¿Los cortes para publicidad generan mejores dramas? Con esa pregunta arranca un artículo en The Guardian que examina algo a lo que no solemos prestar demasiada atención quienes vemos series por Internet y lejos de las plataformas habituales; la estructura que los anuncios dan forzadamente a los capítulos. En España, esto es difícil de comprobar y de analizar porque las cadenas suelen colocar los cortes de anuncios donde les da la gana, básicamente, y lo hacían ya antes de esa pauta única que ha sido el desbarajuste total y absoluto, que fuerza a que te caiga un bloque de cinco minutos de publicidad en medio de un gorgorito de Rachel en "Glee" (literalmente en medio). El diario británico hace esa reflexión aprovechando el nacimiento de ITV Encore, un canal de pago a través de Sky en el que las series emitidas allí lo harán sin publicidad, y trae a colación esa estructura en cuatro actos de los episodios obligada por los cortes para los anuncios.
Eso es algo que los guionistas de títulos de network conocen perfectamente, y que aprovechan para intentar enganchar a los espectadores. Por eso, es habitual que antes de la pausa haya algún tipo de mini-cliffhanger, revelación o hecho sorprendente, y también se ha vuelto bastante común que unas cuantas series retrasen todo lo que puedan sus títulos de crédito, pues después de ellos es cuando llega el primer corte de anuncios. "The Good Wife", por ejemplo, tiene unos cold open que duran a veces quince minutos (son más el primer acto, directamente, que el cold open) y en "Sleepy Hollow", esa circunstancia se fue haciendo cada vez más habitual conforme pasaban los episodios. Muchos guionistas se quejan de que es una estructura muy rígida y que deja poco margen para probar cosas nuevas, pero tienen la ventaja de que, cuando se sientan a escribir los capítulos, saben en qué punto tendrán los espectadores que soportar cinco minutos de anuncion, así que no sólo se acuerdan de colocar pequeños cliffhangers antes, sino que a veces incluyen algún recordatorio de lo que acabamos de ver después de la publicidad.
Es ese viejo truco de los realities del "coming up" y el resumen de lo que llevamos visto antes y después de cada corte, y que puede convertir en un suplicio ver esos capítulos sin anuncios porque la repetición en la que se basa su estructura queda terriblemente patente (sobre todo si el reality es una castaña). El artículo de The Guardian apunta que cuando HBO se metió de lleno en el negocio de la ficción de producción propia no fue una revolución sólo porque su no dependencia de la publicidad permitía que se tocaran temas más provocadores, sino porque liberó a los guionistas de la tiranía de los cuatro actos. También recoge algunas declaraciones de creadores que han trabajado en un modelo y en otro, y que señalan que, a veces, saber que tienes un parón al cabo de un bloque de diez minutos, por ejemplo, puede ser bienvenido para no alargar artificialmente de más una situación de tensión, pongamos por caso. La ventaja es que saben cuándo tienen que incluir dichos cortes, pueden escribir teniendo en cuenta en qué puntos entran las pausas publicitarias, o si no van a tener ninguna. Y eso sí que ayuda a veces a que salgan mejores series.
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