14 noviembre 2014

La expectativa del final

Una de las peores consecuencias que tuvo el éxito en Internet de “Perdidos”, y la obsesión por intentar averiguar qué estaba pasando allí antes de que la serie ofreciera respuestas, es que lanzó una corriente de pensamiento que fía la calidad última del programa a que el final esté a la altura de las expectativas. Si el último episodio no ofrece la resolución que los espectadores buscan, si no encaja con la narrativa que se han ido creando en sus cabezas, descalifica automáticamente todo lo que ha venido antes. El final es malo, ergo toda la serie es una pérdida de tiempo. Es una idea bastante extendida entre el público, y el estándar con el que se juzga el final de cualquier serie; si no cierra las tramas de un modo satisfactorio, invalida el resto de los capítulos.

Esta idea se debate y se comenta periódicamente, cada vez que alguna serie bastante longeva llega a su cierre definitivo, y ha vuelto a aparecer en los últimos días a raíz de la enorme popularidad que ha alcanzado “Serial”, un podcast que cuenta la investigación del asesinato de una adolescente en Baltimore, en 1999. El podcast es un spin off de “This American Life”, un programa de la radio pública que cuenta historias de estadounidenses corrientes, historias cotidianas. El programa tuvo un breve paso por televisión, pero es en la radio donde ha tenido más éxito (Ira Glass, su presentador, ha aparecido hasta en la película de “Veronica Mars”), y su modus operandi de seguir las historias hasta donde les lleven mueve también “Serial”. La idea de ese podcast es, en lugar de contar una historia durante una hora, hacerlo durante toda una temporada, y la investigación de ese asesinato, y si quien fue acusado de él es culpable de verdad, se presta perfectamente para su estreno.

Y se presta perfectamente a que se vuelva muy adictivo. Su responsable, Sarah Koenig, va contando los diferentes pasos al investigar de nuevo toda la historia y, así, los oyentes recibimos el panorama más completo que ella puede contarnos de lo que pasó, basándose en entrevistas con testigos cercanos, en grabaciones de interrogatorios policiales y en documentos que va encontrando o que le envían. El punto de vista de Koenig es muy importante en “Serial”, ya que decide embarcarse en esa empresa porque alguien le cuenta la historia de Adnan Syed y cómo lleva quince años en la cárcel por el asesinato de su ex novia, y en todo momento reconoce cuándo no está segura de si algo que le han dicho es verdad, cuándo no tiene suficiente información para completar algún punto que no está claro, y también reconoce dos cosas; que puede acabar demostrando que Syed es culpable, y que es muy posible que, por otro lado, no llegue a ninguna resolución, que la historia no tenga un final concluyente.

Este punto es el que abre “Serial” al debate sobre la importancia del final que comentábamos antes. La fascinación por el podcast en la blogosfera angloparlante ha llegado a tal punto, que en Slate hay otro podcast que analiza cada uno de sus episodios buscando pistas, intentando adelantarse a lo que Koenig puede terminar descubriendo. Ella jura y perjura que no sabe cómo termina la historia, que escribe y graba cada capítulo muy poco antes de que se publiquen en la web, y que los oyentes están en el mismo barco que ella, avanzando casi al mismo tiempo en su persecución de la verdad. O de las diferentes verdades sobre el caso. "Serial" es más una historia sobre lo poco fiables que son nuestros recuerdos, sobre cómo unos mismos hechos pueden tener diferentes interpretaciones dependiendo de quienes los cuenten y, en general, de cómo el observador condiciona el resultado del sistema, que es una de las ideas detrás del principio de indeterminación de Heisenberg. La investigación de Koenig depende de los diferentes puntos de vista de los implicados sobre los hechos, algo en lo que el podcast se parece bastante a "The Affair", pero esto también señala que es muy posible que la reportera nunca averigüe la verdad.

Alan Sepinwall apuntaba que esta circunstancia abre "Serial" a que, cuando se publique su último capítulo, le lluevan las críticas por no haber presentado un cierre concluyente que una todos los cabos sueltos, por no haber determinado con claridad si Syed es culpable o no. La obsesión por los finales, por que el final valide todo lo que ha venido antes (por que merezca a pena), prácticamente anula que el camino para llegar allí haya estado entretenido e interesante. Koenig, por ejemplo, sabe cómo contar la historia y cómo presentar la información de manera que nos hagamos una idea clara de lo ella va averiguando, además de saber cómo acabar los episodios en mini-cliffhangers que te llevan a querer tenerlos todos para escucharlos de golpe. Además, a veces, un final ambiguo no es absoluto malo o "fácil", como suele quejarse la gente. Hay historias en las que ésa es la única manera de terminarlas, en las que no hay una resolución sencilla. "Zodiac", por ejemplo, es una película estupenda porque trata de la obsesión del personaje de Jake Gyllenhaal por encontrar al Asesino del Zodíaco, no de si su sospechoso era el correcto o no.

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