Uno de los clásicos recientes del cine de animación es "Ghost in the shell", la película de 1995 dirigida por Mamoru Oshii, que adaptaba un manga del mismo título y que fue una notable influencia en "Matrix". Aquella película nos llevaba a un Japón futuro donde los cyborgs eran algo normal y donde había gente que se implantaba partes del cuerpo cibernéticas, y cuyas mentes estaban conectadas a través de una especie de nube. Tuvo tanto éxito que, en el clásico estilo japonés, hubo después varias series, más mangas y películas, aunque quizás la más conocida de todas ellas sea "Ghost in the shell: Stand Alone Complex", de 2002, un anime que nos llevaba al trabajo diario de la Sección 9 y de la mayor Motoko Kusanagi, la cyborg protagonista de aquella primera cinta.
La existencia de un alma en las máquinas, de una espiritualidad, era lo que centraba buena parte de la trama de la película, pues Kusanagi perseguía a un hacker, el Marionetista, que pretendía averiguar exactamente eso. "Stand Alone Complex" no entra tanto en ese terreno, al menos al principio, y explora el otro lado de la cinta, uno que entonces quedaba un poco más al fondo y que le da a la serie un toque muy interesante: el espionaje industrial y la corrupción institucional. De hecho, una de las tramas de la serie involucra a otro hacker, el Hombre que Ríe, que parece sacado más de "V de Vendetta" y que presenta una crítica social bastante curiosa.
Eso es lo que le confiere su toque particular a este anime. Sí, la mayor Kusanagi se conecta a redes neuronales para extraer información y seguir la pista a sospechosos variados, y hay capítulos que giran alrededor de crímenes relacionados con partes del cuerpo sintéticas y con copias cibernéticas. Pero la Sección 9 se topa de vez en cuando con maniobras políticas clandestinas o con empresas que se extralimitan en el poder que pueden ejercer en la sociedad. En los 90, por ejemplo, Japón se vio sacudido por una serie de escándalos de corrupción que no sólo salpicaban a los políticos, sino también a los burócratas encargados de mantener el gobierno en funcionamiento, y que causaron un gran impacto en la sociedad.
La corrupción no era algo nuevo para los japoneses, pero su extensión más allá de los políticos sí que los pilló desprevenidos, y no es raro que "Ghost in the Shell: Stand Alone Complex" refleje toda esa sensación. Gran parte de las personas a las que investigan Kusanagi y los suyos son hombres poderosos que siempre tienen un lado oscuro de sobornos, malversaciones variadas y complejos de superioridad, así que no es nada extraño que haya hackers y activistas que quieran atacarlos directamente. Y tampoco es raro que algunos de esos ataques estén envueltos en cierto aire conspiratorio que todavía refuerza más ese tema en cada episodio de la serie.
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