ALERTA SPOILERS: "The Hour" ha terminado siendo, por sus propios méritos, una de las series del verano, a pesar de su brevedad. Así que ya estáis viendo sus seis episodios antes de leer esta entrada. Y luego, si queréis completar el comentario sobre las relaciones entre la prensa y el poder, buscad "State of play". O ved "Al filo de la noticia", verdadera inspiración de la serie.
Unos años después de la guerra de Irak de 2003, impulsada desde la Casa Blanca con una gran campaña de propaganda, podríamos decir, para convencer a sus ciudadanos, y al resto del mundo, de que Saddam Hussein tenía armas de destrucción masiva (lo que resultó no ser cierto), algunos grandes medios tradicionales estadounidenses, como "The New York Times", hicieron autocrítica y reconocieron ante sus lectores que no habían sido críticos ni independientes con las informaciones que les daba la Administración Bush sobre la guerra. Se plegaron a las presiones de la "seguridad nacional" y se dedicaron a repetir, sin confrontarla, la línea oficial de Washington, que abogaba opor una guerra que no apoyaba la ONU y cuyas motivaciones no estaban claras, dejémoslo así.
La crisis del canal de Suez que sirve de fondo a "The Hour" puede compararse con esa guerra de Irak, con gobiernos maniobrando de espaldas a la opinión pública y presionando a los medios de comunicación para suprimir cualquier rastro de crítica e independencia con la excusa de que, en tiempos de guerra, hay que ofrecer una imagen de unidad ante el enemigo. En la Inglaterra de mediados de los 50 que muestra la serie, aún se vivía bajo la austeridad y las leyes instauradas durante la Segunda Guerra Mundial, que había acabado menos de una década antes. El recuerdo de los bombardeos alemanes sobre Londres todavía estaba muy fresco, y el sentimiento de que, en tiempos de crisis, los dirigentes debían ser apoyados sin reservas permanecía muy presente. Sin embargo, como han comentado los responsables de la serie, también estaba apareciendo una nueva generación que quería cambiar esas normas, que quería tener la capacidad de objetar en los medios las políticas que consideraran desacertadas, y que impulsarían el cambio social que los británicos vivirían ya en los 60.
Todo eso se cuenta en "The Hour" sin necesidad de hacerlo explícito. La censura basada en insinuaciones que sufre el programa (muchas veces, más autocensura por miedo a la censura gubernamental) propulsa muchas de las situaciones de tensión que se ven, sobre todo, en un último capítulo bastante efectivo, y termina entrelazándose con el thriller de espías de un modo mucho más natural del que parecía al principio. Las revelaciones finales podían sospecharse algunos episodios atrás (como que Clarence era el agente soviético que buscaba el MI6), y hasta el retrato de los Elms, y de la mujer de Hector, termina siendo más complejo e interesante. La mezcla de tonos, a veces más ligero y humorístico y otras, tirando por el lado serio y un poco más trascendente, acaba estando conseguida, y la recta final de capítulos se ve en un suspiro.
Curiosamente, la pugna para que la BBC pueda mantener su independencia en el tratamiento de noticias de alcance se traslada también a su trío principal de protagonistas, enfrentado a decisiones que pueden comprometer su integridad y su independencia personal. Puede ser una decisión entre una relación sentimental (aunque sea adúltera) o la carrera profesional, o entre medrar con gente importante o seguir unos principios; todos tienen que optar por una cosa u otra. Y todo el reparto contribuye a "vender" a la perfección la serie. La relación de Bel y Freddie, amigos que tal vez dejaron pasar la ocasión de ser algo más, es uno de los aspectos más interesantes de "The Hour", y también el retrato de Hector, atrapado en un mundo del que no está claro que él quiera salir, y Lix, la periodista entregada por completo a su trabajo. Su creadora, Abi Morgan, afirma que trabaja en una segunda temporada en el caso de que la BBC la pida, aunque parece que, en el Reino Unido, ha ido así-así.
7 comentarios:
Esta serie es un lujo, algo que la BBC deberia mantener en antena, le da prestigio.
Personajes memorables, Freddy superlativo.
Ojala tenga nueva temporada, aunque sea en dos años mas.
Ahora que ha terminado, mañana me pongo a verla. He State of Play (no la conocía)a raiz de vuestros comentarios en el podcast y le he disfrutado mucho. Tengo la suerte de que los spoliers me gustan
No sé, no sé. A mí el final me ha dejado un poco fría... La serie es impecable y me ha gustado mucho el desarrollo de los personajes, aunque quizá esperaba una resolución del misterio más efectista. Alberto R. comentaba en Facebook que va a haber segunda temporada, a ver qué nos depara.
Y parece que esa segunda entrega empezará 10 meses después. Veremos qué tal.
No es mala, yo la recomendaría sin reparos, pero no es exclente. Creo que no acaba de funcionar ni como serie periodística, ni como historia de amor o de espías ni como retrato de época.
Ese arrebato final de Freddie ante las cámaras resta muchos punto a su supuesta profesionalidad periodística y Clemence se lo hace ver en su enfrentamiento vital. El personaje de West está muy desaprovechado, Bel no me acaba de resultar redonda como retrato de mujer de la época y la trama de espías es bastante endeble.
Coincido con Isabelha. The Hour prometía mucho pero se ha ido desinflando considerablemente. Ha jugado a tantas máscaras que al final se ha vuelto irreconocible.
De preciosa factura, los personajes están desaprovechados y el guión a veces bordeando el "no va más". En cuanto a Freddie, muchos habrán disfrutado de su personaje pero tantos tics nerviosos y mohines me han impedido sumarme al clan.
En definitiva, una serie que se diluye como el azúcar y sobre todo si la comparamos con The State of Play, que son palabras mayores
Otra gran ¿mini-serie? Britanica. Me ha gustado mucho, y se vuelve a demostrar lo cíclica que es la historia.
Ojalá se decanten por hacer alguna temporada más, que esta me ha gustado mucho.
¡Saludos!
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