En la pasada edición de los Oscars, había dos películas que llegaron muy tarde a la carrera por las nominaciones y sobre las que había dudas de si los elogios críticos que las acompañaban serían suficientes para que se colaran en el Dolby Theater. Una era "Selma", que acabó con una nominación a mejor película y un Oscar a la mejor canción, y la otra era "El año más violento" (que arranca, por cierto, con una gran canción de Marvin Gaye), la tercera película de J.C. Chandor, que se estrenó de forma limitada el día de Nochevieja, y que se quedó finalmente fuera de los Oscars. A pesar de que los círculos de críticos la abrazaron como una de las mejores cintas de 2014, probablemente llegó demasiado tarde para llamar la atención de los académicos. Y es una película que merecía mejor suerte, porque su retrato de un hombre hecho a sí mismo, envuelto en una situación que siempre está a punto de sacar lo peor de él, es realmente fascinante.
Chandor transmite el aroma de aquellas historias criminales de los 70 y, como han apuntado no pocas críticas, recoge el legado de Sidney Lumet de personajes que intentan resistirse a la decadencia moral de su alrededor, aunque eso les esté costando la vida. Pero no siempre se puede. Abel Morales, inmigrante que se precia de haber conseguido el Sueño Americano y que siempre está buscando el próximo triunfo empresarial, pelea por la supervivencia de su empresa de transporte de gasóleo frente a las tácticas mafiosas de sus competidores, frente a la investigación de un fiscal tan ambicioso como él, frente a la delincuencia que asolaba Nueva York en 1981 y hasta frente a su mujer, que lo presiona para que utilice métodos más expeditivos. Abel no quiere mancharse las manos, no quiere ser un gángster, pero todo el mundo tiene un punto de ruptura. Porque desde que empieza "El año más violento" sabemos que Abel va a llegar a ese punto, pero no sabemos cómo se va a desenvolver en ese momento.
En realidad, él ya es un poco un gangster, pero se autoconvence de que no es así pese a sus tácticas agresivas para echar a sus rivales del mercado y de que su forma de hablar y de moverse bien podrían ser las de Michael Corleone. De hecho, Oscar Isaac recuerda a veces a un joven Al Pacino, más contenido, mostrando siempre la enorme determinación que lo mueve y que le impide mirar atrás. Toda esa charla de que quiere respeto es charla de gangster, y hasta el modo en el que vemos siempre a su abogado es el mismo en el que se suele presentar al consigliere del don. "El año más violento" es la historia de un mafioso que quiere apartarse de los métodos violentos, pero que cada vez está sometido a más presión por todas partes. Él nunca va a estar satisfecho con lo que tiene. Esos planos en los que lo vemos mirando hacia Manhattan, pero con la isla siempre fuera del alcance, expresan esa sensación de que Abel siempre va a estar persiguiendo algo. No puede dejar de hacerlo porque, si se acomoda, ya no es un triunfador.
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