"A la tercera va la vencida". Así subtitulaba Entertainment Weekly su crítica de "Daredevil", la tercera serie superheroica de Marvel y la primera de su acuerdo millonario con Netflix. Tras la decepción inicial, y la mejora posterior, de "Agents of SHIELD" y el encanto retro de "Agent Carter", las peripecias a pie de calle del abogado ciego Matt Murdock se escoran más hacia el lado de "Batman begins" y, si salvamos las distancias, hasta de "Arrow"; aquí tenemos un héroe en el proceso de convertirse en él, dudando sobre si lo que hace realmente está bien y metido de lleno en los problemas y en el pulso de una ciudad que siente como suya y que quiere salvar (en ese aspecto, no se diferencia demasiado de lo que Bruce Wayne y Oliver Queen sienten sobre Gotham y Starling City, respectivamente).
Sin embargo, "Daredevil" no está en una cadena en abierto como ABC o The CW, sino en Netflix, y eso le permite dar un paso más complejo, oscuro y violento. Su punto de partida, además, debe ser el que mejor aprovecha las conexiones del Universo Cinemático Marvel, pues la Hell's Kitchen de la serie no es ese sitio donde, como ironizaban algunos críticos estadounidenses hace meses, lo peor que te puede pasar es que no consigas una reserva para cenar un sábado por la noche, sino que, por culpa de la destrucción causada por la batalla final de "Los Vengadores", es un hervidero de corrupción y crimen organizado que intenta sacar beneficio de los trabajos de reconstrucción. Así, se acerca un poco más a como era el barrio en los 70 y los 80, cuando su nombre de Cocina del Infierno realmente significaba algo.
En esas calles se mueve Matt Murdock, de quien enseguida sabemos cómo se quedó ciego, lo fundamental que es el catolicismo y su sentimiento de culpa en su personalidad superheroica y cómo le influenció también su padre, un boxeador capaz de aguantar las mayores lluvias de golpes imaginadas. La serie empieza a contarnos sus aventuras cuando él ya lleva un tiempo repartiendo justicia por las noches (primero vestido enteramente de negro, todavía no con su famoso traje rojo) y la operación criminal de Wilson Fisk (alias el que no debe ser nombrado, como Voldemort) está ya en marcha. Lo que veremos a lo largo de la temporada es hasta dónde llegan sus tentáculos y si Murdock realmente puede ser capaz de detenerlos.
"Daredevil" tiene una gran personalidad visual propia, especialemente en las escenas de peleas (en el segundo capítulo hay una en un pasillo digna de "The Raid"), y también ha encontrado en Charlie Cox a un protagonista que puede transmitir el conflicto interno de Murdock y, al mismo tiempo, ser tremendamente encantador cuando lo vemos como abogado. De hecho, el trío que forman Matt, su colega Foggy Nelson y Karen Page podrían protagonizar su propia serie legal y sería muy entretenido ver a los tres juntos poner en pie su bufete. Fisk y su asistente Wesley son, por otro lado, unos villanos muy efectivos, sobre todo porque el futuro Kingpin cree de verdad que está salvando la ciudad, mejorándola, y presentan una amenaza lo suficientemente fuerte como para que el reto para Daredevil sea realmente importante. Hay componentes de cinta de acción, de thriller de conspiraciones y de historia de gángsters, y todos funcionan. Sí que es verdad que a la tercera ha ido la vencida para Marvel en televisión.
Música de la semana: Entre tanto estreno de Netflix y anuncios de reboots de series de los 90, parece haberse quedado un poco perdido el regreso a televisión de Darren Star, creador de "Sexo en Nueva York". Puede ser que parte de la culpa la tenga que es una comedia para TV Land, "Younger", que también es la vuelta de Sutton Foster tras "Bunheads", interpretando a una cuarentona que se hace pasar por una mujer de 26 años para lograr trabajo en una editorial. Con esa premisa, no es raro que una de las canciones que suene en el piloto sea "Birth in reverse", de St. Vincent.
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