En estos últimos días, y aprovechando su estreno en Sundance Channel, unos cuantos blogs estadounidenses están hablando de "Les Revenants", esa serie de Canal+ Francia sobre muertos que vuelven a sus casas y con sus familias mucho tiempo después de que perdieran la vida. En todas esas críticas se comentan básicamente los mismos puntos: la malsana atmósfera que la serie construye en ese pequeño pueblo de montaña, el hecho de que los que regresan no sean zombies al uso y, sobre todo, que por mucho misterio y niños inquietantes que haya, todos los episodios terminan hablando sobre lo mismo, y eso es el duelo por la pérdida de un ser querido, el luto. La pregunta principal que plantea "Les Revenants" es cómo reaccionarías si, de repente, regresara esa persona cuya muerte no has sido capaz de superar. Es el sueño cumplido de muchas personas, ¿pero es uno que sería mejor que nunca se hiciera realidad?
Esa reflexión sobre la pena y el duelo, y cómo cada uno lo lleva de una manera diferente, ha sido, curiosamente, algo que ha aparecido en unas cuantas series últimamente, y no sólo en capítulos sueltos, sino formando el esqueleto emocional de tramas y hasta de temporadas enteras. Ahí tenemos, por ejemplo, "Forbrydelsen" y las tres temporadas de "The Killing", que mostraban el dolor, la rabia y, finalmente, el proceso de aceptación de las familias que habían perdido a aquellas jóvenes, y los tres capítulos finales de la primera temporada de "The Bridge" muestran a uno de sus protagonistas lidiando con la misma situación. En su caso, además, esos sentimientos de ira, culpa y tristeza motivan cierto desarrollo en él, y en la trama, que veremos evolucionar en la segunda entrega. En este caso, lo que vemos es un deseo de venganza motivado por ese luto, algo que están intentando hacer también en "Arrow" como consecuencia del terremoto que cerraba su primera entrega.
Sin embargo, donde se está viendo un retrato muy interesante del duelo es en la cuarta temporada de "Downton Abbey", y no tanto el del luto de Lady Mary o de Tom Branson como el de Isobel Crawley. En ella hemos visto un dibujo lleno de contradicciones y de dudas, pues aunque quiere que los demás sean felices, no puede evitar sentir que esa felicidad es, de algún modo, una traición. Sabe que la vida sigue, que ella no puede quedarse atascada en ese momento, pero su corazón se niega a aceptarlo. Y en una serie que va tan veloz como ésta, se agradece que los sentimientos encontrados de Isobel se hayan mantenido durante prácticamente toda la temporada, y que no haya perdido la diversión que proporciona verla defender todo tipo de causas ante el mayor cinismo de la Condesa Viuda.
Curiosamente, Popwatch se preguntaba ayer si algunas series de corte sobrenatural, como "The vampire diaries", habían contribuido a que la muerte de un protagonista fuera aburrida, en lugar del mazazo que debería suponer para los espectadores y para el resto de personajes. Lo decían, sobre todo, porque en esas series podían matar a los tres protagonistas principales, por ejemplo, en el tercer capítulo y, aun así, tenerlos dando vueltas por ahí en forma de fantasmas o de zombies. Evidentemente, saber que no vas a dejar de verlos reduce el impacto que debería tener su fallecimiento y, al final, lo convierte en algo prosaico. Probablemente, dedicar tiempo al duelo podría darle importancia de nuevo a esas muertes, pero no es algo en lo que esas series estén interesadas, porque no va por ahí lo que pretenden hacer. Las reglas del juego por las que se mueven son otras.
2 comentarios:
El mal cuerpo que me dejó el episodio de la muerte de la madre de Buffy no se me olvida.
Estoy haciendo un trabajo de investigacion, podrias contestar un momento esta encuesta!! Muchas gracias:) https://docs.google.com/forms/d/1L4pFDnvVeDD-Lzqq5vjJmJhV8IF6djz7RkTcsB1EVqs/viewform
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