Este 2014 que acaba de empezar parece que va a estar dominado todavía más por uno de los temas estrella en televisión de 2013; el surgimiento de Netflix como productora de sus propias series. Desde febrero, cuando estrenó "House of Cards", no se ha dejado de hablar del cambio en el modo en el que el público elige ver las series, y cómo ese cambio puede acarrear también la llegada de un nuevo modelo de producción y emisión de éstas en la televisión convencional. Esa opción que da Netflix de que veas el siguiente capítulo, haciendo que empiece apenas segundos después de que haya terminado el que estabas viendo, favorece ese maratoneo y no hace más que imitar el comportamiento que seguimos cuando nos compramos la temporada completa de una serie en DVD; como tenemos todos los capítulos ahí, a mano, podemos verlos todos seguidos si queremos. Ted Sarandos, el jefe de Netflix, apunta en un artículo en The Guardian que la popularización de los packs de series en DVD fue el verdadero inicio de esta revolución, y que ellos no hacen más que adaptarse a las demandas de sus usuarios.
En ese artículo, Sarandos apunta que, mientras trabajaba mejorando el servicio de envío de DVDs por correo con el que nacío Netflix, se dio cuenta de que quienes alquilaban series devolvían los discos mucho más rápido que quienes pedían películas. Estaban tan enganchados a ellas, que querían ver todos los episodios enseguida. Ahí nació el germen del sistema que implantaron en cuanto comenzaron a descartar el alquiler por correo y se pasaron al streaming, un sistema que te da la posibilidad de que veas de una sentada los 13 episodios de "Orange is the new black", por ejemplo, o que te pongas al día con "Breaking Bad" en un fin de semana. Los medios estadounidenses hablaban de Netflix, hasta 2013, en esos términos de lo beneficioso que resultaba para algunas series en emisión que ofreciera la posibilidad de que los rezagados vieran los capítulos anteriores que se habían perdido. Con "Breaking Bad", por ejemplo, no pocos periodistas atribuyeron su gran explosión en audiencia de su última temporada a las puestas al día en Netflix.
No obstante, la verdadera revolución que preconizaba la prensa con el estreno de "House of Cards", la de los diferentes modelos de producción, todavía no se ha materializado. Hay pasos en esa dirección, como que algunas networks ofrezcan más temporadas completas a algunos de sus nuevos proyectos en desarrollo, en lugar de sólo el piloto, pero aún son pocos. En el diario británico, Sarandos apunta una de las posibilidades por las que el negocio puede estar a punto de saltar por los aires, como quien dice, y es el hecho de que ellos prácticamente no interfieren en el proceso creativo y les conceden a los showrunners el espacio que necesiten. El ejecutivo explicaba en The Guardian que "si viste "Arrested Development", ninguno de esos episodios tenía la misma duración; algunos tenían 28 minutos, otros, 47. Lo que yo digo es que se tomen todo el tiempo que necesiten para cintar la historia. No puedes hacer eso en la televisión lineal porque tienes una parrilla, pausas para anuncios y todo eso".
Ahí puede estar la verdadera revolución, ahí y en esa nueva tendencia que se ha visto en Estados Unidos de que los medios cada vez se fijen más en series internacionales, en otros idiomas que no son el inglés, y con subtítulos. Tanto Netflix como Hulu o Amazon se han volcado en el mercado internacional para ampliar sus catálogos y poder ofrecer cosas diferentes a sus competidores. En estos servicios de streaming y VOD está viviéndose la misma sensación de ser el Salvaje Oeste, y de que no hay reglas, que había en HBO, por ejemplo, cuando empezaron a desarrollar sus propias series. Aquella época puso los cimientos de esta era televisiva actual; es de suponer que los experimentos en esas plataformas online conlleven algo similar en el futuro más próximo.
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