Los estudios de Hollywood llevan bastante tiempo obteniendo gran parte de los ingresos de taquilla de sus mayores estrenos a través de los mercados internacionales. Una película como "Mamma mia!" se convirtió en 2008 en uno de los éxitos rotundos del año gracias a la taquilla global, especialmente en el Reino Unido, más que al dinero que recaudó en Estados Unidos, y en 2009 había sobrepasado la friolera de los 600 millones de dólares en todo el mundo (por comparación, "Crepúsculo" había hecho en esa fecha algo más de 320 millones, y "El caballero oscuro", más de 1.000). Convencidos cada vez más de que el mercado estdaounidense no es suficiente para amortizar sus aspirantes a blockbusters, las majors se lanzaron en 2012 a una curiosa tendencia, la de estrenar algunas películas primero en Europa, confiando que sus buenas taquillas allí fueran otra arma promocional de cara al estreno en Estados Unidos.
"Los juegos del hambre", "Los Vengadores", la fallida "Battleship" y "Skyfall" siguieron todas esa táctica, y en general les salió bastante bien, excepto para la cinta de Peter Berg. Pero, evidentemente, son las películas no estadounidenses las que más se benefician de este estatus de blockbusters globales, pues a veces en Norteamérica apenas logran dejar huella. El diario "Los Ángeles Times" se preguntaba el otro día si títulos como "Lo imposible" o "Intocable" no eran los estándares para el nuevo modelo de éxito, aquel que no depende de cómo funcione en la taquilla estadounidense para determinar si es un blockbuster o no. Para nosotros, esto puede ser evidente, pero Hollywood está dándose cuenta de ello ahora. O, más en concreto, están dándose cuenta de que lo que ellos pensaban que iba más dirigido al mercado global que al interior (como "Battleship", Dios sabe por qué) no funciona, y que películas que ellos han dejado de hacer, como dramas emocionales del estilo de "Intocable", son las que terminan atrayendo la atención de los espectadores alrededor del planeta.
Las películas en idioma que no sea el inglés tienen una gran barrera en los cines de Estados Unidos porque al público medio no le gusta leer subtítulos (como en España, más o menos, pero sin el doblaje), y por eso ese mercado no es tan prioritario, a no ser que aspiren a estar nominadas al Oscar en lengua no inglesa. A sus distribuidores y productores les interesa más ver cómo funciona la cinta si empieza a estrenarse fuera de las fronteras de su país de producción, y parece que los estudios de Hollywood están imitando ese comportamiento cada vez más. Disney rezaba por que el mercado internacional pudiera salvar los muebles con "John Carter", en un ejemplo extremo y desesperado de esta tendencia. En su caso, la jugada no salió bien, pero es un camino que ya no tiene vuelta atrás.
P.D.: Por si alguien le interesan las nominaciones de los próximos premios Goya, podéis verlas aquí.
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