En 2011, AMC empezó a asomarse a lo que podía ser su parrilla sin "Mad Men". Aquel año, las negociaciones para renovar el contrato de Matthew Weiner y, por tanto, garantizar una quinta temporada de la serie se alargaron más de lo habitual, atascadas en las pretensiones económicas de ambas partes (y una defensa de la integridad artística de la serie que se creyó poca gente). AMC podía, en realidad, vivir sin "Mad Men"; acababa de estrenar "The Walking Dead" el año anterior y "Breaking Bad" se encontraba iniciando el espectacular salto en cuanto a número de espectadores que siguieron sus últimas entregas, pero al mismo tiempo, no podía dejar escapar la serie que la había puesto en el mapa en 2007, cuando no era más que un canal de reposiciones de películas y del Fearfest de Halloween. Los Emmys a mejor drama, las críticas hiperbólicas y la atención de las revistas de tendencias propulsaron a AMC, con una única serie, a las mismas alturas que HBO, así que era beneficioso para todo el mundo que Don Draper finalizara sus peripecias en el canal que lo vió "nacer".
Ahora, sin embargo, sí que estamos más cerca de una televisión sin "Mad Men", una serie que, en ocho años en emisión, ha sido testigo de un gran cambio en la ficción estadounidense. Alan Sepinwall apunta que, del mismo modo que Don, Peggy y compañía vivieron el paso del orden y el Sueño Americano de los 50 a la contracultura y las protestas sociales de finales de los 60, también "Mad Men" ha servido un poco de puente entre el final de la Gran Revolución impulsada por "Los Soprano" (que había terminado en 2006) y la explosión de cadenas y plataformas que se animan todas a producir y emitir sus propias series. De todas las que han intentado seguir el ejemplo de AMC, sólo Netflix lo ha conseguido, gracias a "House of Cards", "Orange is the new black" y una masa de público ya creado de sus años como videoclub por correo, primero, y después ya enteramente como servicio de vídeo bajo demanda. También ha habido intentos de imitar "Mad Men" en las networks, ambientando series en los 60 pero dándoles un "motor" para las tramas que Draper y compañía no tienen, como el asesinato con el que arranca "The Playboy Club", los viajes de las azafatas de "Pan Am"o las tramas mafiosas de "Vegas" y "Magic City" (que fue el intento de Starz por conseguir un drama de prestigio).
Casi puede decirse que "Mad Men" vio nacer justo esa etiqueta, la de "drama de prestigio", la serie con ciertas aspiraciones temáticas, con un personaje central lleno de contradicciones y en crisis (y que suele ser un hombre blanco de edad ya madura), y con un estilo visual que tiende a gritar al espectador que tiene que tomársela en serio, y busca claramente que los críticos y los Emmy se fijen en ella. La etiqueta está tan gastada, que se ha convertido en un cliché (un cliché del que se cachondean en "The Good Wife" con esa "Darkness at noon"), y ha derivado en esa otra evolución de la ficción televisiva que se aglutinó bajo el paraguas de "televisión de serie B", y de la que ya hemos hablado lo suficiente como para no repetirlo otra vez. El panorama televisivo, y de consumo televisivo, ha cambiado tanto desde 2007, que parece que el principio del final de "Mad Men" está haciendo mucho menos ruido del que debería, como si la serie se hubiera convertido en Roger Sterling, un resto fósil de otra era.
Cuando das a luz a muchos imitadores, y cuando surgen otras series que te suceden en el trono del "mejor drama del año", es inevitable que se pierdan un poco tus logros. Siete temporadas siguen siendo muchas hasta para la que no pocos críticos consideran la mejor serie de la última década, y da la sensación también de que la supernova que fue el final de "Breaking Bad" ha generado unas expectativas poco realistas con los últimos episodios de "Mad Men". A Don Draper no lo persigue la policía y no tiene un montón de enemigos generados por su negocio de fabricación y venta de cristal de metanfetamina. A Don Draper lo persigue el tiempo, la vida, una década de los 60 que avanza como un tren sin frenos y que ya no tiene hueco para el tipo de persona que él representa. Ahora Peggy es la nueva Don.
Música de la semana: Como estamos despidiendo a "Mad Men", no está mal quedarnos con la canción que AMC está utilizando en sus promos anunciando sus capítulos finales. Si en el trailer de la primera temporada usaba "You know I'm no good", de Amy Winehouse, para este último anuncio ha optado por el rock-soul de Alabama Shakes y "I found you", con ese "I travelled a long way, and it took a long time to found you".
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