"Donde no hay cabeza, todo son patas". Era un dicho que mi abuela decía a menudo y que podría aplicarse perfectamente a "Sleepy Hollow" con su revisión pasada de esteroides del cuento del jinete sin cabeza escrito por Washington Irving, una revisión a la que se ha añadido toques de Rip Van Winkle, aquellas películas sobre el fin del mundo que se estrenaban entre 1997 y 2000, "El código Da Vinci", las brujas de Salem y hasta "Expediente X". Pero, por otro lado, semejante pastiche está asumido tan por completo por la serie, están tan entregados a él, que esto puede acabar saliendo bien. O, al menos, resultando en algo entretenido. Que Ichabod Crane sea de repente una especie de enviado del Bien es exactamente tan pillado por los pelos y loco como parece, pero de algún modo extraño la relación entre Crane y la policía de Sleepy Hollow con un misterioso pasado familiar tiene las bases para conseguir que todo ese sinsentido propio de Dan Brown cuaje decentemente.
Lo más curioso de todo esto no es tanto la mezcla alucinada de cosas en el piloto de "Sleepy Hollow" (y que al mismo tiempo no se la tomen demasiado en serio), sino que aglutina a la perfección algo que Damon Lindelof explicó este verano para New York Magazine, y que recoge Time en su crítica de la serie, y es el hecho de que, ahora mismo, el guión de un blockbuster de Hollywood no puede ser una historia más o menos simple, sino que tiene que implicar enormes riesgos, los protagonistas tienen que jugarse más que la vida para lograr sus propósitos, que no pueden ser nada por debajo de la salvación del mundo de una destrucción total y completa, y ya no puede hacerse un aspirante a taquillazo del verano que sea una mera feel good movie. Tiene que estar envuelta en explosiones, villanos megalómanos y una producción que haga que Michael Bay parezca Mike Leigh.
Lindelof lo ejemplificaba en un caso concreto sobre una hipotética película acerca de John Henry, un esclavo negro liberado que, en el siglo XIX, ganó a una locomotora a vapor en una carrera a través de un túnel de montaña, sólo para morir nada más llegar a la meta. El guionista afirmaba que ese argumento no sería suficiente para una película de verano de un gran estudio; habría que añadir un interés amoroso que estuviera en peligro y por cuya salvación tuviera que correr Henry, y que el tipo que construye la locomotra fuera el hijo del dueño de la plantación en la que Henry vivió como esclavo. Los estudios hasta querrían cambiar el final de la historia y hacer que viviera, en lugar de presentarlo como el primer mártir de la lucha del hombre contra la máquina. Es una entrevista muy interesante con Lindelof porque disecciona el momento actual de Hollywood a la perfección, y nos enseña que ese modelo se traslada también a televisión en cosas como "Sleepy Hollow", en la que no basta con que Ichabod Crane "duerma" hasta despertarse en el siglo XXI, sino que tiene que tener en sus manos la salvación de la humanidad.
A pesar de todo, la serie puede funcionar porque tiene algo más de chispa que "Grimm", por ejemplo, pero siempre correrá el riesgo de estar demasiado arriba, demasiado sobredimensionada e hinchada en su trama y su mitología. Va a ser interesante ver si aguanta el tirón o si se desinfla a las primeras de cambio.
Música de la semana: De "What remains" ya hablamos hace unos días, pero no comentamos nada de su música, que reúne una curiosa colección de canciones de grupos como The Leisure Society, unos británicos que aportaban el tema "Al I have seen" al tercer episodio.
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