Katie, por ejemplo, es uno de los personajes más complicados de comentar. Como apuntamos en la entrega de esta semana de Yo disparé a JR, la mezcla de fantasía adolescente, sospechas de que Paul oculta algo oscuro y las acciones que ambos terminan realizando dan para algunas de las escenas más perturbadoras de la televisión durante este año (en concreto, una en un hotel en el segundo episodio, y que en el recap de The Guardian intentan analizar). ¿A qué está jugando Katie? ¿No es más que una joven demasiado atraída por ese hombre mayor con un lado misterioso, un poco como si estuviera en su propia versión de “50 sombras de Grey” (lo que es realmente particular teniendo en cuenta que Jaime Dornan será el Christian Grey del cine)? ¿Está ahí sólo para que veamos que Spector tiene principios, que delimita una línea roja en niñas y adolescentes? ¿Jugará algún papel Katie en la caída de Paul?
Asesino y detective están perdiendo el control y empiezan a verse a la deriva de la evolución de los hechos. Gibson empieza a sufrir la presión a la que está sometida, con el jefe de la policía de Belfast avisándola de que se queda sin tiempo, y sin dinero, para continuar con la investigación y que, a lo mejor, está demasiado metida en ella para ver las cosas con claridad. Comienza también a explorarse el sentimiento de culpa que sienten las víctimas de Paul y el de la propia Stella ante las consecuencias de sus errores, y todo esto pasa al mismo tiempo que el cierre de la serie empieza a construirse. El juego del gato y el ratón entre Spector y Gibson está lanzándose, ahora sí, sin posibilidad de que ya pueda ser detenido, y la cuestión será ver a quiénes arrastran ambos en su caída. Además, tenemos algunas sutiles pistas de que el pasado de Stella la sitúa en una buena posición para comprender a las víctimas de Paul, aunque es posible que no averigüemos más que lo que podamos inferir de esas insinuaciones.
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