Cuando PBS estrenó por primera vez "Downton Abbey" en Estados Unidos, lo hizo del mismo modo que suele emitir casi todas las series de época que importa del Reino Unido; las incluye en el espacio "Masterpiece Classic" y las estrena meses después de que se hayan visto en BBC o ITV, en la época que a la cadena pública le conviene más. En el caso del culebrón high class de ITV, emitido en la televisión inglesa en otoño, ese estreno inicial fue en enero de 2011, y los responsables de PBS pensaban que atraería a los espectadores habituales de ese tipo de ficciones, reuniendo una audiencia, quizás, no mucho mayor que la que ve algunos de los éxitos de The CW. Tampoco esperaban que tuviera más repercusión de la que tuvieron en su momento títulos como "Bleak House" o, con un poco de suerte, "Arriba y abajo", así que les pilló completamente por sorpresa el fenómeno que se desató alrededor de la serie, especialmente con el debut de la segunda temporada.
La audiencia de "Downton Abbey" no ha hecho más que crecer año a año, hasta culminar en los más de diez millones de espectadores que vieron el pasado domingo los dos primeros episodios de la cuarta temporada, convirtiéndola en el título más exitoso en la historia de PBS, y el affair del público estadounidense con sus personajes (y sus actores) no parece haberse enfriado todavía. De hecho, lo que se ha vuelto muy habitual con el paso de las temporadas es que los blogs americanos estén llenos de spoilers de la serie en cuanto ésta se emite en ITV, entre septiembre y noviembre, y los espectadores que esperan a enero para poder ver los nuevos capítulos se quejan de que, con todos esos meses de retraso entre el estreno en Reino Unido y en Estados Unidos, esa práctica se ha vuelto mucho más común y perjudicial, y que hay también un importante número de gente que opta por métodos poco legales para no tener que esperar a ver las nuevas aventuras de los Grantham.
En uno de los últimos encuentros realizados por PBS entre los responsables de "Downton Abbey" y su público volvió a surgir esa pregunta de por qué la cadena norteamericana no estrena la serie con menos retraso con respecto a ITV (algo que va a hacer con "Sherlock", que debuta allí el día 19, una semana después de que la tercera temporada termine en BBC). De ese modo, se reduciría la invasión de spoilers en las webs yanquies y la tentación de "piratearla" que pudieran tener sus espectadores. Sin embargo, a PBS le está beneficiando esa emisión tardía de las nuevas temporadas de la serie. Sus audiencias no han hecho más que incrementarse (el debut de la cuarta entrega tuvo un 22% más de audiencia que el de la tercera) y mover el estreno al inicio de la midseason, en lugar de hacerlo en septiembre-octubre, le da a la cadena una visibilidad y un empuje promocional que no podría conseguir con el arranque de la temporada de otoño, cuando las novedades de las networks lo dominan todo.
Paula Kerger, presidenta de PBS, explicó en la última gira veraniega de la TCA que "estudiamos todo este asunto de los spoilers y pensamos en la mejor manera de administrar la emisión. Pensando en eso, estudiamos cuidadosamente la competencia en la programación de otoño. Miramos cómo podemos conseguir promoción y buzz, y el boca a boca nos ha beneficiado en realidad. No queremos tocarlo si está funcionando tan bien". En el caso de "Downton Abbey" en Estados Unidos, esos cinco meses que tarda en llegar allí resultan, paradójicamente, beneficiosos para sus audiencias, al menos de momento. Que las webs americanas se hagan eco de los comentarios que suscita la emisión en el Reino Unido permite que la serie se mantenga en el zeitgeist estadounidense durante más tiempo, y las descargas por Internet no parecen ser un problema ("Downton Abbey" ni está entre las diez series más "pirateadas" de 2013, según TorrentFreak). Curiosamente, en este caso, un estreno muy próximo a su debut en ITV podría hasta ser contraproducente.
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