Desde hace algún tiempo, algunos de los vídeos más populares en YouTube son los Honest Trailers o la serie Everything wrong with. Ambos se dedican a desmontar películas o series muy valoradas por los críticos, o que han tenido mucho éxito y que, tal vez, están un poco sobredimensionadas y hacen un poco de humor con ello. Especialmente, los Honest Trailers pueden resultar bastante certeros a la hora de hacernos ver que determinados títulos no son tan maravillosos como parecen, o simplemente para hacer unos cuantos chistes más a costa de blockbusters poco inspirados (la saga “Transformers” es una mina). Al mismo tiempo, la voracidad de los medios digitales para encontrar noticias (cualquiera) que mantengan actualizadas sus páginas durante 24 horas, constantemente, ha hecho que cualquier tontería, vídeo mono de gatitos o falsificación aceptablemente hecha reciba el tratamiento de una información seria y se convierta en viral. ¿A quién le importa que, en el fondo, esa historia sea mentira, o esté tergiversada, si la web que la ha colgado rompe su récord de visitas mensuales en un día?
Dejando de lado la crítica hacia el estado actual del periodismo que podría hacerse aquí, lo que esos Honest Trailers y Everything wrong with están reafirmando es la popularidad de la defenestración como forma de crítica y comentario hacia obras audiovisuales. Es un poco la evolución natural del “no es para tanto”, de la reacción que suele acarrear que nos llegue una serie o una película acompañadas de un enorme hype crítico, o de multitud de nominaciones a los Oscar (como si recibir trece candidaturas te convierta en favorito por encima de alguien que tiene las seis de verdad importantes). Si todo el mundo dice que esta serie es buenísima, la vemos ya con las defensas altas, listos para rebatir con un “pues no sé qué le han visto los americanos a la primera temporada de “Mad Men”, me parece un culebrón”. Ya los comentarios inmediatos en las redes sociales oscilan, como hemos comentado muchas veces, entre el amor incondicional y el odio desmedido, como si no existiera ninguna otra posibilidad, como si fuéramos los hinchas de los Cavaliers en 2010, cuando LeBron James se fue a Miami, o la semana pasada, cuando anunció que volvía a Cleveland.
¿Qué aporta un vídeo de tres minutos que te dice todo lo que han hecho mal en el piloto de “The Flash”? Evidentemente, no es más que un divertimento, pero justo eso, que no es más que una manera de pasar el rato, tendemos a obviarlo convenientemente. Incluso los creadores de Everything wrong with, la web Cinema Sins, ya dejan claro ese propósito y apuntan que una cosa no tiene necesariamente que ver con la calidad de la película o la serie. Se puede hacer crítica de muchas maneras, pero la tendencia de quedarse sólo con lo negativo aporta más bien poco. Algo similar pasa con esos artículos sobre “cómo arreglar esta serie” que aparecen cuando algún estreno televisivo del otoño da la sensación de ir dando tumbos, de no saber cómo desarrollar lo presentado en su piloto. La mitad de las veces, esas listas de cosas a solucionar no son más que nuestros gustos personales, no una plantilla que garantiza que la serie será mejor, o tendrá éxito, si la sigue al pie de la letra.
Al final, lo único que queda es un montón de gente apuntando en su iPad todos los fallos que creen que tiene determinada serie, por ejemplo, listos para lanzárselos a la cara en cuanto alguien ose decir que está bien. Estamos todos agazapados a la espera del momento en el que, por ejemplo, “Mad Men” tenga un desliz. Entonces, la derribamos de su pedestal con la misma rapidez con la que fue encumbrada. El esnobismo está muy de moda.
2 comentarios:
Twitter ha hecho mucho daño, creo yo.
Twitter ha hecho mucho daño, creo yo.
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