El debate y competición entre las ocho series que habían superado la fase inicial de votos a través de la web de Birraseries llegaba precedido por cierta controversia sobre la cualificación de algunos títulos para estar en el Elite Eight (en los cuartos de final, que diríamos). Se cruzaron por Twitter las opiniones de quienes estaban ojipláticos de ver cómo “Arrow” y “Beauty and the Beast” subían por delante de títulos como “True Detective” o “Fargo”, con quienes proclamaban a los cuatro vientos las razones por las que estaban enganchados a esas series, y el animado y en ocasiones descontrolado ambiente que se vivió en el gran enfrentamiento final del domingo por la tarde no hizo más que exponer, una vez más, la pasión y la entrega con la que el fandom vive su programa favorito. Dejando de lado la vieja (y a veces bizantina) discusión de qué hace que una serie sea buena, lo que quedó muy claro es eso; tener un grupo de fans entregados es todo un tesoro.
Y un arma de doble filo. Los fieles más acérrimos del show lo defenderán a capa y espada de todo lo que consideren una crítica injusta, lo promoverán por todos los medios imaginables y harán todo el ruido posible para darle más visibilidad, pero toda se entrega puede transformarse en una virulencia extrema si su amor pasa a ser decepción. No hay crítico más feroz que un fan desengañado, y Damon Lindelof y Carlton Cuse lo saben muy bien. El fandom puede organizar campañas para salvar su serie de la cancelación, y hasta poner dinero de su propio bolsillo para que regrese de algún modo de entre los muertos, pero ay de la serie que pierda su favor. No es que dejen de verla, es que el hate-watching será el modo por defecto con el que se acercarán a ella.
Los fans pueden llegar a los extremos de ser más papistas que el Papa, de creer que saben lo que es mejor para la serie de una manera mucho más acertada que sus guionistas y creadores. Pueden convertir en su pasatiempo preferido no ver y disfrutar cada episodio, sino dedicarse a buscar errores, a quejarse amargamente por rumores de giros en la trama antes de haberlos visto. Pueden ser tanto un maravilloso activo para las series, como un tremendo incordio (siempre pensaré que, en cuanto una serie deja de gustarte, lo que hay que hacer es abandonarla, no entregarse a la autoflagelación, pero hay gente para todo). La voz del fandom se deja sentir con mucha fuerza siempre que hay votaciones populares, y lo curioso es que suelen surgir los mismos comentarios sobre quienes ganan dichas votaciones que cuando una serie que no es del gusto mayoritario de Twitter se lleva el Emmy, y que se resumen en “no tiene calidad para estar ahí”. Lo que tiene es un grupo de fans entregados a la causa. La calidad, en cuanto a de qué cosas somos fans, es subjetiva.
4 comentarios:
Yo me trage la 1T de Beauty and The Best por Kristin K, hizo una Lana Lang solvente en Samollville y si puedo sigo lo que hace. Pero nunca más.
La serie es mala a rabiar, del tipo incinerable; y lo peor son los minutos rosa de amor eterno al final de cada episodio. Estoy convencido que debe de tener su nicho de fans, pues se renovo por una 2T, y de que posiblemente mi edad y mi evolución ya no sean la que necesita de este tipo de propuestas.
Beauty and the Beast tiene unos shippers entregadísimos. Yo desconocía que era así, pero así es. Nunca se sabe cuándo una serie va a reunir a un grupo de fans tan activo.
Un contexto en el que todos pueden votar, es un contexto en el que todo cabe. Tú puedes usar la carta de la calidad para defender tu serie (porque la calidad sí se puede medir con una base teórica audiovisual y un bagaje de obras), pero esa carta va a jugar de tú a tú con el fenómeno fan, y si juegas contra el fenómeno fan, tienes las de perder.
No se pueden coger las bases de lo que ha sido toda la vida un concurso de popularidad y pretender que el público lo use como un medidor de calidad, es que hay que ser realistas y saber que no va a funcionar.
A mí me parece genial que Arrow se llevara el primer puesto (que ya ves tú, ni que fueran a cancelar GoT por esto), y si todavía hay alguien indignado con el resultado, pues que el año que viene organice unas votaciones en las que solo puedan votar académicos audiovisuales y ya está.
A mi me parece estupendo que ganen series sencillitas no aprobadas por los gafapastas.
¡Y más vale que sea así! Los intelectuales esos de las series sólo recomiendan comer fibra HBO o BBC....
¡con lo que molan los donuts CW!
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