En los días anteriores al estreno de "La Cumbre Escarlata", Guillermo del Toro repetía, a todo aquél que quisiera escucharle, que su película no era una de terror. Aunque se estrenara dos fines de semana antes de Halloween, y aunque hubiera fantasmas en el trailer, no era una película de miedo. Era, en realidad, una historia de amor, muerte y secretos del pasado que tenía unos pocos fantasmas por aquí y por allá, y que se encuadraba en un género tan poco habitual en el cine contemporáneo como el gótico. En la literatura, apareció y alcanzó su máxima expresión durante el siglo XIX, mientras en el cine podría decirse que tocó techo con algunas películas de terror de los 60 y los 70, pero ha quedado aparcado en las últimas décadas.
Ese tipo de emoción desatada y excesiva, de la conjunción de la sangre, el sexo, las maldiciones, la muerte y los demonios del pasado ya no se lleva en nuestra sociedad actual, y mucho menos en los estudios de Hollywood. La única manera de que se dé luz verde a una película es que pueda sostener una franquicia, que los fanboys de entre 14 y 25 años se compren después todo el merchandising posible o que apele a la nostalgia de los espectadores que ya pasan de los 30. O que su director sea Guillermo del Toro y sea capaz de construir una decadente casa victoriana entera por la tercera parte de lo que le costó a Joe Wright reinventar, otra vez, la historia de Peter Pan. El realizador mexicano ha afirmado que es la primera vez que tiene en Hollywood la misma libertad que para hacer sus películas en castellano (que fueron "Cronos", "El espinazo del diablo" y "El laberinto del fauno"), y se nota.
"La Cumbre Escarlata" (que es el título en español de "Crimson Peak") es un romance gótico clásico, con su heroína joven e inocente, su apuesto y misterioso galán y su casa llena de fantasmas y secretos. Es "Rebeca", Barbazul, "Jane Eyre", Ann Radcliffe, Joseph Sheridan Le Fanu y Henry James, pero otorgando a sus personajes femeninos mucha más relevancia de lo habitual en estas historias. Puede estar a veces más cerca del ejercicio de estilo y de arqueología literaria y cinematográfica, pero es igualmente un espectáculo fascinante, aunque no para todos los públicos. Eso sí, resulta muy curioso que "La Cumbre Escarlata" llegue a los cines ahora, cuando parece haber un tímido renacimiento del género gótico.
Está, por supuesto, "Penny Dreadful" en Showtime, que también es una destilación de todas las obsesiones de su creador, John Logan, estaban aquellas adaptaciones de BBC de obras de Charles Dickens, con "Grandes esperanzas" a la cabeza (la que tiene a Gillian Anderson como Miss Havisham), y hace unos años tuvimos aquella relectura en clave gótica de "Jane Eyre", también con Mia Wasikowska como protagonista, y con la que la cinta de Del Toro formaría una interesante sesión doble. De hecho, podría hacerse una sesión triple con la ya mencionada "El espinazo del diablo", cuyos fantasmas se parecen bastante a los de "La Cumbre Escarlata".
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