo proyecto Hell on Wheels parece que ya los criticos comienzan a hacerle feos, no asi a Showtime's Homeland
oswjim
Lo que me parece demencial es andar regateando episodios a breaking bad, ya asentada, y de calidad mas que contrastada, y luego gastarse la pasta en otros proyectos. Si tienes una joya asi, cuidala.
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