En el documental "Los dos Escobar", Pacho Maturana, entrenador de la selección de Colombia que fue al Mundial de fútbol de Estados Unidos en 1994, resumía la situación que habían vivido los clubes de fútbol en ese país durante el ascenso al poder del narcotraficante Pablo Escobar con la frase: "El fútbol no es una isla". Extrapolando mucho la situación, y salvando mucho también las distancias, se puede decir que el proceso de producción de una serie tampoco es una isla. La burbuja sólo existe durante los trece primeros capítulos, cuando aún no se ha estrenado ni siquiera el piloto y guionistas y actores están trabajando en ella un poco para ellos mismos, y guiándose sólo por lo que ellos creen que funciona mejor. Una vez que público y crítica tiene la oportunidad de verlos, el riesgo de que los creadores se vean influenciados por las opiniones del exterior se convierte en algo muy palpable.
Alusiones a opiniones de los fans siempre hay, por supuesto. "30 Rock" jugó en varias ocasiones con los shippers de Liz y Jack, y en "Castle" han referencias al pasado de Nathan Fillion en "Firefly" siempre que pueden, pero lo que acaba siendo fascinante es ver cómo una serie bajo escrutinio constante como "Smash", y que atravesó un muy público culebrón detrás de las cámaras, acaba convirtiéndose en algo así como un metacomentario de las críticas que se le han hecho y de la situación que ha vivido. A estas alturas, no contamos nada nuevo si recordamos que "Smash" se estrenó en la pasada midseason como la gran esperanza de la NBC y que, tras un piloto que tuvo una buena acogida, terminó popularizando el hate-watching que, ahora mismo, va camino de convertirse en una plaga. La cadena la renovó de todas maneras y situó a un nuevo showrunner al frente, pero con su mudanza al sábado a partir de la semana que viene se puede dar por oficiosamente cancelada. Lo más interesante de esta segunda temporada no está siendo ver si la serie ha mejorado o no (os ahorro el suspense; en general, no, pero es mi "Ringer" particular), sino cómo buena parte de sus tramas han terminado haciendo un curioso metacomentario sobre las circunstancias en las que Josh Safran llegó y ha estado trabajando en "Smash".
Es muy probable que bastantes de esos comentarios sean inconscientes, pero no es difícil ver los cambios en la dirección de "Bombshell" como un reflejo de todos los que ha sufrido la serie (y cómo hay en ella un montón de productores ejecutivos y de jefes por encima del propio Safran), además de que resultaba muy claro que las críticas de que las canciones de Tom eran buenas, pero que el libreto de Julia debía mejorar, eran claras alusiones a las que se le hicieron a la primera temporada de "Smash" en su conjunto. Y algo similar ocurría con la subtrama de Ivy en esa adaptación musical de "Las amistades peligrosas" que cuenta con el protagonismo de una gran estrella de las sitcoms (interpretada por Sean Hayes); el modo en el que la obra acaba siendo espectacularmente mala, y los críticos sólo salvan a Ivy, recordaba a comentarios sobre la serie como éste de "New Yorker". Hasta en la cabecera se presenta a Anjelica Huston tirándole un martini a la cámara, uno de los gestos de Eileen que más burlas suscitó en los primeros episodios.
En ese aspecto "meta", "Smash" funciona perfectamente incluso a pesar de ser un poco obvia. En cuanto al otro, al que de verdad importa, el añadido de ese nuevo musical Off-Broadway no ha aportado ninguna chispa a la serie. Los problemas para montar "Bombshell" son más interesantes que el ascenso desde lo más bajo de Jimmy y Kyle y su "Hit List", y la mayor ligereza generalizada de la serie no ha arreglado las cosas que fallaban en la primera entrega. Eso sí, y esto es un spoiler, que finalmente las cosas se encaminen a lo que parecía lo lógico desde el principio (que Ivy protagonice "Bombshell" y Karen, "Hit List") puede convertir los últimos episodios en algo más entretenido. Safran explicó a "TV Line" que el último capítulo es un claro final de serie, y que veremos por fin el estreno en Broadway de "Bombshell". Y qué queréis que os diga; vosotros tenéis "Scandal", yo tengo "Smash".
3 comentarios:
Completamente de acuerdo. La sigo viendo por inercia, por las canciones y porque quiero saber si al final se apearán del burro y la historia terminará con cada actriz protagonizando el musical que verdaderamente le pega. Es una pena que una serie que prometía tanto haya dado ese bajón tan grande. Si no se acabara en esta temporada, algo casi seguro visto donde la han cambiado de día para dejarla morir, no creo que siguiera viéndola.
¿Ringer? No puedo compararla con esa, fui incapaz de ver más de tres episodios.
Saludos
La comparación con Ringer viene sólo por la calidad de guilty pleasure de las dos. Y yo no veo Smash por inercia, no, a mí realmente entretiene y hasta tiene momentos que me gustan. Pero eso no impide que vea que es un desastre en general.
A mi me pasa como a Marina es mi culebrón particular, con permiso de Nashville pero estos desde el piloto ya dejaron claro que es un culebrón y del bueno.
A mi me entretiene y la música y algunos números me molan mucho!
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