En los realities competitivos, como "Supervivientes", las variaciones de "American Idol" y "The X Factor" que se os puedan ocurrir y también en "Top Chef", la parte final de cada programa, en la que se decide quién es eliminado, es siempre una de las más seguidas. Los espectadores quieren verse sorprendidos y hasta intentar adivinar quién será antes de que lo digan los jueces, y los resultados de esas eliminaciones (más los comentarios de los jueces) suelen ser lo más discutido al día siguiente. Sin embargo, curiosamente, en "Top Chef" es justo la parte que a mí menos me interesa. Es cierto que he entrado en el mundo de ese reality directamente en la temporada ocho, la All-Star, pero mi incomodidad con la mesa de los jueces no tiene nada que ver con no estar familiarizada con el formato porque, al fin y al cabo, esa parte no es demasiado diferente de lo que los concursantes escuchaban en "Factor X" o hasta en "Operación triunfo".
Lo que resulta mucho más interesante es ver a los participantes crear platos imaginativos, o aprovechar una bolsa de patatas, otra de galletas Digestive y un batido de chocolate para hacer algo que no sólo sea comestible, sino que te permita ganar dinero y, con un poco de suerte, te libre de irte a casa esa misma semana. Aunque todos viven juntos, el programa casi no los saca en esos momentos más que para comentar alguna cosa de las ocurridas en la cocina el día anterior, y es ahí, entre fogones o corriendo como locos de un lado a otro del supermercado para comprar materias primas, donde está el verdadero atractivo del reality. por supuesto, las personalidades de los participantes también ayudan, porque que Marcel te caiga mal y quieras irte de merendola con Carla es un acicate para seguir viendo episodios.
Esta edición All-Star (aunque yo tenía el hándicap de no conocer a ninguno de sus concursantes de temporadas anteriores) ha tenido, además del componente de segunda oportunidad y de redención para algunos de los chefs, algunas pruebas bastante divertidas, como la de las galletas con Tricky y Elmo, y otras diseñadas para ser emotivas que, sorprendentemente, lo fueron más de lo esperado (la de la isla de Ellis es el caso más claro). No suele seguir los realities muy a menudo, pero entre que me fascina el interés de la televisión estadounidense por los cocineros y la cocina, y que "Top Chef" es muy, muy entretenido, incluso con sus toques de drama por aquí y por allí, creo que me han ganado para la causa, más desde que "Ace of cakes" fue cancelado.
4 comentarios:
También hay el inconveniente que, por más que digan, nunca puedes confirmar si es verdad. No hay el elemento de 'a ver qué nos dicen estos cracks' como (por lo menos a mí) me ocurre con Nina Garcia, Heidi Klum y Michael Kors en Project Runway. Tú ves lo mismo que ellos y luego oyes qué puede opinar un profesional de la moda respecto a ello. Con la comida, sin embargo, todo es cuestión de fe... y los parámetros para valorarla también son mucho más distintos.
Ahora que estás 'topchefera', ¿decidirás unirte a la próxima edición de PR? Venga, va, señorita... ¡Se lo pido por favor!
Actualmente se abusa del término reality, Top Chef ( apesar de las pocas escenas que ensañan de la convivencia de los cocineros) es, en mi opinión, un concurso de los de toda la vida.
Es que es en la categoría en la que está encuadrado. Y sí, no poder probar la comida es, evidentemente, el hándicap de Top Chef desde el punto de vista del espectador.
Antoine, Top Chef es telerrealidad y por lo tanto es un 'reality'. Otra cosa es que esta categoría tenga tanta variedad como los propios terrenos de la ficción.
El problema es que aquí se ha contaminado mucho el término 'reality' debido a que casi todo ha acabado siendo una basura. Piensa que quizá muestran poco de lo que ocurre en la casa, pero es que es telerrealidad igualmente: esas personas crean bajo los focos y lo que interesa son sus impresiones, creaciones, cómo se pueden ayudar o no, y también las confrontaciones.
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